La historia plantea que Jesús murió crucificado en la cruz, pero ¿cuáles fueron las causas médicas que terminaron con su vida?

Es conocido por las historias de la Biblia, que Jesús falleció crucificado después de varias horas de tortura y otras prácticas que terminaron con su vida, como la falta de comida, agua, mutilación, entre otras.

El relato nos cuenta que el también llamado “hijo de Dios” fue golpeado y después clavado en una cruz en la que se le dejó finalmente hasta morir. Este tortuoso recorrido incluso trascendió por siglos y a la fecha es recreado cada Semana Santa, cuando se conmemora su “resurrección”.

Sin embargo, la Biblia no detalla si hubo después alguna revisión o confirmación médica que determinara su muerte y bajo que causas clínicas se dio, más allá de los daños evidentes que recibió antes y después de la crucifixión.

Es por ello que a lo largo de los años diferentes estudios de expertos han tratado de determinar en que condiciones falleció y cuál fue o fueron las causas médicas. De hecho, uno de los estudios más completos se presentó en 2022 de la mano de varios expertos de la medicina.

Se trata de la conferencia “Las Causas Clínicas de la Pasión y Muerte de Jesucristo”, realizada en la Parroquia del Perpetuo Socorro, en México, según reporta el portal Infobae.

Allí los expertos compartieron sus hipótesis, coincidiendo en que no sería solo una la causa de muerte de Jesús, sino un conjunto de cosas. “Si hubiera necesidad de realizar un informe final de las causas clínicas de su fallecimiento, serían al menos diez”, señaló el doctor Jorge Fuentes Aguirre durante la instancia.

¿Cómo fueron las últimas horas de Jesús?

Antes de concluir en las 10 causas de muerte que propone Aguirre, diferentes expertos a lo largo de los años han compartido hipótesis que igualmente cobran sentido con los relatos de la Biblia.

Por ejemplo, una investigación del teólogo Paul S. Taylor, apunta a que en sus últimas horas Jesús presentó un intenso dolor físico, que se remonta a momentos antes de ser crucificado. El síntoma en específico se conoce como “hematohidrosis”, que incluso fue mencionado en los escritos de Lucas.

“La noche previa a la ejecución, sus discípulos dijeron haberlo visto en agonía sobre el Monte de los Olivos. No sólo no durmió en toda la noche, sino que además parece haber estado sudando abundantemente. También había pequeños vasos sanguíneos que se rompían en sus glándulas sudoríparas y emitían gotas rojas tan grandes que caían al suelo (Lucas 22:44). Este síntoma de intenso sufrimiento se llama hematohidrosis o sudor de sangre”, explica.

Siguiendo la línea del dolor, la corona de espinas también fue un potenciador para ello. Según explica Rubén Dario Camargo, experto en medicina interna y cuidados intensivos, las espinas largas y curvas del arbusto que utilizaron los romanos para la corona habrían interferido con algunas zonas importantes de la cabeza, aflorando más dolor.

Dario también a punta que a ello se sumó la larga caminata que recorrió Jesús, con una cruz de madera de aproximadamente 80 kilos al hombro. Para ese entonces ya presentaba agotamiento extremo y debilidad, por los golpes previos y la privación de agua y comida.

Además, siguiendo la lógica de los relatos de la Biblia, Jesús pudo haber sentido más dolor que los demás torturados que lo acompañaron, puesto que eligió no tomar el brebaje que les ofrecieron para mitigar algunos dolores antes de crucificarlos.

Otra teoría de Dario también tiene que ver con como fue sujetado en la cruz y contradice al relato original, donde se expone que fue clavado con estacas en la palma de las manos. El médico, por su parte, sugiere que las estacas fueron incrustadas en sus muñecas.

“Los clavos, de un centímetro de diámetro en su cabeza y de 13 a 18 centímetros de largo, eran probablemente puestos entre el radio y los metacarpianos, o entre las dos hileras de huesos carpianos. En estos lugares aseguraban el cuerpo”, apunta.

De lo contrario, sus manos se desgarrarían por el peso del cuerpo al no tener huesos o áreas de soporte en las palmas. “El clavo penetrado destruía el nervio sensorial motor, o bien comprometía el nervio mediano, radial o el nervio cubital. La afección de cualquiera de estos nervios produjo tremendas descargas de dolor en ambos brazos”, detalla.

Por otra parte, existen informes que también postulan que Jesús fue amarrado y no clavado en la cruz, esto se concluye a través de monedas antiguas o tallados donde aparece un hombre crucificado con las muñecas amarradas y las manos caídas naturalmente.

¿Cómo murió Jesús según la ciencia?

Las 10 causas de muerte de Jesús

Según recopiló el doctor Jorge Fuentes Aguirre, en la ya mencionada conferencia “Las Causas Clínicas de la Pasión y Muerte de Jesucristo”, las principales causas de muerte de Jesús tras el punto culmine de su crucifixión fueron “asfixia, insuficiencia cardíaca aguda y finalmente un infarto de miocardio“, aunque estima hubo varias más.

Entre las que teoriza mencionó: síndrome de estrés agudo; hipertensión arterial de origen psicosomático; anemia aguda por pérdida sanguínea; insuficiencia cardíaca congestiva; insuficiencia respiratoria aguda; síndrome pleural con derrame; shock por hipotensión; infarto de miocardio; ruptura de ventrículo y muerte.

Asimismo, otros expertos apuntan a que la causante de todos estas afecciones sería una importante hemorragia, que comenzó desde antes de hacer el recorrido en la cruz.

Esta habría generado desmayos y colapsos en diferentes ocasiones debido a la baja presión sanguínea, además de una falla en los riñones que le impidió conservar el poco líquido que quedaba en su organismo.

Así también es como habría llegado a “una terrible arritmia cardíaca, con el corazón desbocado, tratando de bombear afanosamente una sangre que ya no tenía”, aseguró el historiador Edward Albury, decano universitario en Oxford.

Otros teólogos incluso respaldan esta última conclusión. “Cristo murió de un colapso debido a la pérdida de sangre y líquido, más un choque traumático por sus heridas. Además de una sacudida cardiogénica que hizo que su corazón sucumbiera”, señaló el doctor forense Frederick Zugibe, en su libro La crucifixión de Jesús, que publicó en 2005.