Cuba no “imagina” que el próximo presidente de Estados Unidos vaya a romper las relaciones bilaterales restablecidas en 2015 durante el gobierno de Barack Obama, después de medio siglo, aunque no descarta “retrocesos” en el proceso de normalización diplomática, según una responsable de la cancillería.
“No imagino a un nuevo presidente, sea quien sea, diciendo que romperá relaciones con Cuba y cierre su embajada. Hay otros temas en los que podrían retroceder, como la cooperación en distintas áreas”, afirmó Josefina Vidal, responsable de la cancillería cubana para Washington, en una entrevista publicada el martes por la Agencia Cubana de Noticias.
Sin embargo Vidal admitió que ve con incertidumbre los comicios de noviembre en los que será elegido el sucesor de Barack Obama, artífice junto al presidente cubano Raúl Castro del restablecimiento de vínculos diplomáticos entre los antiguos enemigos de la Guerra Fría.
“Comienza a incidir sobre mi cierta cuota de realismo porque viene un proceso electoral en Estados Unidos. No sabemos qué va a pasar”, sostuvo.
Los candidatos que luchan por la nominación republicana han expresado reparos a la aproximación con Cuba, mientras los demócratas se muestran dispuestos a seguir con el proceso emprendido por Obama.
A diferencia de lo que creen algunos expertos, Vidal dijo que no considera que la reconciliación con Estados Unidos sea “irreversible” del todo y que incluso el próximo jefe de la Casa Blanca puede “derogar algunos de los instrumentos adoptados por decisión ejecutiva o por la vía de la inacción vaciarlos de su propósito”.
Aún así, la diplomática cubana añadió que el gobierno cubano “tiene voluntad de seguir avanzando” en el diálogo político y económico con Washington aún cuando le quede poco tiempo a la administración de Obama.
“Es un año que se acorta por la campaña electoral, políticamente hablando llega hasta el verano (…), pero continuaremos con la convicción de que Cuba y Estados Unidos no tienen otro destino que una convivencia respetuosa”, comentó Vidal.
Pese a ello, Obama tiene, no obstante, la opción de dar “pasos acelerados en el área económico comercial” para asegurar en parte la irreversibilidad del proceso de reconciliación plena con Cuba, añadió.
Desde la reanudación de los lazos diplomáticos, el gobierno de Raúl Castro presiona al mandatario estadounidense para que emplee a fondo sus facultades ejecutivas y levante algunas restricciones derivadas del embargo económico estadounidense vigente desde 1962.
Asimismo, exige que Washington desista de los beneficios migratorios que le concede a los cubanos y que ha provocado la salida en masa de isleños, temerosos de que la reconciliación política ponga justamente fin a esas ventajas.