El juicio contra el exteniente coronel Claudio Crespo, imputado por haber dejado ciego a Gustavo Gatica en el marco del estallido social, sumó un nuevo testigo a favor de la defensa: el dueño de la Antigua Fuente (ex Fuente Alemana), Carlos Siri.
La defensa de Crespo lleva tres días presentando testigos en el Cuarto Tribunal Oral en Lo Penal de Santiago, un proceso que se podría extender alrededor de dos meses.
Cabe recordar que, Crespo está acusado de apremios ilegítimos con resultado de lesiones gravísimas contra Gatica, psicólogo y actual candidato a diputado, quien perdió la vista tras recibir impactos de perdigones el 8 de noviembre de 2019.
Según detalló La Tercera, la defensa busca que el tribunal tenga en cuenta el contexto de estas fuertes protestas en las que Gatica resultó herido.
“Rompieron todo el Estado de derecho”
Este miércoles, se presentaron dos testigos que relataron lo ocurrido a partir del 18 de octubre. Entre ellos, Carlos Siri, empresario gastronómico y dueño de la Antigua Fuente, y Giselle Dussaubat, vecina de las torres San Borja.
El local de Siri en Plaza Italia sufrió graves daños y saqueos durante las protestas, relató que durante las manifestaciones, su jornada laboral debía acortarse. Abría a las 10:00 y cerraba a las 15:00 porque los manifestantes se reunían en los alrededores.
Bajo ese contexto, detalló que cuando Carabineros “actuaba empezó a verse algo que espero nunca más volver a ver en mi vida. Siempre vi marchas, pero jamás vi tanta gente organizada para enfrentar a Carabineros”.
De acuerdo a Siri, los manifestantes actuaban en grupos organizados: la “primera línea” proveía los materiales para los ataques y un tercer grupo funcionaba como una “Cruz Roja”, aunque estos -según el empresario- no ayudaban a los carabineros heridos.
También, aseguró que vio como agredían a Carabineros. “Vi cosas que nunca había visto en Chile”, dijo en relación con los métodos que utilizaban como, por ejemplo, hondas.
Respecto a Crespo, el empresario señaló haberlo conocido en medio de las manifestaciones: “Lo vi un par de veces. Lo vi cuando la situación ya estaba rebalsada y los hechos estaban consumados. Lo vi tratando de controlar esta situación. Nunca lo vi enajenado, muy por el contrario, con sangre fría, tratando de controlar la situación”.
Por otro lado, Siri también declaró sobre los daños que sufrió su local, que en reiteradas ocasiones lo vandalizaron con hondas y balines, le rompieron vidrios, letreros. “Es un período de mi vida que yo quisiera olvidar”, agregó.
En números, Siri afirmó que las ventas cayeron a solo un 10% de lo habitual y que el periodo entre octubre de 2019 y marzo de 2020 fue de “puras pérdidas”.
Considerando esta situación, tras ser consultado por la defensa si es que había denunciado estos hechos al Ministerio Público, Siri respondió que ellos no habían hecho “nada” con sus reclamos.
Siri cerró su declaración afirmando que los manifestantes “rompieron todo el Estado de derecho y todos los contratos sociales que teníamos entre las personas”, describiendo la situación como si estuviera “metido en una película donde se está acabando el mundo”.
Testimonio de una vecina
El segundo testigo fue Giselle Dussaubat, vecina de las torres San Borja y presidenta de la agrupación “Santiago se levanta”, quien señaló que padece de estrés postraumático “como víctimas de guerra” debido a las protestas se realizaron fuera de su edificio.
“Han pasado los años, pero en mi caso no puedo volver a las imágenes (de las protestas). Es muy fuerte porque nosotros luchábamos como vecinos por salvar nuestras vidas”, expresó.
A pesar de que Dussaubat no fue testigo directo del incidente de Gatica, ella contó que “ese día ocurrió un hecho lamentable que derivó en consecuencias lamentables de salud para una persona. Pero también derivó en consecuencias lamentables para quienes nos defendieron, que en nuestro sentir más íntimo son las personas por las cuales estamos vivos”.
Al igual que Siri, también fue consultada si conocía a Crespo. La testigo indicó que lo vio en una de las jornadas de manifestaciones: “Estábamos repartiendo agua. Estábamos llorando y le dije que teníamos miedo a que nos maten. Me abrazó y me dijo ‘nosotros no lo vamos a permitir’. Después pasó lo del 8 de noviembre, lo identificaron y supimos que era él”.