La lucha por el voto de la mujer en la política tiene raíces históricas que se remontan a los movimientos sociales femeninos en Chile durante los siglos XIX y XX. En 2024 conmemoraremos nueve décadas de participación electoral en los comicios municipales.

En los próximos años y elecciones, seguiremos celebrando hitos en la presencia de la mujer en la participación política, tanto en procesos presidenciales como parlamentarios.

Es nuestra responsabilidad, como quienes recordamos con orgullo la lucha de Elena Caffarena y Flor Heredia, demostrar a nuestros pares que nuestro derecho legítimo al voto no fue un proceso fácil, sino una lucha ardua que dejó sin aliento a muchas.

A finales del siglo XIX se intentó obtener este derecho, que hoy es incuestionable. Sin embargo, los resultados de estos esfuerzos no se materializaron hasta la década de los años 30.

Para ser precisos, el 18 de enero de 1935, en el contexto de la Ley n.º 5.357, se estableció el derecho a inscribirse en el Registro Municipal, las mujeres mayores de 21 años, de nacionalidad chilena, que supieran leer y escribir, y que residieran en la comuna correspondiente.

Además, el artículo 56 de la misma ley autorizaba la elección de regidoras, todo esto en el marco de las elecciones municipales que se llevarían a cabo el 7 de abril de 1935, durante el gobierno de Alessandri Palma.

El proceso de esta ley se gestó durante 1934, lo que nos lleva a reflexionar que hace 90 años, las mujeres chilenas salieron a las calles y ejercieron una presión social tan significativa que nos permite dar por sentado nuestro derecho al sufragio.

Este derecho nos permitió participar de manera muy limitada en las elecciones municipales de 1935, un proceso altamente local que este año vuelve a convocarnos a las urnas.

Esta lucha se basa en el ejercicio de la libertad, uno de los valores centrales de la acción política más fundamental, expresando nuestro interés por aquellos que nos representan en los ámbitos locales y comunales, preocupándonos por nuestro entorno inmediato, nuestro barrio y nuestros vecinos.

Hoy debemos cuestionarnos si, aunque fue una lucha liderada por mujeres liberales, el voto femenino ha sido tradicionalmente conservador. Esto nos lleva a plantearnos una pregunta desde la perspectiva del sociólogo polaco Zygmunt Bauman: ¿cómo equilibrar la libertad y la seguridad? Buscamos libertad, pero anhelamos seguridad, una disyuntiva que solo puede ser respondida considerando el contexto social, político y económico que nos rodea.

Hoy les invito a preguntarnos si continuaremos el legado de aquellas que iniciaron la lucha por nuestro actual derecho al sufragio, un derecho que damos por sentado y seguro.

Los insto a cuestionarnos y a buscar no solo honrar a estas mujeres que lucharon por el voto femenino, sino a plantearnos una nueva lucha por una mayor representación en los ámbitos donde se toman las decisiones.

Recordemos que aún hay luchas pendientes, debemos estar presentes en las mesas donde se toman decisiones que no solo nos afectan a nosotros, sino también a las futuras generaciones.

Debemos preguntarnos si honramos la memoria de aquellas mujeres y si iniciamos nuestro propio camino de lucha por el acceso a una mayor presencia en las instancias donde se toman las decisiones, inclinándonos por la libertad para obtener seguridad.

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