El sistema estadounidense de defensa "Patriot" puede utilizarse contra numerosas amenazas aéreas. Su principal desventaja: los elevados costos.
El sistema Patriot tiene una larga historia. Se desarrolló a principios de los años sesenta, pero recibió su nombre y diseño actuales una década más tarde. Las fuerzas armadas estadounidenses empezaron a utilizar el sistema, que consta de varios radares, unidades de mando y control y diversos interceptores de misiles, en la década de 1980.
El fabricante de armas estadounidense Raytheon produce el sistema Patriot y lo ha mejorado varias veces a lo largo de los años. La empresa afirma que tiene previsto seguir desarrollándolo hasta al menos 2048. En su versión actual, puede usarse contra misiles tácticos, misiles de crucero (que vuelan paralelos al suelo), drones, aviones y “otras amenazas” que Raytheon no especifica.
Alcance y puntos débiles
Los proyectiles y naves que el sistema Patriot puede interceptar también son utilizados por Rusia contra Ucrania. De ahí el deseo urgente de Kiev de conseguirlo.
Sin embargo, Rusia también utiliza objetos más pequeños, como minidrones, que vuelan más cerca del suelo y resultan más difíciles de rastrear e interceptar para el sistema Patriot.
Su radar puede detectar hasta 50 objetivos y atacar cinco de ellos simultáneamente. Según la versión, los misiles interceptores pueden llegar a una altura de más de dos kilómetros y alcanzar objetivos a una distancia de hasta 160 kilómetros. Sin embargo, a menudo se necesitan varios interceptores Patriot para destruir un solo misil, por lo que el sistema es costoso.
Según el grupo de reflexión estadounidense Center for Strategic and International Studies, se necesitan unos 90 soldados para operar cada unidad.
Despliegue en Oriente Próximo y Oriente Medio
El sistema Patriot se utilizó por primera vez en 1991 durante la Operación “Tormenta del Desierto” para liberar Kuwait de la ocupación iraquí. El sistema defendió a las tropas estadounidenses y a sus aliados, así como a las zonas pobladas de Israel, contra los misiles Scud iraquíes.
En su momento, representantes de EE.UU. y del fabricante Raytheon elogiaron su eficacia. Investigaciones externas cuestionaron posteriormente esta valoración.
El fracaso más mortífero estuvo marcado por un ataque con Scud en el que murieron 28 soldados estadounidenses en sus cuarteles de Arabia Saudí cuando los interceptores Patriot no consiguieron destruir el misil que se aproximaba. El sistema se mejoró posteriormente y se utilizó, por ejemplo, en la guerra de Irak de 2003.
Interceptar un dron no suele merecer la pena
Puede que el mayor reto para la defensa antiaérea Patriot no sea mantenerse a la altura de la tecnología militar del enemigo, sino el coste.
Por ejemplo, la primera adquisición de Patriot en Polonia costó al parecer 4.900 millones de dólares, más de una cuarta parte del presupuesto total de defensa del país previsto para 2023.
Una sola prueba de interceptación puede costar hasta 100 millones de dólares, según el grupo estadounidense de investigación en defensa RAND. Muchas de las amenazas para las que está diseñado el sistema Patriot, como los drones, cuestan solo una pequeña parte de esa cantidad.
Para compartir los costes, algunos aliados de la OTAN acordaron en octubre cubrir conjuntamente sus necesidades de defensa antiaérea, incluida la compra de más unidades Patriot.