Ganó la presidencia por última vez hace 30 años pero aún así ha integrado el gobierno desde entonces: el PMDB apoya hoy a la presidenta Dilma Rousseff, pero no tendría escrúpulos en aliarse con Aecio Neves si este la derrota en el balotaje.

Frente al bipartidismo entre el Partido de los Trabajadores (izquierda) de Rousseff y el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) de Neves, que se reparten el poder desde hace 20 años, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), conocido como ‘centrao’ (literalmente “gran centro”) se presenta como el socio esencial para que cualquier gobierno pueda mandar sin contratiempos.

Es un partido poderoso, que desde 2006 no presenta candidatos a presidente y se enfoca en formar alianzas y en conquistar gobiernos locales. Es permeable y puede estar con Dios y con el diablo con tal de conseguir beneficios políticos y cargos de peso en el gobierno.

“Sin ellos simplemente no se gobierna Brasil”, explicó el politólogo Carlos Alberto Alkmim, de la Universidad Católica de Rio.

Hoy el PMDB está con Rousseff, que salió vencedora en la primera vuelta de las elecciones de este domingo, con 41,59% de los votos, y disputará el 26 de octubre el balotaje con Neves (33,55%), que ya militó en el PMDB.

Pero el PMDB antes estuvo con el PSDB, incluso haciendo campaña contra Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), con quien terminó pactando una alianza que llevó al jerarca del partido, Michel Temer, a la vicepresidencia de Brasil.

Fiel de la balanza

Su fuerza en el Congreso se hizo evidente en las elecciones del domingo: se mantuvo como la principal fuerza del Senado con 18 de los 81 senadores, seguido por el PT (12) y el PSDB (10). En la Cámara de Diputados obtuvo 66 de los 513 escaños y cerró la brecha con el PT, que consiguió 70, y el PSDB, 54.

Esa es su carta de presentación para hacerse indispensable para gobernar.

Pero además, el PMDB es fuerte en los gobiernos locales. De los 13 gobernadores electos en el primer turno el domingo, cuatro son de este partido de centro, cinco del PT y dos del PSDB (incluido Sao Paulo).

Los restantes 14 gobernadores de Brasil se definirán en segunda vuelta, donde el PMDB tiene a ocho en contienda.

“Como vamos a tener un escenario Aecio-Dilma, con seguridad parte del PMDB ya está alineado con Aecio”, dijo Alkmim.

El socialdemócrata ya comenzó a buscar alianzas con el Partido Socialista de Marina Silva, derrotada en el primera vuelta, y seguramente tendrá que transigir con el PMDB si llega al poder.

Es una ecuación de la política tradicional brasileña, de apoyo a cambio de cargos políticos para formar grandes coaliciones de partidos, que tiende a ser un salvoconducto para la corrupción.

Y fue contra eso que miles de personas protestaron en las masivas manifestaciones de junio, pero en las urnas se impuso el status quo y la continuación intacta del actual sistema político, en el que el PMDB se mueve como pez en el agua.

En la sombra

El PMDB “es una fuerza fragmentada y volátil que no se comporta como un grupo cohesionado por principios comunes”, dijo a la AFP el profesor Daniel Barcelo Vargas, de la universidad privada Fundación Getulio Vargas.

Se debe en parte a sus orígenes en 1980, como el único partido heterogéneo de oposición durante la dictadura militar (1964-1985) con conservadores, liberales de izquierda, nacionalistas y hasta ex guerrilleros.

Y así se permite formar alianzas inclinando su balanza hacia la fuerza en el poder.

“No necesita de un presidente para inclinar la balanza, gobierna sin gobernar, no necesita un candidato a presidente, no necesita exponerse”, explicó Alkmim.

Es así como en sus 34 años de historia solo tuvo un presidente electo: José Sarney, que asumió en lugar del fallecido Tancredo Neves (abuelo del actual candidato Aecio) en 1985.

Lanzó candidatos hasta 1994, con Orestes Quercia, que perdió ante el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, con quien finalmente creó una cómoda alianza que duró ocho años, hasta que negoció con el PT de Lula. Y así continuará la historia.