Este 31 de octubre en gran parte de los hogares chilenos se prepararon para celebrar “Halloween”, con todo lo que significa en término de disfraces, golosinas y otros. Y al parecer esta tradición “gringa” poco a poco ha ganado terreno quedando a la par con otras festividades como la “Navidad” por ejemplo.

Si bien la intención puede ser compartir con los más pequeños de la casa, hay un trasfondo de esta fiesta que no todos conocen, y que lamentablemente se ha ido arraigando con el tiempo en nuestro país.

El origen de esta celebración se remonta hace más de 3.000 años, como parte de los ritos realizados por un pueblo guerrero que habitaba zonas de Irlanda, Inglaterra, Escocia y Francia, denominados Celtas.

Cada 31 de octubre ellos celebraban en fin del verano y la cosecha, y el inicio de la “oscuridad” con el invierno boreal (que en el hemisferio sur vendría a ser el verano), de acuerdo a las versiones más tradicionales, pese a que aún no hay consenso absoluto.

Según esta versión, los celtas celebraban Samhain, que era la fecha cuando los espíritus salían a deambular por la tierra, para lo cual los celtas se disfrazaban con cabezas y pieles de animales, mientras los “druidas” (sacerdotes) iban de casa en casa demandando todo tipo de comidas para su propio consumo y como ofrenda para el festival de la muerte.

Sin embargo, si alguno se negaba, lanzaban una maldición demoníaca sobre el hogar, y la historia cuenta que alguien de esa familia moría en transcurso del año. De esta práctica surgió el “Trick-or-treat” (truco o trato), que derivó en el “dulce o travesura”.

Además del Samhain, también se celebraba otra fiesta más íntima denominada el “sabbath” o fiesta de brujas. Esta celebración reunía a brujos para ofrecer sacrificios a Satán, “señor de la muerte”, con ritos, actos sexuales y muerte de animales.

Claramente este sentido de la fiesta cambió una vez que los inmigrantes irlandeses arribaron a Estados Unidos, donde se popularizó esta fiesta a nivel continental, a excepción de ciertos países como Argentina, donde no es tomada en cuenta.

En Estados Unidos la práctica del “dulce o travesura” no comenzó de la mejor manera, pues en ella se dieron excesos como por ejemplo grupos de vándalos que derriban cercas, lanzaban huevos a las casas, e incluso dio pie para que en la década de 1920 un grupo racista conocidos como Ku Klux Klan realizara secuestros y asesinatos masivos.

Si bien su origen tiene relación con lo esotérico, lo cierto es que se ha convertido en una fecha para la diversión infantil. Claramente los niños no pretenden ocupar los dulces como ofrenda a espíritus malignos.

Sin embargo me parece que hay algunos puntos a los que dar atención. En primer lugar Halloween es una fiesta que apela al consumismo (tal como el Día del Niño, Navidad, etc), y en donde el comercio se prepara especialmente para esta fecha. Si bien el comprar es responsabilidad de cada uno, no es menos cierto que el chileno no es organizado en sus gastos y sus niveles de endeudamiento son francamente preocupantes.

Por otro lado, esta festividad no es originaria de nuestros antepasados. Sólo como ejemplo, el We Tripantu o celebración del año nuevo mapuche pasa casi desapercibido por gran parte de la población.

Y por último, hay un trasfondo psociológico oculto en esta fiesta infantil donde los principales elementos presentes son muerte, oscuridad, terror, miedo, violencia, amedrentamiento y chantaje, estos dos últimos reflejados en el inocente “dulce o travesura”.

Cada uno tiene la libertad de celebrar, pero antes infórmese qué celebra, si es que decide hacerlo.