Pese a tener buenos soportes –tema valioso, punto de vista y, en general, buen desempeño del elenco- esta producción, escrita y dirigida por José Luis Cáceres (“El cañaveral”) tiene importantes dificultades escénicas.

En la cuerda de comedia negra, reflexiona de manera crítica sobre la democracia actual en el país y cómo el acontecer político y social negativo impacta en la vida íntima y personal.

El paso del tiempo ha demolido las sólidas convicciones ideológicas, políticas y humanas que enarbolaron alguna vez cuatro adultos jóvenes, junto con distorsionar sus vidas.

Aunque el tema ha sido tratado en numerosas obras, su vigencia se explica porque la problemática ideológica de fondo está latente en nuestra convulsionada sociedad.

Es posible que los cuatro personajes del relato no regresaran al país del exilio predispuestos a abandonar sus principios progresistas… Al parecer, no imaginaron que chocarían con el mundo real.

Ahora les toca vivir el neoliberalismo económico enraizado, el peso del consumismo, el abandono o el mimetismo ideológico y unas cuantas traiciones que forman parte del nuevo cuadro.

Y al no ver posibilidades de cambiar la realidad, se acomodan a las circunstancias, con un apéndice: la propuesta abre un espacio en sus mentes y voluntades para que planifiquen un increíble atentado, como un modo de sobrevivencia ética.

Entre dualidades

Interesante resulta que el debate ideológico, político y económico no se agote en sus márgenes conceptuales, sino que busque articularse con el microcosmos de las emociones y los sentimientos personales y colectivos.

Esta dualidad de la propuesta de Cáceres, que se manifiesta también en los momentos de humor y drama, la revisión del pasado, y las reacciones emotivas y enfermizas, genera un enjambre de sugerencias e interrogantes que debieran mostrarse y desarrollarse escénicamente.

Sin embargo, este objetivo no se logra con claridad sobre el escenario, en el desarrollo de los diálogos, en la proyección temática ni en la instalación del punto de vista.

La discusión ideológica se enrarece con el impacto en el área emotiva de las personas y en sus relaciones de parejas y sentimientos. Y viceversa.

El conjunto de ideas y sentires se entregan de manera no convencional –lo que es valioso- a través de conductas delirantes y recursos que, en ocasiones, no se justifican.

A su vez, el enlentecido ritmo general, asociado a un esquema de movimientos con poca potencia disminuyen el peso de la propuesta.

Y aunque Claudia Burr, Patricio Ruiz y Pablo Jerez predisponen bien sus cuerpos actorales, queda la sensación de no ser bien aprovechada sus capacidades.

Es posible que este ambicioso proyecto escénico que deambula por territorios sociales, políticos, emotivos, ideológicos, personales, sentimentales y corporales, en función de hacer una crítica global a la sociedad actual, requiere un tiempo mayor de trabajo para su pleno ensamblaje y una llegada cautivante para el público general.

Sala Camilo Henríquez. Amunátegui 31. Fono 232013861. Jueves a sábado 20.30 horas. Entrada general $ 6.000; estudiantes y tercera edad $ 4.000. Hasta el 25 de Noviembre.