Suena ridículo decirlo ahora pero hace algunos años -no muchos-, ser zurdo era malo. Para muchos, era una señal de desgracia. Y el argumento -que era definitivamente absurdo- es que como Jesús, el hijo de Dios estaba a la diestra, todo lo que estuviera a la izquierda era de la mano siniestra. Y todo lo siniestro es malo, no importa porqué.

Por ser zurdo, por usar la mano siniestra, mi padre lo pasó muy mal. Claro, él no pidió ser zurdo, fue su condición, fue la naturaleza -y nada más que la naturaleza- lo que le entregó esa condición.

Sin embargo, como usar la mano izquierda era malo, muy malo, su abuela lo obligó a usar la derecha a como diera lugar. Así, le amarraban la mano izquierda, lo retaban o derechamente le pegaban, lo corregían a varillazos cada vez que tomada algo con la siniestra.

Así, a retos, amenazas y golpes, no tuvo más remedio que aprender a usar su diestra, a escribir con la derecha, a tomar la cuchara con la derecha, a martilla con la derecha, a hacer todo con la derecha.

Según supe después, la historia de mi padre se repitió en muchos casos de muchas familias que asumían, sin cuestionar, que ser zurdo era malo, que era una señal de desgracia, que era un mal que se podía solucionar a punta de retos y varillazos.

En la perspectiva del tiempo, esa animadversión por los zurdos no tenía sentido alguno, Las justificaciones eran completamente absurdas y descabelladas, totalmente ridículas.

Seguramente así de ridículo se verá cuando años más tarde se revise tanta homofobia desatada por algo que es una condición. Nadie elige ser gay o lesbiana, simplemente se es así. Nadie quiere serlo por gusto porque nadie quiere, tampoco, ser víctima aún de la burla y el maltrato. De hecho, por eso -pese a lo que se ha avanzado en materia de reconocimientos de las minorías sexuales- muchos lo ocultan y lo reprimen para no ser parte del escarnio público.

Ser zurdo no es malo, ser gay o lesbiana tampoco. Es algo completamente normal. El tiempo le dio la razón a los primeros y, más temprano que tarde, lo hará también en el caso de los segundos.

Juan Carlos Aravena

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile