Bajo toneladas de lastre descansa el hospital Roy H. Glover, de Chuquicamata. Inaugurado en 1961 bajo la dirección de la Anaconda Company, por esos años operadora de la mina, llegó a ser el más moderno de Sudamérica y orgullo de la región de Antofagasta. Pero a principios de este milenio el edificio fue enterrado como consecuencia de la expansión de la misma mina que había justificado su creación.
Aun así, el recinto sobrevive en la memoria colectiva de la zona, como un símbolo de tiempos mejores. Porque en la actualidad, la región que produce el 45% del PIB minero y es considerada como el motor productivo del país tiene la menor esperanza de vida al nacer, el mayor rezago en el Plan de Emergencia Habitacional y resultados debajo del promedio en educación.
Para los antofagastinos, la situación no es responsabilidad de un gobierno en particular, sino consecuencia de décadas de desidia del Estado. En dos insertos publicados en agosto en El Mercurio de Antofagasta, un grupo de más de 200 políticos, profesionales y vecinos de la zona acusaron la magnitud del abandono:
—Durante décadas, nuestra región ha concentrado un tercio del total de la inversión privada de nuestro país, sin embargo, la inversión pública en nuestro territorio históricamente nunca ha superado el 4% del total nacional. Ese enorme desacople entre lo público y lo privado, ha generado brechas estructurales que hoy resaltan en áreas como obras públicas, salud, educación y vivienda y que se manifiestan en deficiente calidad de vida e inseguridad.
Se trata de un descontento que, para algunos, estaría detrás de lo que ocurrió en la elección del pasado 16 de noviembre, cuando Franco Parisi lideró la presidencial en la región, con un 35% de los votos, siendo la zona en que obtuvo un mayor porcentaje.
$1,6 billones para afuera
Avanzando desde el aeropuerto por la costanera de Antofagasta la ciudad parece no acabar nunca. No es sólo porque mide cerca de 30 kilómetros de largo. El taco que se forma en las horas punta puede generar tiempos de traslado de más de una hora y media.
Arrinconada por la cordillera de la costa contra el mar, rodeada de cerros y campamentos, asomándose entre los omnipresentes cables, la ciudad muestra su maltratada cara: casas que parecen abandonadas, edificios neoclásicos y modernos con sus fachadas deterioradas, y ninguna grúa para nuevas construcciones.
Si hace dos décadas las empresas mineras intentaban fijar sus planas directivas en Antofagasta, que sus ejecutivos vivieran en la ciudad, hoy se enorgullecen del progreso de sus operaciones remotas. Igualmente, la estructura de los turnos ha cambiado, extendiéndose las jornadas de siete por siete —o sea, una semana arriba de la mina, una semana libre—.
Así, en los últimos años se ha disparado la cantidad de conmutados, personas que trabajan en la región pero que no viven en ella. De acuerdo a Empleo Región, si bien en 2014 hubo un peak de este tipo de empleados que llegaron a cerca de 90 mil, luego disminuyeron significativamente, manteniéndose en los siguientes años por debajo de 70 mil. Pero desde la pandemia la cifra ha ido escalando hasta que hace unos meses superó los 100 mil.
En total, los conmutados corresponden a cerca del 21% de los trabajadores de la región y reciben anualmente $1.610.000.000.000 (un billón 610 mil millones).
Muchos problemas, pocos beneficios
En distintos índices, Antofagasta aparece entre las comunas más caras de Chile, junto a las del sector oriente de la región Metropolitana. Pero no se aproxima siquiera a sus beneficios.
Por ejemplo, en educación los puntajes del Simce están por debajo de la media nacional en todos los niveles, tanto en matemática como en lectura. En la PAES 2024 el promedio de la región fue de 597, 15 puntos menos que la Metropolitana.
En el último estudio del Índice de Calidad de Vida Urbana de la CChC, en ninguno de los seis índices medidos (conectividad y movilidad; vivienda y entorno; condiciones laborales; ambiente de negocios; salud y medioambiente, y condiciones socioculturales) Antofagasta aparece en un nivel alto.
Mientras que la región concentra las externalidades negativas de la gran minería, su esperanza de vida al nacer es la más baja a nivel nacional, con 80 años, dos años menos que el promedio.
Entre las causas está la alta prevalencia del cáncer. De acuerdo al Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS), la tasa estandarizada de muertes por tumores malignos alcanza las 170 por 100 mil habitantes en la región, la más alta de Chile.
—Aunque no hay investigaciones específicas del tema, todo parece indicar que puede tener relación con medioambiente —explica Margarita Fuentes, magíster en Salud Pública y académica de la Universidad de Antofagasta—. Tiene que ver probablemente con arsénico en el agua durante un tiempo muy prolongado, también con los metales pesados que hay en el aire y que se esparcen por la ciudad.
La experta añade que existe igualmente una alta prevalencia de fumadores en la comuna de Antofagasta, al igual que de diabetes mellitus —la ciudad es cara y comer sanamente también—.
Por lo demás, el Servicio de Salud Antofagasta se encontraba entre los cuatro con mayores tiempos de espera para consultas de especialidad a junio de 2025, con 467 días. La oferta de medicina privada también es insuficiente —actualmente sólo existen la Clínica Portada y la Clínica Bupa Antofagasta con servicio de urgencias 24 horas—. Por ello, muchos antofagastinos optan por viajar a Santiago cuando tienen que realizarse exámenes.
—Incluso para el diagnóstico de cáncer de pulmón había hasta hace poco procedimientos de diagnóstico que había que hacer en Santiago —acota Margarita Fuentes.
La experta en Salud Pública destaca, eso sí, la aprobación del Gobierno Regional de recursos para proyectos del Centro para la Prevención y el Control del Cáncer (Cecan) y la Universidad de Antofagasta. Con ellos se espera comenzar a formar oncólogos en la región.
Casi imposible comprar una casa
—Solamente el 10% de la población en Antofagasta podría pagar un crédito hipotecario, de acuerdo a los valores de vivienda que existen hoy día en el mercado —cuenta Thomas Müller Esparza, presidente del Comité de Vivienda de la Cámara Chilena de la Construcción en Antofagasta.
Aunque la región concentra un 29% de la inversión nacional según la Corporación de Bienes de Capital, en el área inmobiliaria ese número llega a un 0%.
Para Müller la causa del problema está en la escasez de suelo. A principios de los 2000, cuenta, Bienes Nacionales optó por una política de rentabilización del suelo. O sea, vender al mejor postor, pensando en la recaudación.
El problema es que el Estado tenía una posición prácticamente monopólica, al ser dueño de los terrenos de desierto del extrarradio. Eso generó una presión en el mercado que hizo que aumentaran todos los precios.
—El sector privado, con el valor del suelo, no puede generar viviendas de menos de 3.000 UF, que es donde está el 90% de la población —detalla.
Ante el encarecimiento de la vivienda formal, los campamentos han experimentado un explosivo aumento. Según el estudio Vivir en el margen: campamentos y desigualdad en Antofagasta (2024-2025) de la Universidad Católica del Norte, el número de hogares en esa condición ha aumentado en un 700% desde 2013. 154 campamentos están activos en la zona, con 15.800 familias. En ellos, el 60% de la población es extranjera, principalmente colombianos.
Vivir en campamentos
Franklin llegó con su pareja desde Buenaventura, en el Valle del Cauca, hace ocho años. Ha trabajado como rigger —señalero— en la minería y ahora en una aplicación de reparto.
Activo en la directiva de su campamento, Camino al Futuro, en los cerros de Antofagasta, se muestra orgulloso de la organización de los vecinos. Según cuenta, han logrado un nivel de seguridad y convivencia que no existe en otros asentamientos.
—Empezamos a manejar reglas: usted puede tener sus vicios, pero aquí en el campamento no —detalla—. Que los niños y las mujeres no lo vean. No aceptamos que fumen en la calle ni que orinen en cualquier parte. Siempre le fuimos metiendo ese chip a las personas. Por eso acá usted no encuentra ese tipo de problemas. Muchos otros campamentos se dejaron llevar por el miedo y ahora tienen un problema mayor.
Camino al Futuro cuenta con alrededor de 150 familias, detalla Franklin. En varias de las casas hay construcciones aledañas, donde viven otros núcleos —generalmente familiares allegados que pagan arriendo a los de la vivienda principal—.
El campamento, como la mayoría de los 116 de la ciudad, no tiene ninguna posibilidad de radicación. Miles y miles de familias viven en zonas en que jamás podrían residir de forma lícita, debido a su peligrosidad.
—En este momento, la mayoría de las personas estamos postulados para una vivienda social que nos ofreció el Serviu —explica—. Ya estamos más de 60 y tantas familias. Estamos esperando que nos llame la constructora. Es un proyecto nuevo en La Chimba.
Nuevas soluciones urbanas
El déficit habitacional en Antofagasta es de más de 27 mil viviendas según el Ministerio de Vivienda. La respuesta pública se ha centrado, como en otras regiones, en el Plan de Emergencia Habitacional (PEH) impulsado por el Gobierno.
No obstante, la región es la que presenta el mayor rezago del país. A octubre de este año el avance era sólo del 35,6%.
Thomas Müller cree que el problema es multifactorial. Por un lado, critica los tiempos de las instituciones encargadas de entregar los permisos. Pero, aparte de la burocracia, dice que hay un tema de costos que no se consideró cuando se diseñó la política a nivel nacional. Porque no es sólo que el suelo sea más caro, todo es más caro:
—Aquí el subsidio del Estado no alcanza —asegura—. El ministro dice que construimos muy caro, pero aquí todo es más lento (el tiempo es dinero), la logística es más lejos, y la productividad de la mano de obra es otra. Tengo que contratar a tres para hacer la pega de dos del sur. La minería te contrata a diez para el trabajo de uno, y eso permea.
La seremi de Vivienda, Paula Monsalves, destaca que se han edificado un 50% más de viviendas que en el gobierno anterior y que ya han alcanzado las 6.300 construidas. De todos modos, también coincide en que es importante transparentar el alto valor de construir en la zona.
—Por cierto que el valor del subsidio hoy día no es suficiente, y por eso tenemos un convenio con el Gobierno Regional que suplementa recursos para urbanización. Pero creo que también es importante revisar esta realidad regional de sobreprecio de un 20%, un 30% más que en otras condiciones similares.
Igualmente, Monsalves subraya que se han hecho modificaciones legales que permiten alterar los planos reguladores para construir viviendas sociales, lo que facilita la tarea y podría ayudar en nuevas iniciativas.
La posición de la CChC es que se debe volver a construir en lugares más cercanos al centro. Continuar con la estrategia de edificar en la periferia implica gastos adicionales en transporte e infraestructura que en el mejor de los casos demoran y, en el peor, nunca se realizan.
Los grandes obstáculos estarían, nuevamente, en el alto valor del suelo y en la falta de incentivos para construir en ciertas zonas definidas por el Minvu, además de los límites de altura establecidos por el plano regulador.
El comercio amenazado
Con microbasurales en los principales paseos y mugre en las calles. Ese ha sido el panorama de la ciudad de Antofagasta en los últimos meses. El término del contrato de aseo a mitad de año y la demora en una nueva licitación dejó al municipio obligado a usar a personal municipal en esas tareas. Un esfuerzo que ha sido insuficiente y que llevó que a fines de noviembre la Seremi de Salud oficiara al municipio dando 48 horas para ejecutar un plan de limpieza.
Es un episodio más del deterioro que ha experimentado la ciudad. Al menos esa es la visión del presidente de la Cámara de Comercio de Antofagasta, Antonio Sánchez. El líder gremial asegura que la administración municipal anterior dejó serias falencias a la actual, con falta de inspectores y seguridad municipal.
—La situación incluso tendió a empeorar porque se terminaron los contratos que había hecho, por trato directo, el alcalde anterior —explica Sánchez—. O sea, nos quedamos sin empresa de lavado, barrido, la limpieza, recolección de basura. El actual alcalde aún no ha podido solucionar esos problemas. Las calles lucen un aspecto muy, muy deteriorado.
El centro de la ciudad, por lo demás, hace tiempo que ya no es lo que era. Negocios icónicos como El Gato Negro hoy tienen sus locales reconvertidos en farmacias. Al igual que otras ciudades la proliferación de los ambulantes en los principales paseos peatonales de la ciudad, Matta y Prat, ha debilitado al comercio legal.
También la tasa de victimización aumentó en los últimos años. De acuerdo a estadísticas del Centro de Estudios y Análisis del Delito, desde 2016 se experimentó una leve baja en robos y delitos contra la vida o integridad de las personas. Sin embargo, tras el final de la pandemia la cantidad de denuncias subió drásticamente.
Así, en 2022 se llegó un récord de 3.800 denuncias por robos en la región y a una tasa de homicidios de 9,7 por 100 mil habitantes. La situación en el último par de años, eso sí, ha mejorado. Las denuncias de robos bajaron a 3.310 en 2024 y la tasa de homicidios a 7, que sigue estando por sobre la media nacional.
El futuro de una región golpeada
A pesar de las declaraciones de intenciones, la región de Antofagasta nunca ha recibido una retribución que se acerque a lo que produce la gran minería del cobre. En los años 2000, se llegó a insinuar que el Gobierno del presidente Ricardo Lagos presentaría un proyecto de lobby en ese sentido. Finalmente, la iniciativa ingresada y la que finalmente se aprobaría no contaban con una compensación para las regiones productivas.
En el Gobierno del presidente Gabriel Boric, en tanto, se aprobó la nueva Ley de Royalty Minero. A pesar de que existe un Fondo de Comunas Mineras, se trata sólo de un 10% de lo que se reparte. En el 90% siguen primando los criterios de carencias.
Según Antonio Sánchez, sumando los fondos sólo el 5,8% del tercio del royalty que se reparte termina en la región de Antofagasta. Así, la zona queda tan sólo en noveno lugar a nivel nacional en cuanto a asignaciones. La región Metropolitana (15,6%) y la de la Araucanía (9,1%) lideran la repartición.
Sánchez es uno de los que argumenta que el voto de Parisi se debió a situaciones como esta, que han cansado al electorado del norte del país.
—Parisi representaba un castigo al centralismo tradicional de nuestro país, que saca los recursos del norte de Chile, mientras las ciudades del norte muestran un gran deterioro y no reflejan la riqueza que de esta región se extrae.
En uno de los insertos publicados en agosto, los antofagastinos firmantes hicieron un llamado a los candidatos presidenciales a terminar con esta realidad:
—Se requiere que por orden del Jefe/a de Estado se constituya Corfo, los ministerios de Bienes Nacionales y Economía, el Consejo Minero, el estamento regional y la comunidad, para crear una mesa de trabajo en la que se aborden estos desafíos en un nuevo pacto para Antofagasta. Nuestra Región no puede seguir siendo vista solo como una mina abierta al mundo. Es nuestro hogar, nuestra tierra, y merece dignidad.
Parisi obtuvo 137 mil votos en la región de Antofagasta. El próximo domingo 14 de diciembre ese electorado tendrá que decidir si esta vez Jeannette Jara o José Antonio Kast los convencen.