La noche en Buenos Aires trae una brisa fría, pese a los 20 grados con los que la City cierra la jornada del domingo de podios y premios en el Dakar.

La mañana tuvo una mezcla de climas: Sol al comienzo, cuando “Poncho” López gritaba su emoción al subirse al podio para recibir su medalla que certificaba el arribo a la meta en el debut del piloto de cuadrimotos en un Dakar, nubes cuando Francisco López levantaba el podio más doloroso, como lo calificaban sus cercanos en el sector de boxes, y una tormenta eléctrica brutal cuando el “piloto rebelde” Jorge Latrach y buena parte del equipo Gasco (de enorme resultado al finalizar 4 de sus 5 componentes), se subía al auto para llegar al podio.

Y ésa mixtura de sensaciones resume lo que vivimos quienes estuvimos en la caravana durante las últimas dos semanas. La gloria y el revés encarnados en los éxitos de los nacionales y los abandonos de aquellos que construían grandes historias o aquellos que esforzadamente buscaron estar, pero que no pudieron superar el reto dakariano. La sorpresa de encontrarse con un evento de una factura extraordinaria desde el punto de vista de la producción y la realización tomando en cuenta los lugares que visitamos, aunque también había alguna molestia por sentirse “pollo en corral ajeno”.

Afortunadamente, tuve grandiosos compañeros de ruta (enorme el “Chilean Corner“ en cada centro de prensa), quienes fueron muy generosos y solidarios, como dignos intérpretes del espíritu dakariano, que resume en “Si todos estamos en la misma sintonía, nada sale mal” la mancomunión entre pilotos, mecánicos, responsables de la organización y periodistas, que encontraron en muchos los rostros de aquellos que les extrañaban en casa, haciendo un poco más llevadero el recorrido.

Se acaba una versión más de la prueba más exigente del mundo. Quedará en los archivos que ganaron Coma en las motos, Chagin en camiones, Patronelli en quads y Al Attiyah en autos. Pero para López Contardo, Gouet, Smith, Caballero, Casale, Rodríguez, Felipe y Jaime Prohens, Latrach, León, Casale y López Balart tiene un sabor especial, porque para muchos es un primera vez que compiten -y finalizan- un Dakar, un sentimiento que comparto con cada uno de ellos.

Termina aquí una aventura que se inició en diciembre con el término del fútbol local. Hoy, recorreré las callecitas de Buenos Aires, intentando redescubrir aquel encanto particular que tiene para el visitante y cargar energías para el vertiginoso 2011 en lo deportivo.

Gracias a todos por elegir Bío Bío para saber del Dakar, ya sea escuchándolo o siguiendo el relato de este especial. Se reciben todos los comentarios habidos y por haber, aunque siempre desde el respeto. El 2012 no se sabe lo que vendrá para la carrera como para nosotros, pero hoy queda el gusto de haberles contado un evento de clase mundial.

Hasta pronto…