La justicia alemana amplió este viernes el derecho a la eutanasia pasiva, al estimar que la interrupción de un tratamiento que mantenía viva a una enferma contra su voluntad no podía dar lugar a condena judicial.

La Corte federal de justicia absolvió a un abogado que había aconsejado a una mujer cortar la sonda que mantenía viva desde hacía cinco años a su madre, la cual había solicitado anteriormente no ser mantenida viva artificialmente. El juicio de la corte tiene valor de jurisprudencia.

El abogado había sido condenado a nueve meses de prisión excarcelables, pero la hija de la persona fallecida había sido absuelta, al estimar el tribunal que el abogado la había “inducido a error”.

En octubre de 2002, Erika Küllmer, de 71 años, quedó en coma tras una hemorragia cerebral. Anteriormente, Küllmer había afirmado no desear ser mantenida viva artificialmente.

Küllmer, que pasó a vivir en un hospicio, sólo sobrevivía gracias a una sonda gástrica que le aportaba alimento y agua. La dirección del hospicio se negaba a seguir los consejos de un médico que quería interrumpir esta alimentación artificial, afirmando tener el deber moral de no dejarla morir de hambre y sed.

En diciembre de 2007, su hija y su hijo cortaron la sonda y la madre murió días después “de muerte natural”, según la autopsia, tras haber sido trasladada al hospital, donde se lo colocó una nueva sonda, a pedido del hospicio.

Posteriormente, su hijo se suicidó, mientras que su hija y su abogado fueron demandados. El abogado fue condenado, pese a que la fiscalía pidió su absolución.