La re-edición por parte de Tajamar Ediciones del libro editado en 1960 (versión original) y 1961 (en la que se basa esta edición) por Zig-Zag es un verdadero regalo.

En “Punta de rieles”, Manuel Rojas (Hijo de ladrón, Lanchas en la bahía, La oscura vida radiante) va intercalando las confesiones de Romilio Llanca, un hombre popular, dirigente sindical, que viene a buscar consejos sobre qué hacer después de asesinar a su pareja. Y se los pide a Fernando Larraín Sanfuentes, un “pije” de la clase alta, de familia de “presidentes” que se alcoholozó hasta llegar a lo más bajo y que no sólo ha destruido a su familia… ha sido expulsado de ella.

“Bueno, a veces pasa lo que menos se espera. Lo peor es que le pase a uno lo que espera. Ahí queda hasat el cogote, por jetón. Pero a mí también me han pasado cosas y he estado casi tan aplatillado como usted; sin embargo, ya me ve: botado, pero de pie.” (pp 29)

“Porque nacer aquí con buenos apellidos es mejor que nacer buenmozo o inteligente. Algunos de los apellidos suenan como libras esterlinas”. (pp 31) .

Punta de rieles no sólo muestra la maestría y madurez del Premio Nacional de Literatura 1957 en su escritura, su estilo directo y mínimo, sin adornos; también logra mostrar en profundidad a dos hombres con sus debilidades, sus miedos… y humanidades profundas esculpidas en la pobreza, las dificultades y las desgracias, de las que se sienten responsables.

“Un sindicato tiene plata y los que lo manejan tienen, además, lo que se llama poder, una palabrita que suena mejor que plata.” (pp 35)

“Los vergonzosos y los tímidos no dicen lo que piensan ni piden lo que desean y como no lo dicen ni lo piden se quedan con todo adentro, con el pensamiento y el deseo, y eso empieza a trabajarlos y a amargarlos.” (pp 114)

A través de Romilio Llanca y Fernando Larraín Sanfuentes, Manuel Rojas va desarrollando mundos opuestos -el popular y el de la aristocracia- que chocan en sus contrastes -uno pleno de privilegios, el otro de dificultades en buena medida por culpa del primero-, se hermanan en la desgracia, tocando diversos temas, muchos contingentes todavía, como son los modelos impuestos, el machismo, violencia de género, distintos tipos de marginalidades (incluida la de los tímidos), etc. Pero todo eso lo hace respetando a cada uno de los protagonistas en su dignidad, independiente de los errores y brutalidad que hayan podido cometer.

“Era una idiotez, pero no quería quedar solo de nuevo, perder una mujer que no podría reemplazar. Tendría que volver a la soledad, a la miseria sexual, al silencio, a todos esos años en que pensé y deseé una mujer que yo sabía que era incapaz de encontrar. Ahora sufría, pero no estaba solo y a veces gozaba. Esa es mi falla. Si le hubiese dado una paliza, como hacen otros hombres, hinchándole los ojos, reventándole la nariz o partiéndole los labiops, o simplemente la hubiese dejado…” (pp 139)

Leer Punta de rieles es un placer por la buena pluma, una oportunidad de conocer más a Manuel Rojas y un ejemplo en como, de manera sobria, mostrar dos personalidades opuestas sin poner a ninguno en “la balanza”.

Punta de rieles, Tajamar Ediciones (c)
Punta de rieles, Tajamar Ediciones (c)

Punta de rieles
Manuel Rojas

Tajamar Editores
Julio de 2018