Con la salida de Giorgio Jackson del Ministerio de Desarrollo Social y Familia (MDS), alcanzamos un récord de, ni más ni menos, nueve personas a cargo de esa cartera (siete ministros y una subrogante) en cuatro años y medio (52 meses). El promedio de permanencia en la cartera pasó de 291 días durante el segundo mandato del Presidente Piñera a menos de la mitad: 142 días, durante el gobierno del Presidente Gabriel Boric.

¿Qué hace una autoridad en esos siete meses y medio a cargo de una cartera encargada, entre otras cosas, de trabajar para “erradicar la pobreza y brindar protección social a las personas pertenecientes a grupos vulnerables, promoviendo la movilidad e integración social”? Pues muy poco, y menos aún cuando la autoridad llega a aprender a la cartera, porque la tónica parece ser no nombrar a técnicos en la materia.

Ya es hora de que apostemos en serio por el MDS y dejemos de tomarnos a la ligera la importante tarea que tiene por delante esta cartera, sobre todo en temas de cuidado.

Entre otras cosas que el ahora exministro deja inconclusas, está por ejemplo la presidencia del Consejo Asesor Presidencial Interministerial para la elaboración de la Política Nacional Integral de Cuidados, órgano que se constituyó hace poco menos de cuatro meses y que, por algún motivo, más que ser un grupo diverso de expertos en temas de cuidado, reúne solo a autoridades de gobierno.

Esto no es un accidente, más bien es uno de los problemas de la falta de experiencia y duración en el cargo de las autoridades del MDS, quienes han sido incapaces de avanzar en temas que se supone son prioritarios y que son realmente relevantes para Chile y los chilenos.

En 2022, por ejemplo, en su Cuenta Pública, el Presidente Boric anunció la creación del Sistema Nacional de Cuidados, una de las principales prioridades de su campaña y de su gobierno. 14 meses después, quedan nueve meses aún para que el Consejo Asesor Presidencial entregue una propuesta de legislación sobre el tema, la que muy difícilmente se aprobará durante este gobierno.

Otro ejemplo: En la misma cuenta pública, el Presidente señaló: “impulsaremos la aprobación del proyecto que promueve el envejecimiento positivo y que fortalece la institucionalidad del Adulto Mayor. Queremos orientar este proyecto para que se establezca el deber del Estado chileno de promover y proteger sus derechos”.

El 20 de junio de este año, sin embargo, la Cámara de Diputados aprobó la Resolución 906, la que le pide al mandatario aplicar “discusión inmediata en la discusión del proyecto de ley destinado a promover el envejecimiento positivo, el cuidado integral de las personas mayores y el fortalecimiento de la institucionalidad del adulto mayor”.

Sinceramente, como ciudadanos es muy difícil saber qué está haciendo el gobierno en estas materias. Desde que asumió el Presidente Boric, ningún ministro de la cartera ha recibido a los gremios de operadores privados de ELEAM, y muy rápidamente se perdió la fluidez que tanto nos costó lograr con las autoridades del MDS durante el gobierno anterior.

Esto no es un tema de opinión política: durante el gobierno de Sebastián Piñera, todos los actores del sector de Personas Mayores institucionalizadas, públicos, privados y de beneficencia, nos reunimos y trabajamos coordinados, apoyándonos de todas las maneras que pudimos, en una labor que, según un estudio de Marcos Singer de la U. Católica, permitió salvar 411 vidas de adultos mayores, prevenir 1.468 contagios y evitar 857 internaciones en camas críticas.

Necesitamos trabajar juntos y pronto en estas materias, en un sector que tiene grandes falencias. No tenemos, por ejemplo, un catastro confiable de cuántos Establecimientos de Larga Estadía para Personas Mayores (ELEAM), que es como se denomina técnicamente a los hogares, asilos o residencias para personas mayores. Incluso, se cree que la mitad de las personas mayores que viven en estos recintos lo hacen en lugares que están “no formalizados”, un eufemismo para decir que no tienen permisos y operan de manera clandestina.

La ironía es que las autoridades saben que esto pasa, pero sería una locura proceder en contra de ellos, porque Chile tiene una oferta de camas de atención que solo alcanza a un cuarto del mínimo recomendado por las organizaciones internacionales.

De hecho, en los últimos dos años se han cerrado más ELEAM que nunca, reduciendo dramáticamente la oferta en el país. Si usted va hoy a buscar un cupo en una residencia para personas mayores, lo más probable es que ingrese en una lista de espera de varios meses. Y esto aplica para establecimientos públicos, privados con o sin fines de lucro y “no formalizados”.

Incluso, el Hogar de Cristo, uno de los mayores operadores sin fines de lucro del país, ya anunció que cerrará sus ELEAM y apostará por la atención domiciliaria.

Y sí, se necesita más atención domiciliaria, pero no a costa de cupos institucionalizados, porque es un hecho más que probado que si bien hay que hacer todo lo posible para evitar la institucionalización, cuando las personas la necesitan, es importantísimo que la obtengan. No lograrlo termina repercutiendo en un rápido deterioro y una muerte prematura de la persona.

Es importante tomarnos en serio la vejez y sus problemáticas. Todos llegaremos a viejos y, en solo algunos años más, los mayores de 60 serán mayoría en nuestro país.

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