Durante la COP26 desarrollada en Glasgow, se escucharon todo tipo de anuncios. Ya se contaba con el acuerdo del G20 recién reunido en Roma, en el que las 20 naciones más desarrolladas reafirmaron el objetivo del Acuerdo de París para limitar el alza de la temperatura del planeta por debajo de los 2ºC, continuar sus esfuerzos para limitarla a 1,5ºC y alcanzar niveles preindustriales. El G20 acordó dejar de subvencionar a partir de finales de 2021 a las nuevas centrales térmicas de carbón en el extranjero, aunque no anunció medidas internas para reducir emisiones.

En Escocia, vimos que se lograron importantes acuerdos bilaterales donde un grupo de países se ha comprometido a reducir sus emisiones, además, se presentaron innumerables iniciativas para combatir el cambio climático de parte de ciudades, empresas y sociedad civil, con 5.000 compañías firmantes de Net Zero 2050 y 1.000 ciudades. El anuncio conjunto de China y Estados Unidos, primer y segundo país emisores de CO2, trajo optimismo de cara a lograr un acuerdo más potente y decisivo.

Dos nuevos informes publicados al margen de la conferencia sugirieron que los compromisos de la COP26 son poco convincentes. Las investigaciones de Climate Action Tracker y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, muestran que el mundo llegaría a los 2,7°C sobre los niveles preindustriales, si no hay mayores acuerdos y compromisos reales. Esto, aun considerando las nuevas disponibilidades de los cuantiosos recursos financieros anunciados.

El expresidente Obama está liderando una fundación de los países islas, que se verían fuertemente afectados y camino a desaparecer bajo el mar. Un crítico escenario con puntos de inflexión irreversibles que alterarían la vida tal como la conocemos. Se ha enfatizado la importancia de basarse en la ciencia, y si bien los informes muestran la urgencia, los borradores de acuerdo aún son tímidos. Existe una brecha significativa entre lo prometido y lo que realmente se ha implementado, es decir, hasta ahora las acciones llevarían a 2,7°C de calentamiento.

Los compromisos para eliminar las emisiones para 2050, o más tarde en el caso de países como China, India y Arabia Saudita, solo evitarán que las temperaturas aumenten a niveles inseguros, si impulsan acciones reales en la próxima década. Pareciera que las conversaciones multilaterales sobre el clima es donde más se avanzó en la COP26, porque los líderes de los países se sienten exigidos y juzgados ante el temor o la valentía de asumir compromisos. El gran tema es cómo impulsar aquellos suficientes para llegar a un acuerdo que permita no sobrepasar los 1,5°C.

Un grupo creciente de países liderados por algunos de los más vulnerables al cambio climático, manifestó que los compromisos deberán revisarse con mayor frecuencia, incluso cada año, evaluando qué países están cumpliendo y presionando a los que se están quedando atrás. Ese punto fue clave en el texto del documento de acuerdo que finalmente surgió como resultado de esta COP26. Después de las dos semanas de negociaciones y amplias conversaciones en salones y pasillos, la concreción de un acuerdo para el 1,5°C ha sido más positivo de lo esperado. Por el bien del planeta, no hay que perder las esperanzas.

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