Los birmanos volvieron este miércoles a las calles por quinto día consecutivo pese a la violenta represión y el ataque nocturno del ejército contra la sede del partido de Aung San Suu Kyi, que muestra la determinación de los generales golpistas ante los llamados a restablecer la democracia.

Decenas de miles de personas, según varias estimaciones, marcharon este miércoles por el centro de Rangún, la capital económica del país, pese al recrudecimiento de la represión el martes.

Varios miles de personas se concentraron también en Naipyidó, capital administrativa de Birmania, en el centro del país.

En el estado de Kayah, en el este, algunos policías se unieron a los manifestantes, según medios locales.

Mujer herida de bala

El relator especial de Naciones Unidas para Birmania, Tom Andrews, condenó el uso de la fuerza y aseguró que la policía había disparado contra una mujer en Naipyidó, que resultó herida de bala. En las redes sociales, los internautas compartieron masivamente las imágenes que recogían esta acción policial.

“Pueden disparar contra una mujer, pero no pueden robar la esperanza y la determinación de un pueblo”, escribió el miércoles Tom Andrews. “El mundo se solidariza con los manifestantes de Birmania”.

Según explicó el miércoles por la mañana un médico del hospital de Naipyidó, la joven, Mya Thwe Thwe Khin, herida en la cabeza, está en “cuidados intensivos pues necesita ayuda para respirar y sigue inconsciente”.

El martes, un médico aseguró que las fuerzas de seguridad dispararon munición real a juzgar por las heridas que sufrieron dos jóvenes hospitalizados en estado crítico.

En Mandalay, la segunda ciudad del país, la policía lanzó gas lacrimógeno contra los manifestantes que enarbolaban banderas de la Liga Nacional para la Democracia (LND), la formación de Aung San Suu Kyi.

Condena internacional

Las autoridades prohibieron el lunes por la noche todas la congregaciones de más de cinco personas en Rangún, Napypidó y otras ciudades y decretaron un toque de queda.

En los últimos días, centenares de miles de manifestantes salieron a las calles del país, pidiendo la liberación de los detenidos, el fin de la dictadura y la abolición de la Constitución de 2008, hecha a medida del ejército.

Desde el golpe de Estado, el 1 de febrero, el número de personas detenidas hasta este miércoles ascendía a 190, según una oenegé que ayuda a presos políticos.

Este viento de protesta no se veía desde 2007, cuando la “Revolución de azafrán” liderada por monjes fue violentamente reprimida por los militares.

El riesgo de represión es real en el país que ya ha vivido cerca de 50 años bajo la férula militar desde su independencia en 1948.

El golpe de Estado fue condenado por Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido y muchos otros países.

El presidente Joe Biden anunció medidas contra la junta militar de Birmania, incluyendo el congelamiento de sus activos en territorio estadounidense, al tiempo que instó a los generales a renunciar al poder.

“Aprobé una nueva orden ejecutiva que nos permite sancionar de inmediato a los líderes militares que dirigieron el golpe, sus intereses comerciales y a familiares cercanos”, dijo Biden, quien también instó a la liberación “inmediata” de la dirigente Aung San Suu Kyi.

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU celebrará el viernes una sesión especial para analizar estos acontecimientos. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas instó por su parte a la liberación de los detenidos.