El reelecto diputado del Frente Amplio, Gonzalo Winter, difundió un extenso documento de reflexión política tras la derrota electoral de la centroizquierda. Allí, plantea una autocrítica profunda sobre el proceso constituyente, el estallido social, la seguridad, la migración y la economía, pero al mismo tiempo pone límites a lo que califica como “relatos del adversario”, que buscan responsabilizar a la izquierda de todos los males del país.
Para Winter, el resultado electoral no puede ni debe ser leído como un traspié coyuntural, sino como una señal de desgaste del proyecto progresista y de su capacidad de convocar mayorías, aunque advierte que “perder una elección no implica perder la razón histórica”.
“Lo del domingo recién pasado es una señal política profunda: expresa un importante desgaste del proyecto progresista”, escribió.
Gonzalo Winter reconoce los errores del progresismo tras revés electoral
En su diagnóstico, el ex precandidato presidencial del Frente Amplio, Gonzalo Winter, advierte que reducir la derrota a errores comunicacionales o tácticos constituye un error político de mayor envergadura. A su juicio, los 7,2 millones de electores que optaron por la alternativa vencedora expresan razones reales, acumuladas y políticamente significativas.
“Lo del domingo recién pasado es una señal política profunda: expresa un importante desgaste del proyecto progresista, sus valores, y su capacidad de convocar a amplios sectores”, sostiene el diputado, quien afirma que ganó una narrativa capaz de ordenar miedos, frustraciones y preocupaciones cotidianas, particularmente en áreas donde la izquierda no logró ofrecer respuestas claras ni creíbles.
En ese marco, el documento busca —según el propio Winter— separar verdades incómodas de falsedades interesadas, evitando tanto la negación autocomplaciente como la aceptación acrítica del relato adversario.
Uno de los pasajes más autocríticos y detallados del análisis está dedicado al primer proceso constituyente. Winter reconoce fallas de conducción política, falta de cuidado simbólico y una proyección pública de desorden que terminó debilitando la legitimidad del proceso.
“El proceso no siempre fue consciente de que la legitimidad no se agota en la razón, sino que también se construye desde la confianza”, afirma.
El diputado también apunta a la mezcla “poco virtuosa” entre demandas sociales mayoritarias y maximalismos propios de élites intelectuales, así como a la incapacidad del Frente Amplio de corregir a tiempo esos desvíos, asumiendo una responsabilidad política directa.
No obstante, rechaza con fuerza la idea de que el Frente Amplio haya controlado la Convención, recordando que solo representó el 11% del órgano, y descarta que el intento de reemplazar la Constitución haya sido un error histórico: “El país previo no era justo ni estable”.
“Otro error que debemos aceptar fue la falta de diálogo político, incluso con sectores razonables de la derecha, pese a que era evidente que una Constitución necesita ser tan legítima que legitime todo lo que de ella emerja. La “hoja en blanco” era para una nueva Constitución, no para un nuevo país. Fácticamente, partir desde cero como sociedad es imposible, y no asumirlo debilitó el proceso.”
Errores de lectura en el estallido social
En un apartado de tono reflexivo y correctivo, Winter reconoce que durante el estallido social existieron ambigüedades políticas, silencios injustificados y una sobrevaloración del espontaneísmo, lo que debilitó la capacidad de conducción del progresismo.
“Confundimos un estallido de malestar profundo con una mayoría política consolidada”, señala.
Sin embargo, el diputado es tajante al rechazar tesis que califica como deshonestas o derechamente falsas, como la intervención extranjera, la idea de un golpe de Estado o la criminalización global del fenómeno. Asimismo, advierte que relativizar las violaciones a los derechos humanos acreditadas constituye una negación de principios democráticos básicos.
Seguridad: una deuda política con el mundo popular
En materia de seguridad, Winter desarrolla uno de los análisis más autocríticos y políticamente sensibles del documento. Reconoce que la izquierda no supo leer ni priorizar el miedo cotidiano, especialmente en barrios populares, permitiendo que ese malestar fuera capitalizado por discursos autoritarios.
“Sin respuestas concretas al miedo cotidiano, cualquier proyecto transformador queda incompleto”, afirma.
A la vez, rechaza con énfasis que la crisis de seguridad sea atribuible al estallido social o al gobierno de Gabriel Boric, al que describe como el que más ha avanzado en seguridad en años, apuntando a procesos estructurales acumulados por décadas.
“Cuando la izquierda no aborda con claridad un dolor real del mundo popular, ese dolor no desaparece, se desplaza y termina siendo capitalizado por sectores demagógicos y autoritarios de derecha, que ofrecen respuestas simples y falsas a problemas complejos, pero emocionalmente urgentes”.
Migración y economía
En migración, Winter propone una mirada más compleja y menos defensiva, reconociendo impactos materiales reales en sectores populares, pero rechazando que la izquierda sea responsable de las olas migratorias o de políticas impulsadas por otros sectores.
“No estuvo suficientemente presente la discusión sobre la permeabilidad de nuestros barrios al crimen organizado extranjero, especialmente en territorios abandonados por el Estado que ya disputaba el crimen organizado nacional”.
En economía, el diputado realiza un diagnóstico estratégico de largo plazo, admitiendo que la izquierda no ha logrado articular una narrativa convincente de crecimiento en un mundo post-globalización, pero descartando que la redistribución sea la causa del estancamiento productivo, el que atribuye a un modelo concentrado y agotado.
La advertencia estratégica de Gonzalo Winter
Hacia el cierre del documento de 16 páginas, Winter introduce una advertencia política interna, alertando sobre la tentación de salvar trayectorias individuales.
Ese “sí, pero yo no” —sostiene— puede ser rentable en el corto plazo, pero fractura el proyecto colectivo y debilita la posibilidad de construir una oposición progresista cohesionada hacia el próximo ciclo electoral.
“Cuando alguien declara que los clivajes se acabaron, casi siempre está intentando fijar uno que le resulta favorable”, concluye el diputado, llamando a no clausurar el debate político ni renunciar a disputar el sentido del futuro.
“Lo complejo para el progresismo es haber terminado simbolizando la defensa de cierto status quo ante la demanda de cambio por parte de la ciudadanía. Con esto no quiero decir que la gente quiera extremos, quiero decir que esa línea que trazan de derecha a izquierda, con un centro entremedio, ya no explica la relación de la mayoría de la sociedad con la política y que el centro si solo se trata de ser equidistante de las puntas, sin una propuesta de centro atractiva, sin un proyecto país de centro, con liderazgos de centro atractivos, da lo mismo”.
Mira aquí el documento completo de Gonzalo Winter: