El diario francés Est Républicain publicó extractos de una carta enviada por la madre y las hermanas de Narumi Kurosaki al juez Jorge Dahm, en vista a la solicitud de extradición del chileno Nicolás Zepeda. La justicia francesa está convencida que Zepeda asesinó a su ex polola e hizo desaparecer su cuerpo.

Salvo una entrevista a su hermana Honami, respondida por escrito, nadie de la familia de la joven ha querido referirse al caso. Por eso el valor de esta carta, calificada como “conmovedora” por el diario francés. La desaparición de la joven, definida como el “sol” de la familia Kurosaki, causó un efecto devastador en sus familiares.

La madre de Narumi escribió que “hace tres años que mi amada hija desapareció. Las 24 horas del día llevo una foto de ella en mi pecho mientras imploro: ‘¿adónde estás? ¡vuelve atrás, regresa a un lugar seguro!’. Perdí mi trabajo y las ganas de vivir, me siento desdichada ya que, como madre de Narumi, no supe protegerla.

“Esto me ha provocado grandes tormentos. Golpeo mi cabeza contra el muro o el escritorio, pienso en lanzarme al vacío. Cada día que vivo es un infierno y mi espíritu y mi cuerpo se derrumban”, sostiene. La madre de la joven incluso admite que tuvo un intento de suicidio.

Taeko no esconde “su odio” hacia Nicolás Zepeda Contreras. “Es Nicolás el que escondió a Narumi. El crimen que cometió es atroz y sin precedentes”, agrega, antes de enumerar lo que califica de “mentiras” del joven chileno que acogió en su casa cuando era pareja de su hija.

La madre de la joven no esconde su desesperación en esta carta al juez de la Corte Suprema, Jorge Dahm, que resolverá la petición de extradición, que posteriormente será vista por la segunda sala del máximo tribunal.

Taeko Kurosaki, madre de Narumi, le escribe al magistrado: “Imagine que esto le hubiese ocurrido a un hijo o a algún miembro de su familia. Imagine el dolor que sufrimos. No deje en libertad a ese hombre cobarde y egoísta. No se deje engañar. En todo el mundo hay personas mirando lo que ocurre en este caso. Yo ruego porque Nicolás sea juzgado en Francia, daría mi vida por ello. Nunca perdonaremos a Nicolás, que tomó la vida de Narumi y de toda su familia”.

Muy cercana a su hermana, a la que califica como “su mejor amiga” y a quien quería “por sobre todo”, Honami Kurosaki reconoce su “angustia” en esta carta en la que señala que “mi sufrimiento es tal, que no puedo expresarlo con palabras”.

Asimismo, agrega que “no puedo aceptar esta realidad. Siento que nunca más podré sentir alegría o felicidad en mi corazón. ¿Por qué fue víctima una persona tan bella como Narumi? ¿Por qué alguien tan cruel (se refiere a Zepeda) sigue libre? Antes del viaje de mi hermana a Francia, él trataba de controlar su vida, de alejarla de nuestra familia. Él destruyó la vida de Narumi y sigue viviendo en libertad. Me siento totalmente impotente. Esta situación me hace experimentar tanto odio…”.

Kurumi es la menor de la familia Kurosaki. Para ella, su hermana Narumi era una “referencia”, un pilar en la vida. “Era una de mis fuentes de energía vital. En el centro de la felicidad de nuestra familia, siempre estaba mi hermana”, sostiene Kurumi en esta carta al juez Dahm.

La joven Kurumi escribió que tras la desaparición de su hermana “dejé los estudios, incluso pensé en quitarme la vida. No hay un solo día en el que, durante estos tres años, no hayamos pensado en Narumi. Quiero que regrese”.

Las tres mujeres testificarán en este juicio de extradición, por videoconferencia, en la audiencia que se realizará el día 18 de marzo.