Dicen que sólo podemos apreciar lo que tenemos cuando lo perdemos o cuando nos ha costado mucho conseguirlo. De eso quisiera hablarles.

Emilio es mi hijito de 5 años. Tiene un Trastorno de Lenguaje Mixto muy severo, tan severo que parecía autismo. ¿Qué tiene que ver eso con el video de “La Tía Paty”?, se preguntarán. Bueno, mucho. Mucho porque mi niño cuando era más chico no hablaba nada, pero tampoco “miraba”.

Todas las mañanas cuando despertaba yo le decía: ¡Hola mi amor!, ¿cómo amaneció?, ¿amaneció bien? y hacía muecas y toda clase de cosas para llamar su atención, pero él estaba “en otro mundo” como se suele decir, con la mirada perdida en el techo, sin notar que yo estaba ahí, ni que era “su” mamá y que lo amaba.

Tuve que hacer muchas cosas para “estimularlo”, como aprenderme y cantarle todas las canciones infantiles, para ver si él cantaba. Me las sé TODAS, las de los Backyardigans, las de Lazy Town… me las sé porque era la única que cantaba. Emilio no cantaba, sólo miraba fijamente la tele, y si yo la “muteaba” él no se daba ni cuenta.

Para mí era una pesadilla salir a la calle, sobre todo en esta época de navidad. Niñitos y niñitas tironeando a su papá o a su mamá para llamar su atención, gritándoles “MAMÁ, MAMÁ”, como suelen hacer los niños normales, esos niños que ustedes dicen que son “hincha pelotas”, y yo pensaba, muchas veces entre lágrimas: “Qué daría yo para que el Emilio me dijera mamá“, “Qué daría yo porque el Emilio me pidiera un regalo de navidad, saber lo que quiere, poder entenderlo”. Entonces, cuando los papás y mamás no los pescaban, o les gritaban que se callaran, ¿Cómo no me iba a dar rabia?, ¿Cómo no lo iba a encontrar “violento”?.

Tengo que decir que gracias a la ayuda de la Tía Norma y la Tía Lorena, terapeutas del Calvo Mackenna, el año pasado tuve mi primer día de la madre. Hoy el Emilio no sólo me mira, también me abraza y me dice “mamá”… Y grita y se me tira encima, y me interrumpe y hace todas esas cosas que para mí por tanto tiempo sólo eran un sueño lejano que cumplir.

Gracias Tía Norma y Tía Lorena, por todos estos años, por su trabajo y por todo el amor que nos han entregado.

Sólo quiero decirles, para terminar… no, quiero pedirles, que valoren a sus hijos: Déjenlos “hincharles las pelotas”, jueguen, canten y griten con ellos, “peluseen”, porque tienen la suerte de hacerlo, porque poder hacer esas cosas con sus hijos en una bendición de la vida, y porque cuando ellos crezcan, esos serán los mayores regalos que les habrán podido dar, mucho más que el Nintendo Wii o la Monster High.

Saludos.
Carolina Valka Castillo
Publicado en Plazas de BioBioChile