¿Cuántas veces al día te quejas de cosas que en realidad no son tan negativas como las haces parecer? Que llueve demasiado, que hay ruido, que tu trabajo te tiene cansado, que siempre debes hacer todo, son sólo algunos de los reclamos cotidianos que muchos hacen. Pero, ¿qué pasaría si por sólo un mes te olvidaras de las quejas?

Esto fue lo que hicieron el suizo Thierry Blancpain y el belga Pieter Pelgrims, un par de amigos que en 2010 se propusieron pasar todo febrero sin quejarse. Repitieron la hazaña cada año notando positivos resultados, hasta que en 2014 invitaron a otros conocidos a unirse. Al ver lo estimulante que resultaba, en 2015 decidieron abrir su experiencia al mundo y crear el sitio web Complaint Restraint February, donde cualquier persona puede sumarse a la iniciativa.

“Pieter y yo llevamos siendo amigos desde hace 10 años y hemos trabajado juntos en muchos proyectos y en 2010, tuvimos la idea de dejar de quejarnos por un mes”, contó Blancpain al diario El País. “Como después nos sentimos más felices, decidimos repetir al año siguiente”, añadió, revelando que cuando abrieron el sitio al público el año pasado tuvieron 1.750 solicitudes.

Blancpain no cree que quejarse sea malo de por sí, sin embargo, explica que los seres humanos solemos refunfuñar por cosas cotidianas que no tienen nada de terribles y añadimos resentimiento innecesario a nuestras vidas. “La lluvia, el bebé que llora en el restaurante, el jefe que te hace estar una hora más en la oficina, el autobús que perdiste para ir al trabajo. Situaciones que vistas con perspectiva no importan y en las que enfocarse es una pérdida de tiempo y energía. Si tenemos comida, casa, familia, amigos…¿no deberíamos ser felices?”, plantea.

Tras 5 años realizando este experimento, este par de amigos han notado algunos beneficios: Un incremento de “la sensación de felicidad” al dejar de enfocarte en lo malo y una disminución de la sensación de “estar quemado”. Además, aprendes “sobre la forma en que nos comunicamos y cómo se comunica la gente de nuestro alrededor”. Y por otro lado, te das cuenta de quiénes en tu entorno son demasiado negativos y te hacen mal.

De hecho, durante el mes que pasa sin quejarse, Blancpain dice que nota como algunas personas son muy amargadas y se aprobleman por cosas insignificantes, cuando la solución muchas veces es simple. “Si alguien viene y me cuenta que alguna pequeña cosa negativa sobre su trabajo, le pregunto si no cree que su jefe horrible es señal de que debe buscar un nuevo empleo”, comenta.

Para él tampoco se trata de dejar de quejarte por completo, sino que darte cuenta de qué cosas no valen la pena y “redirigir esa energía a aspectos positivos”.

Algunas razones para quejarte menos

La psicóloga Mireia Navarro Vera, del centro El Teu Espai de España, explica que en realidad las quejas triviales no sirven de mucho. “Aparte de anclarte en lo negativo, te impide buscar soluciones. Normalmente, la gente con tendencia a la queja, es poco resolutiva. Ven problemas en las soluciones y no suelen poner remedio a lo que les molesta. Si me quejo continuamente de mi jefe pero no le pongo remedio, ¿de qué me sirve?”, señala la especialista.

“Si mi trabajo no me hace feliz, quejarme no sirve de nada, debo buscar soluciones: o bien arreglo la situación que no me gusta dentro de mi trabajo o bien cambio de empleo, o al menos lo intento”, dice ella como ejemplo.

Navarro además entregó 9 razones para dejar de quejarse por todo.

Las quejas hacen que las cosas se vean peor de lo que son

“Cuando alguien se queja se centra solamente en lo que está mal, no presta atención a nada más. Aunque lo que está mal sea solo el 20% y el 80% restante esté bien, se fija en lo negativo, obviando lo positivo. Cuando te pasas el día quejándote y hablando de lo malo, acabas viendo las cosas peor de lo que realmente son”, explicó la psicóloga.

Corres el riesgo de que se convierta en un hábito

“Cuanto más te enfocas en lo negativo, más difícil se hace ver el lado bueno de las cosas y más te alejas de una mentalidad positiva. Nuestros hábitos nos definen y nos guían, así que deberíamos cuidar mucho que hábitos escogemos”.

Acabas teniendo lo que enfocas

“Es lo que los psicólogos llamamos el sesgo de confirmación: es una tendencia a interpretar la nueva información de manera que confirme las propias preconcepciones y obviar la información que contradice nuestras creencias. Por lo tanto, si yo me focalizo en lo negativo, tenderé a escoger la información que me da la razón de que todo es una mierda y dejaré de ver la información que me dice lo contrario”.

Las quejas conducen a los demás a la queja

“Normalmente el discurso de una persona que se queja genera en el oyente esta tendencia a la protesta, creando un clima de malestar emocional palpable. Si tu entorno se queja, acabas intoxicándote de esa tendencia y focalizando también tu atención en las cosas negativas. Te acabas creyendo sus quejas y haciéndolas tuyas”.

Las quejas generan sensación de indefensión

“En un ambiente de continua queja, se acaba pensando que no hay solución, que no se puede hacer nada por cambiar las cosas, que hagas lo que hagas todo continuará siendo malo o peor”.

La queja mata a la innovación

“Una persona que se queja es la primera en disparar en contra de una idea innovadora. Creatividad y queja son dos cosas opuestas, o se da la una o se da la otra, pero no las verás juntas”.

La queja atrae a gente negativa

“La queja atrae hacia sí a gente negativa, cualquier persona optimista será vista como poco realista o ingenua”

La queja crea relaciones insanas

“Las personas que se quejan juntas, se unen contra el mundo y se alimentan unos a otros para seguir siendo negativos, cualquier idea positiva será mal vista. Al final, se acaban uniendo entre sí y formando ‘grupos cerrados’ de retroalimentación negativa”.

La queja y el pesimismo son dos caras de la misma moneda

“La queja te focaliza en lo negativo y eso te lleva al pesimismo, a ver solo el problema de cada asunto, sin pensar nunca en las soluciones. El que es pesimista cree que pensando en lo peor estará más preparado cuando llegue, pero lo que no sabe es que el optimista disfruta más de la vida y cuando le llega el problema se focaliza en la solución, teniendo absoluta confianza en que lo que está haciendo va a funcionar”.

¿Te atreves a pasar un mes sin quejarte?