Martes 05 marzo de 2019 | 17:14

Opinión - Lo que nos dejó Viña 2019: Entre la sandía "calá" y el nicho

Agencia UNO

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Los números estelares del Festival de Viña se mueven entre artistas como Raphael, Marco Antonio Solís o Yuri y, por otro lado, Bad Bunny y Becky G. Es decir, la sandía “calá” y el nicho.

Los primeros, no importa cuántas veces hayan venido, o si están celebrando más años de carrera que la edad promedio de la galería o si repiten el repertorio como un loop, porque les va a ir bien sí o sí.

¿Quién no ha bailado “qué cosas suceden/con el apagón” en alguna fiesta de matrimonio, donde Yuri no falla?

Sí se agradece que un artista como Raphael, que ya tiene su voz disminuida, se reinvente acompañándose con músicos sinfónicos (la Filarmónica de Chile, en este caso) y arreglos electrónicos y siga siendo pura energía.

Así como es meritorio el esfuerzo de Yuri por llenar harto el escenario con bailarines y músicos y que se cambie de vestuario, canción por medio, a la velocidad del rayo y sin moverse de donde está.

También entran en la sandía “calá” los reggaetoneros: el “dembow” llegó para quedarse y todo indica que seguiremos teniendo a alguno de sus exponentes de aquí a unos buenos festivales más. Este año fueron Wisin & Yandel, en su tercera pasada por el Festival (juntos, porque entremedio se habían separado y habían venido cada uno por su cuenta).

En el otro extremo, así como se nos apareció marzo, para gran cantidad de público — mayoritariamente espectadores de TV— fue un shock ver sobre la Quinta, justo la noche de cierre, a un chico de 23 años vestido de buzo rosa-malva a media pierna, saltando, cantando y musitando en portorriqueño (que es más difícil de entender que el chileno promedio).

Y para más asombro de esa gente en la casa, la Quinta ¡deliraba! de felicidad. El motivo: Bad Bunny, exponente del trap latino, un estilo de música urbana ni tan nuevo, que alcanzó fama mundial (es ídolo en España, por ejemplo) a través de redes sociales, subiendo su música a plataformas especializadas.

Y no sólo eso: ha sido nominado y ha recibido importantes premios de la industria. Recién en diciembre del año pasado grabó su primer disco. Y con él, como invitado, subió Arcángel, con más años de popularidad (se echó de menos a Paloma Mami).

Y cerró Becky G, un solo disco a su haber, 22 años cumplidos sobre el escenario.

Que el Festival se haga cargo de este fenómeno, la música en nuevo soporte —el equivalente al streaming de series y películas— es interesante.

La pregunta es: ¿cómo se concilia la vocación masiva del Festival con la mínima renovación?

Entre uno y otro extremo está alguien como Marc Anthony, que si bien es sandía “calá”, es un artista en su mejor momento y es probable que siga creciendo. Pero ¿por quién de ellos será recordado el festival #60 ?

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