El papa Benedicto XVI condenó este viernes por la noche en términos muy duros a los que siembran la violencia y la guerra en el mundo, al celebrar la misa de Navidad en la basílica de San Pedro de Roma, en medio de estrictas medidas de seguridad.

Benedicto XVI

Benedicto XVI | Wikipedia

El Papa rogó por un mundo de “justicia, amor y paz”, rodeado por medidas de seguridad reforzadas tras la agresión de un año atrás por una desequilibrada.

“Señor, cumple por entero tu promesa. Quiebra la vara de los opresores. Quema las botas resonantes (de los soldados). Haz que termine el tiempo de las túnicas ensangrentadas”, dijo el Papa en su homilía ante miles de fieles congregados en la plaza del Vaticano.

“Te damos gracias por tu bondad, pero también te pedimos: Muestra tu poder. Erige en el mundo el dominio de tu verdad, de tu amor; el ‘reino de justicia, de amor y de paz’”, agregó.

Benedicto XVI ampliará su homilía el sábado, día de Navidad, en su tradicional mensaje antes de la bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo), en el que habitualmente se refiere a los diversos conflictos mundiales.

En la víspera del día que la tradición señala como el del nacimiento del hijo de Dios, el Papa señaló que Cristo “en la debilidad como niño” muestra “frente a los poderes presuntuosos del mundo, la fortaleza propia de Dios”.

“Este niño ha encendido en los hombres la luz de la bondad y les ha dado la fuerza de resistir a la tiranía del poder”, sostuvo.

Benedicto XVI pidió también que se establezca una “verdadera hermandad”: “Ayúdanos a reconocer tu rostro en el otro que me necesita, en los que sufren o están desamparados, en todos los hombres, y a vivir junto a ti como hermanos y hermanas, para convertirnos en una familia, tu familia”.

Como el año pasado, la misa de medianoche fue adelantada a las 22H00 (21H00 GMT) en consideración de los 83 años del Papa.

La violencia fue en particular evocada en esta fecha por los cristianos de Tierra Santa, que se preparaban para celebrar la Navidad en el corazón de una región de luto por la matanza y el éxodo de cristianos de Irak y siempre supeditada al estancamiento del conflicto israelo-palestino.

El patriarca latino de Jerusalén, Fuad Twal, la más alta autoridad católica romana en Tierra Santa, hizo su entrada solemne a la ciudad palestina de Belén, donde ondeaban banderas palestinas y vaticanas.

Twal, en su homilía de Navidad en Belén, en la Cisjordania ocupada, dijo que esperaba que “el tañido de las campanas de nuestras iglesias cubra el ruido de las armas en nuestro Medio Oriente herido”.

La ciudad Belén, donde nació Jesús según la tradición cristiana, se encuentra más allá del muro de seguridad construida por Israel.

“En esta Navidad, deseamos que Jerusalén se convierta no sólo en la capital de ambas naciones (israelí y palestina), sino también en modelo para el mundo entero de buen entendimiento y coexistencia entre las tres religiones monoteístas”, añadió en su sermón difundido antes de la misa.

Monseñor Twal presidió a partir de las 21H00 GMT la tradicional misa de medianoche en la iglesia de Santa Catalina, al lado de la basílica de la Natividad, en presencia del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas.

El prelado alude en su sermón a la suerte de los cristianos de Irak, que huyeron de su país después de que un comando armado atacara el pasado 31 de octubre la catedral en plena misa, causando la muerte de 44 fieles, dos sacerdotes y siete miembros de las fuerzas de seguridad.

Actualmente viven en Irak medio millón de cristianos, frente a los entre 800.000 y 1,2 millones que había en 2003.

“En un mundo desgarrado por la violencia y el integrismo, que legitima las peores acciones, hasta los asesinatos en las iglesias, el Niño de Belén nos recuerda que el primer mandamiento es el Amor. Nos enseña el perdón y la reconciliación, incluso con nuestros enemigos”, subraya el patriarca.

Monseñor Twal, de 70 años de edad, exhorta al diálogo interconfesional e interreligioso.

Al prelado lo acompañaron grupos de cristianos palestinos vestidos con uniformes coloridos y gaitas –herencia de los tiempos en que la región estuvo bajo mandato británico–, que dieron a la ocasión un ambiente festivo.

El lugar del nacimiento de Cristo recibe multitud de peregrinos y turistas desde hace varias semanas. Belén habrá recibido cerca de 1,5 millones de visitantes en 2010, y la Tierra Santa, más de 3 millones (una cifra récord), según estadísticas palestinas.

El ejército israelí recibió la orden de facilitar, durante las fiestas de Navidad, el paso de los controles a los peregrinos cristianos, entre ellos los palestinos de los territorios ocupados y los árabes israelíes.