7 tiros, una escopeta de caza y una escena de terror. Sus víctimas intentaron escapar, sin éxito, ante su furia por ser castigado. La frialdad para confesar la masacre descolocó a la policía. Ahora, la justicia evalúa la salud mental de un joven que permanece recluido en un centro especial, hasta determinarse si es imputado o no por matar a sus padres y pequeño hermano.

Ni una película de terror ostenta tal nivel de barbarie. Se trata de una situación difícil de creer por el grado de saña con el que un adolescente de 15 años acabó con su familia. Cada tiro, deja entrever su ira por una determinación parental que sólo buscaba un escarmiento y no una venganza de tales magnitudes.

Ocurrió en Alicante, España, donde la comunidad ha quedado perpleja por la fatal decisión del chico, quien estaba presentando problemas de desempeño en el colegio. Los videojuegos y su atención total a estos, forman parte de la explicación a su conducta.

Su madre decidió esconderle la consola, por lo que su hijo arremetió, en venganza, con negarse a ayudar en las tareas domésticas que son encomendadas a los adolescentes en casa.

Todo hubiese quedado en una lección aprendida, en un hogar cualquiera. En el de las víctimas, se convirtió en uno de los hechos noticiosos más comentados y lamentados del país ibérico.

La forma en que ocurrieron los hechos, lo dice todo, tal como ha sido publicado en medios españoles, entre estos, El País. En este, se ha descrito al joven como “tímido” y “rebelde”. Se trataba de los primeros reportes de un perfil que ahora es por demás conocido en ese territorio.

Cuando la madre del joven de15 años en Alicante, castigó sin wifi a su hijo, no imaginó el trágico final de casi toda una familia.
Blu Radio / Foto referencial

Joven mata a su familia con 7 tiros

Cuando la conducta del adolescente se complicó, la madre del menor decidió ir al choque, tomando medidas más drásticas: la mujer se dirigió al lugar donde tenía conectado el router de wifi y lo desconectó de golpe. La decisión pareciera que desconectó, además, toda racionalidad en el chico. De ahí, vino la tragedia.

El adolescente se dirigió al lugar donde la familia guardaba un rifle de caza y, sin pensar o premeditar, caminó hasta a donde estaba su progenitora, asestándole dos impactos con el arma larga. No se trataría de un solo homicidio, motivado por un arranque de ira. El hermano menor del victimario, quien escuchó lo ocurrido a su madre, se convirtió en su segunda víctima. A él también le disparó en dos ocasiones, matándolo en el acto.

En ese momento, dos víctimas mortales y 4 disparos llenaban de sangre el historial de un joven que no sería juzgado por sus malas calificaciones.

Los informes oficiales, actualizados días después por El País, dan cuenta que se disponía a huir, pero su padre llegaba en ese momento de trabajar.

El hombre, alterado por la escena en la que su esposa e hijo menor yacían sin vida, formó parte de la masacre, cuyo perpetrador era su primogénito. Este, impactó en la humanidad de su padre en al menos 3 ocasiones. Para ese entonces, el joven ya había asesinado a todo su núcleo familiar, pero no huyó. Tomó otra decisión inimaginable.

La casa de Elche, Alicante, donde un joven de 15 años masacró y convivió con los cuerpos de sus padres y hermanos.
ABC / España

Escondió cuerpos durante 3 días y jugó con su consola

Todo había terminado de forma trágica para una familia, cuyos padres buscaban educar a su hijo, restringiendo el acceso a las cosas que más le gustaban, sin pensar que sería capaz de matar, por la furia ocasionada.

El hechor, cambió sus planes de huir de la escena y, en cambio, se quedó en casa con los 3 cuerpos de quienes, se supone, eran sus seres queridos.

Para no dejarlos en el lugar donde les asestó los 7 tiros de caza, tomó la decisión de arrastrar cada uno de los cuerpos, incluyendo el de su hermanito de 10 años, sin duda, el más inocente en esta trama que ha sacudido España. Ha reconocido que al niño le disparó cuando este corría para salvarse, igual que lo hizo su madre.

Hasta un cobertizo donde la familia guardaba herramientas y otro tipo maquinaria agrícola, llevó los cadáveres de sus dos padres y hermano. Nadie, hasta esa fecha, sabía o había escuchado lo ocurrido. Así convivió con la muerte a lo largo de 3 días, hasta que decidió contar lo que hizo.

Tras asesinar a sus padres y hermanos en Elche, alicante, limpió la escena del crimen, cenó y jugó 3 días a la consola.
CSC Noticias / España

Se puso en contacto con una tía a la que le contó todo. La mujer, horrorizada, no dudo en llamar a la policía de Alicante, que llegó a la escena de la masacre, constatando los hechos y pensando en llevarse retenido al menor de edad para interrogarlo.

Luego de las indagaciones en el lugar de los hechos, confesó la forma en que acabó con su familia. Cabe destacar que los reportes periodísticos y policiales lo describen como una persona que no mostró arrepentimiento después de cometer el triple asesinato. Se mantuvo, todo el tiempo, en una macabra calma.

Durante su confesión estremeció, aún más, cuando aseguró a las autoridades que, luego de esconder los cuerpos, se fue a jugar con su consola de videojuegos. Antes, se duchó y limpió la sangre del suelo. Como si nada hubiese pasado y se preparó la cena.

El joven no fue llevado a la comisaría para seguir siendo interrogado. No fue necesario, dada la fría narración de su crimen. Fue trasladado hasta unas dependencias para menores, en Elche, Alicante.

Con el paso de los días, la jueza de la causa ordenó que fuera recluido en un centro de régimen cerrado especial para menores, hasta que se vislumbre su estado mental. De eso, depende la imputabilidad o no del menor.

Sus víctimas, en tanto, fueron enterradas a pocos días de la masacre de Elche. Sus padres y hermano nunca imaginaron lo que sucedería, pero ya descansan de todo. La familia y amigos, además de los compañeros de la escuela a la que asistía el menor asesinado, ya reciben apoyo psicológico, ofrecido por terapeutas de la Cruz Roja en España.

Padres e hijo de 10 años asesinados por primogénito de la familia ya fueron sepultados en Elche, Alicante.
Joaquín de Haro / El País.