El nuevo aspecto de la ganadora del Óscar Renée Zellweger ha vuelto a destapar uno de los peores dramas que esconde la industria del entretenimiento y que muchas actrices intentan remediar a golpe de bisturí: envejecer está prohibido en Hollywood.

Zellweger presentó su nueva imagen despampanante y embutida en un ceñido vestido negro durante un acto en Los Ángeles que, irónicamente, celebraba el éxito de las mujeres en la meca del cine.

Pero sus nuevas facciones tienen poco en común con la entrañable Bridget Jones que conquistó el corazón del público en 2001 con sus curvas rellenitas y sus torpezas.

Archivo | AFP

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El tema fue “trending topic” mundial en Twitter con miles de comentarios sobre el cambio de imagen, como el de @valeriatorres79 que escribió: “OMG qué le pasó a Renée Zellweger? está irreconocible”.

@alemarie04 tampoco salía de su asombro al manifestar “mentira que es Renée Zellweger… es totalmente otra”, mientras que @FB_BMB se preguntó “¿qué demonios le pasó a Renée Zellweger? Lo encuentro realmente triste”.

“En Hollywood es raro que las mujeres no se operen. No logran trabajo (si no lo hacen). Los directores de casting y de películas no te contratan si pareces mayor”, cuenta a la agencia de noticias AFP la bloguera Sasha Stone, fundadora del sitio www.awardsdaily.com.

Zellweger ha sucumbido a “la obsesión estadounidense”, apunta esta experta en temas hollywoodenses. “A diferencia de Reino Unido y Francia, las mujeres no pueden envejecer en Estados Unidos, son rechazadas”.

Eterna juventud (o lo que pide el mercado)

Susan Sarandon, Geraldine Chaplin, Jodie Foster o Sally Field son algunas de las actrices que ya han alzado la voz más de una vez en contra de este fenómeno que las jubila al superar la barrera de los 40. Después de saborear el éxito y llevarse los premios más prestigiosos, la industria les cierra la puerta a medida que asoman las arrugas.

Pero una larga lista de artistas han apostado por la magia de la cirugía plástica para rejuvenecer su aspecto y mantener en alto sus posibilidades laborales, como Nicole Kidman, Demi Moore, Julia Roberts, Meg Ryan, Sharon Stone, Jane Fonda o Melanie Griffith.

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“Al operarse tienen la esperanza de conseguir los papeles principales porque no quieren hacer de abuela”, apunta Sasha Stone, para quien “la culpa es de los que hacen las películas, aunque ellos dicen que es del mercado”.

Y el mercado está dominado por un público masculino joven que reclama mucha acción con personajes dinámicos y fantásticos.

La actriz que encarna actualmente los gustos de la audiencia es Jennifer Lawrence, una rubia de ojos azules y 1,75 metros de altura que se ha convertido en una “sex-symbol” gracias a películas como “Los juegos del hambre” y “X-Men” y que puede presumir de tener un Óscar a sus 24 años.

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La industria no presiona sin embargo a los hombres, que logran sus mayores éxitos en plena madurez. Los retoques estéticos de Mickey Rourke o John Travolta no dan pie a polémicas.

Del buen asesoramiento al error

En 2013 se realizaron en Estados Unidos 7 millones de operaciones de estética a mujeres de entre 40 y 54 años, el 49% del total. Las inyecciones de botox y las reconstrucciones de los párpados fueron las que más triunfaron.

El cirujano plástico Ashkan Ghavami, cuyo consultorio en Beverly Hills es frecuentado por famosas, considera que las celebridades deben lidiar hoy en día con la presión de lucir estupendas siempre.

“Ahora hay películas de alta definición y programas que enseñan hasta el maquillaje y las arrugas, así que hay mucha más presión sobre los famosos para lucir bien en la vida real”, explica a la AFP.

Pero el Dr. Ghavami considera que el asesoramiento es fundamental para que la cirugía estética sea un éxito. En el caso de Zellweger, “se estiró demasiado los párpados y se puso demasiado botox en las cejas, por lo que cualquiera puede decir que se ha operado”.

Actrices como Diane Keaton, Raquel Welch o Sophia Loren han sabido retocarse “en el momento apropiado.

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Zellweger terminó reaccionando a la vorágine de comentarios sobre su nueva imagen, afirmando que se debe a un cambio de rutina en el que prioriza cuidarse.

“¡Estoy encantada de que la gente me encuentre diferente! Estoy viviendo una vida más llena, diferente, feliz, y me entusiasma que esto se pueda notar”, dijo a la revista People, aunque no confirmó si realmente sucumbió a los encantos del bisturí.

“Tal vez tengo un aspecto diferente. ¿Quién no lo tiene cuando envejece? Pero soy diferente y estoy feliz”, aclaró.