Es urgente que universidades y agencias de financiamiento adopten medidas concretas

Esta semana, un youtuber español logró captar la atención al publicar deliberadamente un estudio falso en una revista predatoria, que son conocidas por cobrar tarifas a los autores para publicar sin garantizar la calidad ni la revisión rigurosa de los manuscritos. Estas representan una amenaza creciente para la credibilidad de la ciencia.

El auge de las publicaciones sin control

En los últimos años, la proliferación de este tipo de revistas ha encendido alarmas en la comunidad académica. Su modelo prioriza el beneficio económico por encima del rigor científico, lo que permite la publicación indiscriminada de artículos sin un proceso serio de revisión por pares.

Esta situación no solo afecta la confianza en la investigación y la ciencia, sino que también desvía valiosos recursos que deberían destinarse a la producción de conocimiento de calidad.

Muchos investigadores, presionados por sistemas de evaluación que privilegian la cantidad de publicaciones sobre la calidad, el famoso “publish or perish”, terminan recurriendo a estas revistas, contribuyendo a la contaminación de la literatura científica con estudios carentes de validez.

El deber de proteger la integridad de la ciencia

Lo más preocupante es que, en algunos casos, los costos asociados a estas publicaciones se cubren con fondos estatales, lo que implica un desperdicio de recursos otorgados para el desarrollo de proyectos de investigación. Esto no solo significa una pérdida económica, sino también un perjuicio intelectual, ya que los trabajos publicados en estas revistas pierden su valor científico.

Frente a este panorama, es urgente que universidades y agencias de financiamiento adopten medidas concretas, como la capacitación de investigadores para identificar y evitar caer en estas trampas editoriales.

La ciencia debe recuperar su integridad, y es responsabilidad del Estado y de las universidades velar porque cada peso invertido en investigación se traduzca en conocimiento auténtico y relevante para el bienestar de la sociedad. Solo así podremos garantizar que la investigación científica cumpla su verdadero propósito.

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