Desde el Caleuche hasta el Holandés Errante, en todo el mundo existen leyendas sobre barcos fantasmas que surcan los mares desprovistos de una tripulación (al menos, humana). Sin embargo, no es necesario recurrir a la ficción para dar con uno de los mayores misterios que -hasta la fecha- siguen sin respuesta en los anales de la navegación, sobre un verdadero barco fantasma.

Construido en Canadá en 1861, el Mary Celeste fue un barco que desde sus inicios pareció estar bajo un sino funesto. Su primer capitán, Robert McLellan, murió de neumonía sólo 9 días después de haber sido puesto a cargo del navío. Fue el comienzo de una serie de incidentes que incluyeron dos colisiones con otros barcos, un incendio y un encallamiento, los que hicieron correr la voz de que la embarcación estaba maldita.

Cuando 6 años sin contratiempos empezaban a liberarlo de su fama, el barco fue comisionado al capitán Benjamin Briggs para transportar 1.700 barriles de alcohol desde Nueva York hasta Italia, donde serían usados en la industria vitivinícola.

El Mary Celeste zarpó el 5 de noviembre desde Estados Unidos, llevando consigo una tripulación de 7 marineros cuyos registros los señalaban como intachables, diestros y responsables. También se encontraban a bordo Sarah y Sophia, la esposa e hija de 2 años del capitán Briggs.

Un par de días antes, la familia había cenado junto a la del capitán David Reed Morehouse, un antiguo amigo de Briggs. Morehouse también debía transportar un cargamento a Europa, pero saldría del puerto de Nueva York una semana después.

Benjamin Briggs, su esposa Sarah y su hija Sophie

Benjamin Briggs, su esposa Sarah y su hija Sophie

La desaparición

El 4 de diciembre de 1872, unos 1.000 kilómetros al oeste de Portugal, el timonel del barco de Morehouse avistó otro navío que flotaba a la deriva, con movimientos erráticos. Tras examinarlo con detención, los tripulantes quedaron pasmados: se trataba del Mary Celeste. ¿Por qué se encontraba ahí? Para esa fecha, ya debería haber recalado en Italia.

Los marinos observaron a distancia prudente la nave durante 2 horas, en las cuales no detectaron señales de vida. Luego, un grupo de hombres abordó el barco, confirmando que estaba completamente abandonado.

La situación era aún más intrigante. La embarcación no presentaba daños ni señales de haber sufrido una emergencia. Tampoco habían indicios de violencia en su interior. Según el primer oficial, Oliver Deveau, el único signo que le causó extrañeza fue ver que el barco tenía casi un metro de agua en su bodega, no la suficiente para poner en riesgo al navío.

Avistamiento

Avistamiento

Al interior del Mary Celeste estaba su carga íntegra, así como las provisiones y efectos personales de la tripulación. Lo único que se echó en falta fue su bote salvavidas, dos bombas de agua, los papeles del barco y algunos instrumentos de navegación como el sextante y el cronómetro marino. En tanto, la brújula estaba rota y el reloj del barco no funcionaba.

La bitácora del capitán, que estaba a bordo, tenía su último registro fechado el 25 de noviembre y no daba cuenta de nada anormal. Tampoco habían reportes de que la zona fuera azotada por una tormenta de importancia.

Era como si la tripulación del barco se hubiera desvanecido.

¿Qué sucedió?

Incapaz de resolver el misterio por sí solo, Morehouse llevó al Mary Celeste hasta la cercana Gibraltar, para alertar a las autoridades. Su esperanza era que Briggs, su familia y los demás -por la razón que fuera- hubieran usado el bote salvavidas para llegar a puerto, sin embargo no había noticia de ellos.

Autoridades británicas y estadounidenses revisaron cuidadosamente el barco. Confirmaron que no habían huellas de impactos violencia o alguna otra catástrofe, sin embargo descubrieron que 9 de los 1.701 barriles de alcohol estaban vacíos.

Aunque en un principio esto llevó a pensar que los marineros pudieron emborracharse y atacar al capitán, para luego huir en el bote salvavidas, la tesis fue descartada debido a que Briggs era abstemio y no toleraba que se bebiera en su nave. Además, no había ningún signo que hiciera pensar en una refriega al interior del barco.

Las mismas razones descartaron que el Mary Celeste hubiera sido abordado por piratas, sumado a que la carga estaba casi intacta y sólo faltaban elementos de poco valor.

Fue un examen acucioso de los barriles el que trajo a la luz una nueva evidencia: los 9 barriles vacíos estaban elaborados con madera de roble rojo en vez de blanco, como el resto, material que es más poroso y susceptible a fugas de vapores, sobre todo en una carga tan peligrosa como el alcohol.

Una tesis comienza a tomar forma

Actualmente, la teoría más plausible sobre las últimas horas de la tripulación en el Mary Celeste, es que los vapores del alcohol, sumado a una estiba incorrecta de la carga, provocó que los barriles se friccionaran unos contra otros, creando una nube de vapores inflamables desde la bodega, e incluso puede que pequeñas explosiones, las que llevaron al capitán a pensar que el barco estaba en riesgo de estallar.

Presas del pánico, los ocupantes habrían evacuado la nave hacia el bote salvavidas, manteniéndose a distancia prudente para regresar si la bodega se ventilaba y pasaba el peligro. Por desgracia, el oleaje los habría alejado demasiado del barco, presumiendo que habrían naufragado o perecido debido a la falta de agua y alimentos.

Aunque esta hipótesis tiene el mayor respaldo de investigadores e incluso de los descendientes de Briggs, tiene un punto débil: cuando la tripulación de Morehouse abordó al Mary Celeste encontraron la escotilla principal de la bodega asegurada. Más aún, no existe testimonio de que hayan percibido olor a alcohol en la bodega, el que debió haber sido muy penetrante si fue capaz de provocar tal alarma.

De aquí se escinde una segunda teoría planteada recién en 2007: el capitán estimó que no lograrían llegar a Italia debido a un problema en una de las bombas del barco, sobreestimando el tiempo en que la nave tardaría en llenarse de agua, lo que lo llevó a ordenar el abandono prematuro del Mary Celeste.

Posteriormente, el bote salvavidas corrió el mismo destino que Briggs había tratado de evitar.

El fin del Mary Celeste

El infame viaje de Briggs no terminó con la “maldición” que parecía pesar sobre el barco. Mientras regresaba a América, un accidente a bordo cobró la vida del padre de su propietario, James Winchester, hecho que lo llevó a deshacerse de él de inmediato, aunque esto le provocara pérdidas financieras.

Durante los siguientes 13 años, el Mary Celeste cambió 17 veces de dueño. El último de ellos, identificado sólo como G. C. Parker, intentó usarlo en 1885 para estafar a una empresa de seguros, llenándolo con un cargamento de chatarra y haciéndolo encallar intencionalmente contra un arrecife en Haití, a fin de cobrar la póliza.

Pero ni siquiera en esta tarea el barco quiso ser complaciente. La nave no se hundió, por lo que Parker le prendió fuego. De forma increíble, el incendio sólo consumió una parte de la embarcación -en la cual se encontraba la bitácora con las anotaciones de Briggs- pero la mayor parte de su estructura permaneció indemne.

Revelado su engaño, Parker fue arrestado por intento de fraude y por destrucción intencionada de un navío, delito que entonces era penado con la muerte. El hombre no fue sentenciado a la pena capital, pero su paso por prisión afectó su salud y murió 3 meses después.

En tanto, las autoridades estimaron que no valía la pena intentar reparar al Mary Celeste, dejándolo que se hundiera lentamente en las costas de Haití, junto a la misteriosa lista de fatalidades que arrastró en sus 24 años de existencia.