Las publicaciones en las que figura Lilia Sudakova distan del complicado momento que vive. Mientras posaba para revistas de renombre, incluida la prestigiosa Vogue, estaba muy lejos de saber que los reflectores la seguirían por algo totalmente ajeno a su carrera.
La modelo rusa de 26 años lo tiene casi todo. Belleza, talento, a juzgar por su trabajo hecho público, pero ahora carece de libertad debido a los recientes acontecimientos de su vida.
Todo comenzó a inicios de diciembre cuando su marido, identificado como Sergei Popov (28 años), llegó hasta el arriendo de ambos, en San Petersburgo, en estado de ebriedad y acompañado de una mujer a quien presuntamente conoció en un bar, según la historia publicada en el medio español El Mundo.
Según declaraciones oficiales, y en palabras de Lilia, esta tomó un cuchillo de la cocina para luego asestarlo en el pecho de su marido.
Los celos habrían motivado a la joven, quien llamó a una ambulancia poco después del ataque. Sin embargo, la herida en el corazón que recibió Sergei, fue mortal.
La noticia corrió por Rusia, y a nivel internacional, debido a la fama de la mujer, quien ahora está en arresto preventivo y enfrenta 15 años de prisión por el asesinato de su marido, bajo la figura de homicidio involuntario.
No obstante, la confesión de Lilia no es la única que se debatirá en tribunales. Una figura cercana, que ha sido testigo de su vida turbulenta tras reflectores, ha puesto en escena los motivos que tuvo la modelo para apuñalar a su esposo.
¿Un historial de maltratos?
Lilia Sudakova fue notificada recientemente de la prisión preventiva en su contra durante dos meses. Se trata de un periodo en el que la fiscalía rusa recabará información de los hechos en torno al asesinato de Sergie Popov. Toda una ironía para una mujer cuya imagen figuró en portadas como Russian Vogue y otras revistas publicadas en Italia, China y Japón.
Su fama, sin embargo, ahora es más internacional que nunca, dada su confesión. No obstante, su madre ha salido a desmentir a la joven modelo. Al parecer, se trata del fin de una cadena de violencia doméstica en contra de su hija.
“El suyo fue un amor muy enfermizo. Todo sucedió por accidente, fue un accidente”, declaró una desesperada Irene Sudakova, quien agregó que su fallecido yerno era un “alcohólico” y un “snob arrogante”.
La madre de Lilia dijo que había visto a Sergei golpear en varias ocasiones a su hija. La mejor amiga de la modelo también sostiene la misma premisa, por lo que se espera que declaren frente al jurado cuando llegue la etapa del juicio.
Según Irene, la noche en la que el hombre murió, hubo violencia doméstica, al punto en que la modelo se vio obligada a defenderse.
“La agarró por el pelo. En ese momento, ella lo empujó y accidentalmente le clavó un cuchillo”. Solía, a partir del relato, haber violencia de parte del sujeto cuando este bebía, aseguraron.
Los titulares rusos replicados en Latinoamérica
Cuando ocurre un asesinato en torno a una pareja, es del común denominador calificar los hechos como un “crimen pasional”.
Se trata de algo que ha ido cambiando con el paso de los años, aunque hay sociedades que tienen arraigado el término de forma irremediable, aparentemente.
El medio ruso Komsomolskaya Pravda, fue el encargado de hacer circular la noticia (que escaló a nivel internacional) del crimen cometido por Lilia Sudakova.
Inicialmente, lo informó como un asesinato motivado por los celos de una mujer, quien no soportó ver a su esposo coqueteando con otra en el departamento que habían arrendado para pasar un fin de semana romántico, sin saber que todo daría un giro radical.
La prensa rusa no fue la única que dio connotación celópata a los acontecimientos. Medios latinoamericanos, entre estos el mexicano TV y Novelas, dieron el mismo cáliz al hecho, al punto de titularlo “Lo vio con otra y lo mató”.
A medida que fluyó la información, el tratamiento noticioso fue más cuidadoso a la hora de dar un título a una situación que, según testigos, va más allá de un acto de celos.
Sumado al testimonio materno, quienes conocen a la modelo, afirman que vivía en una relación tóxica con su difunto esposo pese a que, en cuatro años de matrimonio, los reflectores captaban una imagen muy distinta a la vida de presuntas agresiones que atravesaba.