La ciudad estadounidense de Ferguson, escenario de meses de protestas y conflictos raciales, estaba nuevamente bajo tensión el jueves después que dos agentes de policía resultaran heridos de bala la víspera.
Un centenar de jóvenes manifestantes se congregaron el jueves por la noche frente a la comisaría de Ferguson, coreando consignas y bloqueando por momentos la calle principal.
Previamente, medio centenar de personas participaron en una vigilia con velas en la que lanzaron un llamado a la calma, en momentos en que continuaba la búsqueda para encontrar a el o los autores de los disparos ocurridos el miércoles por la noche.
Por otra parte, la municipalidad de Ferguson anunció el jueves que la policía del condado de St Louis y la policía automovilística de Misuri tomaban, desde las 18H00 locales (20H00 de Chile), “el comando de la seguridad” de la ciudad.
Ambos cuerpos policiales habían ya relevado a la policía municipal, acusada de uso excesivo de la fuerza, tras las manifestaciones por la muerte el pasado 9 de agosto de Michael Brown, un joven afroamericano desarmado, en manos de un policía blanco.
El miércoles por la noche, unas 150 personas se habían reunido frente a la comisaría local de la ciudad que vivió numerosas manifestaciones desde la muerte de Brown.
Los manifestantes esperaban celebrar la renuncia, anunciada poco antes, de un jefe de la policía de Ferguson acusado, en un informe del Departamento de Justicia, de prácticas racistas cotidianas.
Cuando la manifestación se dispersaba hacia la medianoche local se escucharon “tres o cuatro disparos” a unos 150 metros de distancia de la línea en que estaban estacionados unos 40 agentes de policía, de acuerdo con el jefe de la policía del condado de St-Louis, Jon Belmar.
Dos policías resultaron heridos, uno recibió un disparo en el rostro que salió por detrás de la oreja, y el segundo en el hombro y que salió por la espalda. Ambos fueron dados de alta el jueves.
Autoridades denunciaron que el ataque fue una “emboscada” que amenaza con hundir los esfuerzos por calmar las tensiones en la ciudad, de población mayoritariamente afroamericana, pero cuya policía es casi íntegramente blanca.
El o los autores de los disparos seguían siendo buscados activamente.
En la mañana del jueves, un equipo especial de la SWAT invadió una vivienda a escasos 500 metros del lugar donde se produjeron los disparos. De acuerdo con vecinos, tres personas fueron sacadas del lugar, incluyendo una mujer que tenías las manos esposadas.
Las autoridades anunciaron una recompensa de 10.000 dólares por cualquier información que permita capturar a los autores.
Una violencia “inaceptable
Por su parte, los padres de Michael Brown condenaron los disparos contra los agentes de policía y denunciaron la acción de “agitadores aislados que están tratando de pervertir un movimiento pacífico y no violento”.
“La violencia contra la policía es inaceptable”, reaccionó el presidente Barack Obama de acuerdo con un mensaje de la Casa Blanca en Twitter.
“El camino de la justicia es uno, y por él debemos marchar todos juntos”, añadió.
El secretario de Justicia, Eric Holder, condenó un “ataque odioso”, que también calificó como “inexcusable y repugnante”.
“Lo que ocurrió ayer fue simple y llanamente una emboscada”, dijo ante la prensa al mismo tiempo que presentó un proyecto piloto de su ministerio.
El proyecto, “Construir la Confianza y la Justicia”, se propone restablecer la confianza entre las “comunidades” y los representantes del Estado, muy especialmente la policía y la justicia.
El Departamento de Justicia escogió seis ciudades para aplicar este plan que busca “reducir la discriminación y restituir la confianza”.
Estas ciudades “estarán a la vanguardia de nuestros esfuerzos para hacer frente a cuestiones urgentes de las comunidades del país”, reiteró.
El Departamento de Justicia publicó el miércoles un informe devastador sobre las prácticas cotidianas de la policía de Ferguson, mostrando categóricamente con números la desigualdad del tratamiento reservado a blancos y negros.
La publicación de ese informe provocó una serie de renuncias incluida la del jefe de la policía de Ferguson, una medida que militantes por los derechos civiles exigían desde el año pasado.