Las cardiopatías coronarias son la principal causa de muerte en Chile y, específicamente, el infarto agudo del miocardio (IAM) es el que provoca mayor letalidad entre individuos de ambos sexos. Un problema que en muchos casos viene desde la niñez.
Ocho de cada mil recién nacidos tienen una cardiopatía congénita, es decir una anormalidad en la estructura o función del corazón establecida durante la gestación. En nuestro país nacen anualmente 2.400 niños cardiópatas, representando la mayor malformación en lactantes. Al respecto la cardióloga infantil de la Clínica Cordillera, Sandra Bendtjerot, afirma que “de no ser vigiladas estas enfermedades en la infancia los individuos pueden presentar problemas graves en la adolescencia y adultez como padecer patologías crónicas cardiovasculares o una hipertensión arterial que los puede llevar a la muerte”.
Y agrega: “Si un niño de cuatro años tiene hipertensión y no cuida sus órganos dañados a causa de este mal, lo más seguro es que a los 20 años tenga serios problemas de salud”.
Es por esto que la especialista recomienda a los padres que lleven a sus hijos a controles médicos, sobre todo si poseen antecedentes hereditarios o alguna complicación cardiovascular que se presente. Por ejemplo, una taquicardia (aumento del ritmo cardiaco) o soplos (ruidos en el corazón que se producen por una interrupción del paso de la sangre). Así se podrá realizar un diagnóstico precoz y evitar consecuencias mayores.
Obesidad infantil: otro enemigo
Otro de los factores que inciden en riesgo cardiovacular es la obesidad. Según el ranking “Obesity: update 2012” que elaboró la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE) en febrero pasado, Chile se ubica en el sexto lugar a nivel mundial con un 28% de casos con sobrepeso en niños entre 5 a 17 años.
Frente a esto la cardióloga infantil de la Clínica Cordillera afirma que “si los niños están por arriba del peso que los doctores recomiendan, es muy probable que padezcan patologías coronarias cuando sean mayores”. Además sentencia que con una mala alimentación “vamos a tener adultos jóvenes hipertensos que sufrirán por no poder llevar la vida normal que tiene el resto de sus pares”.
Al respecto Bendtjerot recomienda que los niños lleven una alimentación equilibrada y tengan costumbre de hacer ejercicios. “En el caso que tengan una cardiopatía congénita es aconsejable que la actividad física sea bajo supervisión médica”, finaliza.