Una malformación cerebral e hidrocefalia pronosticaban que tras nacer, Carmen quedaría ciega, sorda, muda y postrada. La vida dijo otra cosa y a sus 23 años, la joven estudiaba en la universidad, tocaba guitarra, cantaba y hablaba tres idiomas.

De un día a otro, su salud decayó y falleció en cuestión de horas por una grave negligencia médica, según denuncia su familia.

En una carta enviada a Ciper, un médico relató con impotencia cómo sus colegas de la Clínica Alemana no supieron detectar a tiempo lo que sucedía con su hija.

Un día, la joven presentó fuertes dolores de cabeza, náuseas, un episodio de convulsiones y dificultad para hablar. Cualquier persona -dice el profesional- puede darse cuenta que lo más probable es que se trate de un problema neurológico, dada la hidrocefalia al nacer, la que en su momento fue tratada con una válvula que drenó el líquido cefalorraquídeo que presionaba su cerebro.

Sin embargo, pasaron 9 horas antes que los médicos del recinto privado de salud llegaran a esa conclusión. Para entonces, Carmen ya estaba en coma profundo, con un paro cardiorespiratorio, falleciendo unas horas más tarde, mientras los médicos aún analizaban los tardíos exámenes cerebrales.

“Yo estudié medicina cuando esta era una vocación, cuando los pacientes no eran enfermedades que tratar, sino personas con su historia individual. Ahora la medicina se ha transformado en una profesión para ganarse la vida y los pacientes son solo números para completar tu trabajo. Este punto de vista ha hecho que los médicos sean impersonales y los pacientes solo números que atender, lo cual hace que las negligencias sean más frecuentes por la poca empatía de los médicos hacia sus pacientes”, comenta el facultativo en su carta, la que puedes leer completa en el sitio de Ciper.

Carmen Valenzuela | Ciper Chile

Carmen Valenzuela | Ciper Chile