Una duda que las atormenta desde muy jóvenes une a Jeannette Aguilera (47), Mónica Albornoz (52), Cristina Novoa (57) y Nora Yañez (55), luego de dar a luz a sus primeros hijos, los perdieron. Les dijeron que habían muerto y a pesar de creer, tal vez por falta de experiencia o por los duros años que se vivían en esa época, nunca quedaron tranquilas.

Estos pueden ser nuevos casos de adopciones ilegales durante la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet, pero en la provincia de Bío Bío. Así al menos lo creen ellas, quienes nuevamente concibieron la incertidumbre reprimida, tras las diversas publicaciones periodísticas y la investigación que encabeza el ministro de la Corte de Apelaciones, Mario Carroza.

Era 1977 y Cristina Novoa Pinto en ese entonces tenía 16 años, no sabía leer ni escribir, pero estaba esperando a su primer hijo y lo llamaría José, como su pareja. Las fechas y los detalles los recuerda bien, el parto fue el 2 de enero en el Hospital de Laja, “mi bebé nació sano y fuerte; pesó 3 kilos 250 gramos; todo en perfecto estado”, señala.

Hasta ahí iba bien, al menos durante las primeras horas luego del parto, ya que indica que su hijo “estuvo solo dos días a mi lado. De pronto me dicen que mi bebé estaba enfermo y debía ser trasladado al Hospital Regional de Concepción”. No le quedó más que aceptar y le hicieron firmar un documento que supuestamente autorizaba el traslado a un hospital de Santiago que nunca especificaron.

Cristina continuó en Laja esperando novedades. Un día una funcionaria del recinto asistencial lajino, fue hasta su casa para darle la peor noticia que hasta el momento había recibido.

“Me dijo que mi bebé había fallecido y yo le pregunté ‘¿Cómo podía hacer para ir a Santiago y buscar el cadáver?’, y me dijo que no valía la pena que fuera, porque lo habían quemado (sic)”, recordó la mujer de actuales 57 años.

Pese a su intención de viajar a la capital para recuperar lo que quedaba de su pequeño José, no lo logró, debido a la situación precaria en la que vivía, y agrega “tampoco me entregaron algún papel, ni el acta de defunción, ni nada”.

Un año más tarde, también en Laja

Cristina tiene una vecina de nombre Nora Yáñez, es dos años menor que ella (tiene 55) y también dio a luz a su primer hijo en el Hospital de Laja. Tenía 15 años. “Mi niño José Luis” -como ella lo recuerda-, nació con cerca de 8 meses, el 21 de mayo de 1978.

Apelando a su eterna nostalgia, señala que “nació bien, un niño sano; era grande; lloró con fuerza, como corresponde”. Asegura que siempre estuvo a atenta a todo el procedimiento, de hecho recuerda que “me lo pusieron en la guatita para cortar su cordón umbilical y también vi que está bien y sanito”.

Su primera experiencia como madre hasta ahí iba muy bien, pero de un momento a otro “me lo sacan de la sala, porque como era prematuro, me dijeron que lo llevaban para Los Ángeles, para ponerlo en una incubadora” de ahí en más “no me permitieron verlo”, pero cuando terminaron el trabajo de parto pudo observar que estaba en una sala y al pasar “lo alcanzo a divisar que lloraba y lloraba con una fuerza, porque el niño nació súper bien”, insiste.

Tal vez ese fuerte llanto se adelantaba a lo que vendría. Mientras estuvo hospitalizada en Laja, Nora consultaba constantemente por teléfono sobre el estado de salud de su José Luis, que ya permanecía en la capital provincial de Bío Bío, ahí siempre le contestaban: “sí, está bien su niño”.

Luego del alta, un día viernes -recuerda-, no llamó pero acordó con su pareja (actual marido) viajar hasta Los Ángeles para ir verlo y saber más detalles de su estado. Al llegar y consultar por el bebé, señala que recibió una dura respuesta: “Su hijo murió el día viernes, tuvo un paro cardíaco”.

A pesar de su negativa de creer lo que le habían dicho, pidió el cuerpo, pero le habrían señalado que no se lo entregaron porque pasó el fin de semana y lo enterraron en una fosa común. La duda de Nora se acrecentó, porque pese a tener un supuesto contacto telefónico constante, nunca le avisaron de algún problema.

Al igual que en el caso de Cristina, le hicieron firmar un documento justo después de saber de la muerte del pequeño, por lo que con la conmoción, asegura que no recuerda lo que decía el papel.

Lo que sí recuerda, es que insistió en que le pasaran a su hijo, pero solo la ingresaron a una sala donde habían muchos bebés, con frustración indica que los pudo ver a distancia y eran todos iguales, así que no logró saber si ahí estaba el suyo.

A 30 años de lo ocurrido aun no se resigna, actualmente tiene otros 4 hijos pero las dudas la embargan, por eso con convicción, pero voz temblorosa y quebrada expresa que “nunca pude aceptarlo, no lo acepté jamás, porque la pérdida de un hijo no se recupera nunca, jamás. Aunque se haya muerto como ellos me dijeron, o ahora más aun que estamos con esa esperanza de que esté vivo, más aun ha crecido nuevamente este dolor”.

Mismos hospitales y sin cuerpo

1982, Mónica Albornoz de actuales 52 años, tenía 17. Es y era de Renaico, Región de La Araucanía, pero recuerda que vivía en un sector rural en las cercanías de Concepción, aunque constantemente tomaba el tren para visitar a su familia y realizarse controles en la comuna de la Provincia de Malleco. Estaba embarazada y su objetivo era tener a su pequeña María Luisa en Angol.

Sin embargo su primera hija adelantaría en algo los planes, en octubre realizó su tradicional travesía, pero a mitad de camino comenzó con trabajo de parto. El tren se detuvo en Laja y la inernaron en el hospital de esa comuna, sin siquiera saber ni conocer lo que años antes le había ocurrido a Cristina y Nora.

Mónica detalla que cuando “tuve a mi guagua, el doctor me la pasó, yo la vi y estaba bien. La tuve como 10 minutos en mis brazos y de repente el doctor me dice que tienen que llevársela porque la van a poner en incubadora para llevársela a Los Ángeles”.

La seguridad y el cargo hicieron que ella confiara en la palabra del médico. Días más tarde, tras recibir el alta, fue hasta Los Ángeles a consultar por su hija, pero tendría una información en el Hospital angelino que no olvidaría jamás.

Me dijeron que mi guagua había muerto y no me entregaron papeles, ni una cosa. Tampoco me entregaron cuerpo, nada. Y en esos tiempos no tenía mucha personalidad como para preguntar (…) Yo siempre me quedé con esa angustia en mí, de no tenerla donde irla a llorar, una sepultura, pero nunca me imaginé algo más”, manifiesta.

Despertó y decidió hacer algo

Un reportaje le hizo aflorar un sentimiento reprimido a Jeannette Aguilera de 47 años, la publicación hablaba de la investigación que lleva adelante el ministro de la Corte de Apelaciones, Mario Carroza. Se trata de las adopciones irregulares que quedaron al descubierto en 579 documentos de Telma Uribe, asistente social de 96 años, inculpada por presuntamente participar de estos hechos.

Todos los recuerdos de Jeannette le cayeron encima. “Yo el 18 de marzo de 1989, (tenía 17 años y) fui a dar a luz a mi primer hijo con 8 meses y medio, en el Hospital de Los Ángeles. Cuando él nació lo sacaron de la pieza y me dijeron que había muerto”, detalla la madre.

Añade que “cuatro o cinco horas más tarde, pedí ver el cuerpo y me dijeron que no, que mi hijo había muerto porque traía un bracito doblado hacia atrás y pedí el cuerpo y me dijeron que no, porque ya lo habían sepultado en una fosa común. Me quedé con la duda casi 29 años”.

Sin embargo, las publicaciones periodísticas le hicieron tomar la iniciativa junto a su marido de buscar orientación y consultó en la Policía de Investigaciones de Los Ángeles, no sin antes publicar a través de Facebook sus dudas.

Fue ahí donde conoció a Mónica, Cristina y Nora. Se dio cuenta que sus historias son similares, no hubo cuerpo de los supuestos bebés muertos, ni documentos que respaldaran la defunción. Todas eran madres primerizas y menores de edad. Además los episodios transcurrieron en dictadura.

Incompetencia

La orientación recibida por la PDI, la transmitió a las otras madres y juntas volvieron al cuartel para presentar las respectivas denuncias, las que fueron acogidas y enviadas a la Brigada de Homicidios.

El jefe de dicha sección especializada, comisario Jaime Quiroz, confirmó la recepción de éstas y detalló que “como Brigada de Homicidios, nosotros adoptamos el procedimiento respectivo” y derivaron los antecedentes al Ministerio Público.

Consultada la Fiscalía Regional del Bío Bío, declinaron dar una declaración pública y desde su departamento de comunicaciones, se limitaron a indicar que tuvieron que declararse incompetentes por la fecha en que ocurrieron los hechos y traspasaron los informes al Juzgado del Crímen de Los Ángeles.

Madres de Bío Bío

La fe se ha restablecido en sus vidas. Sus objetivos solo son saber la verdad y conocer a sus hijos. También esperan que el Instituto Nacional de Derechos Humanos se haga parte en sus casos, como lo ha hecho hasta ahora en Santiago.

Nora Yáñez, madre de José Luis, tiene esperanza y sueña con que esto llegue a buen puerto. Su voz y semblanza se vuelven a quebrar cuando intenta explicar cómo se siente y qué es lo que quiere ella junto a las otras madres de la Provincia de Biobío, cuyos casos –sospechan- podrían ser parte de las adopciones ilegales registradas en dictadura.

“Tengo la esperanza de que pueda aparecer (su hijo), estar en algún lugar y que pueda encontrarlo. Poder verlo y abrazarlo, y poder descansar de este dolor”, sostuvo emocionada.

Nelson Ojeda | RBB
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