La posibilidad de conocer a una actriz que exhibe, al mismo tiempo, gran capacidad escénica concreta y una enorme potencialidad expresiva equivale al primer logro de “Alas Negras”.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

En un cuadrado milimétrico, la intérprete desarrolla un lenguaje corporal que empuja el sentido más profundo de un relato que quiere ser testimonio y denuncia, a escala humana, social y política.

Y lo hace a través de la acción del cuerpo, enriquecida con el gesto y el movimiento, y complementada por la palabra que precisa que la historia tiene fecha y lugar: 30 de agosto de 2017.

Al frente de la iniciativa está Claudia Fernández, directora de la cia. La Fábrica Teatro (“Cinco minutos”, “Ojos que suenan”, “Dinamarca Sudaca”).

Ciertos hechos

La actriz Constanza Ojeda protagoniza este unipersonal cuyo eje tiene el nombre de Joane Florvil, haitiana detenida por abandonar a su pequeña hija en un recinto de la Municipalidad de Lo Prado.

El caso tuvo eco escandaloso y ultra moralista en una sociedad hipócrita que tiene miles de niños abandonados, incluso, al interior de instituciones que deben protegerlos.

De inmediato fue acusada de “mala madre”, descalificación que propagaron los modeladores de la “opinión pública”, los medios noticiosos masivos, y las redes sociales.

La mujer, desesperada, murió días después, sin poder explicar que le pidió a un guardia que tuviera un momento a su guagua de dos meses, mientras hacía una diligencia.

Ella no hablaba nuestro idioma y el municipio no disponía de un intérprete para atender a la población extranjera.

Nueva lectura

La propuesta de Claudia Fernández se nutre de una mirada feminista y militante en función de defender los derechos de los migrantes en Chile.

En su desarrollo busca establecer de manera clara las circunstancias que rodearon a la haitiana, para que el asistente no tenga duda alguna.

Para lograrlo, la acción actoral recurre al gesto cotidiano como primera herramienta de aproximación y, además, pulsa con fuerza lo sensorial para conectarse con el espectador.

Aquí nada ni nadie es neutral frente a la tragedia: las cadencias emotivas que ejecuta la actriz dan espacio a la sorpresa, la rabia, la desesperación y la fuerza de voluntad.

También al miedo y cierta ingenuidad del migrante, confrontados con el desprecio burocrático y social que se ejerce sobre ellos.

Es la sociedad en su conjunto la que se fustiga por la condena anticipada que la haitiana vivió por ser mujer, pobre, migrante y de raza negra.

Conducta que alude a la percepción de superioridad del cuerpo social y de sus autoridades, respecto de personas por definición vulnerables en la precariedad.

A través de las imágenes y otros recursos que intervienen el cuerpo de la actriz se huele aquello que está detrás de la furia y la facilidad con que se lanzan la primera y la última piedra condenatorias.

En este complejo mar de realidades e incoherencias se mueve la obra y la actriz, mientras utiliza un lenguaje que transmite de cuerpo a cuerpo hechos, percepciones y fundamentos.

Fuerza escénica y convicción se unen en esta obra dirigida por Claudia Fernández con mano estricta y sentido de síntesis, sin olvidar la música de Arantza Araya que se agita en la sala.

“Alas Negras”

Dirección: Claudia Fernández
Elenco: Constanza Ojeda
Cía. La Fábrica Teatro
Música de Arantza Araya
Hasta el 12 octubre.
Jueves, viernes, sábado, 20.30 horas.
Sala Tessier. Dardignac 172.
Entrada general $ 5.000; estudiantes $ 3.000.