Con la ampliación del crédito del FMI a 57.100 millones de dólares, Argentina recibió un poco de oxígeno, pero enfrenta aún numerosos desafíos: estabilizar el peso, domar la inflación, relanzar la economía, cumplir con sus compromisos y aprobar el presupuesto 2019.

El gobierno del presidente Mauricio Macri no la tiene fácil. Para desbloquear los fondos del FMI, Argentina se comprometió a alcanzar en 2019 el equilibrio fiscal primario (antes del pago de los intereses de la deuda) cuando para este año se proyecta un déficit de 2,7%.

Sin mayoría en el Congreso, la coalición de centro derecha del presidente Macri va a tener que convencer a una oposición peronista hostil para aprobar un presupuesto de austeridad para 2019, un año electoral, con recortes en todos los sectores.

“Este presupuesto es una vergüenza. No pueden obligar a los gobernadores (de las provincias) y a los legisladores a votarla”, declaró el diputado Axel Kicillof, el último ministro de Economía de la expresidenta Cristina Fernández (2007-2015).

Daniel Artana, economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas de América Latina (FIEL), estima en cambio que “Argentina se compromete a hacer cosas que había que hacer. Es una baja violenta del déficit fiscal”.

“El gobierno cometió errores pero la herencia (económica del gobierno de los Kirchner) era una bomba de tiempo”, agregó.

Otros financiamientos

El déficit fiscal primario fue de 6% del PIB en 2015, 3,9% en 2017 y está previsto que se sitúe en 2,7% en 2018. Hay que agregarle los intereses de la deuda, de entre 2,5 y 3% del PIB, según las estimaciones. Alcanzar un déficit cero requiere medidas que serán dolorosas para los argentinos.

Con una depreciación monetaria de 50% en lo que va del año y una inflación que se proyecta de 40% para todo 2018, el acuerdo anunciado “es un plan para apagar el incendio”, estimó el economista Roberto Cachanosky.

“No es porque tenés plata que todo se soluciona”, advirtió en alusión a la puesta a disposición anticipada de 19.000 millones de dólares en el último trimestre de 2018 y en 2019.

Gabriel Torres, analista de Moody’s, subraya que Argentina deberá encontrar en el futuro nuevas fuentes de financiamiento “hasta que se recupere la confianza de los mercados”.

“El acuerdo le dio un poquito más de margen de maniobra, pero no resuelve los problemas”, dijo Torres y agregó que “Argentina es una economía muy vulnerable, dependiente de commodities que además se afectan con el clima (granos y cereales)”.

Un factor que agravó la crisis y la corrida cambiaria desatada en mayo fue la sequía que provocó una fuerte caída de las exportaciones agrícolas.

“Hay muchos mercados emergentes, pero son dos los que están afectados (por el alza de las tasas de interés en Estados Unidos y la guerra comercial entre ese país y China): Argentina y Turquía. Obviamente hay algo interno en esos dos países”, aseguró.

“Momentos difíciles”

A derecha e izquierda los economistas coinciden: El FMI tomó las riendas de la economía argentina.

“La política económica, de aquí a las elecciones (de octubre de 2019), la está haciendo el FMI”, estimó el economista Miguel Angel Broda, del Centro de Estudios Broda y Asociados.

“Es un triunfo total del Fondo. Macri abandonó la soberanía monetaria de Argentina”, opinó Kicillof que teme un agravamiento de la crisis.

En cuanto al relanzamiento de la economía, parece aún lejano. Tras un primer trimestre de crecimiento sostenido, la economía se derrumbó en el segundo trimestre (-4,2%) y el pronóstico oficial es de una caída anual de 2,4% en 2018 y de 0,5% en 2019.

“Vamos a pasar momentos muy difíciles. No esperemos recuperación económica antes de marzo” de 2019, admitió la diputada Elisa Carrió, importante dirigente de la alianza de Gobierno Cambiemos.

El ministro de Economía, Nicolás Dujovne, espera una recuperación en el segundo semestre del año próximo y apuesta a un crecimiento de 5,2% en el cuarto trimestre 2019.

El endeudamiento de Argentina está en el orden de los 330.000 a 340.000 millones de dólares. Desde la llegada al poder de Macri a fines de 2015, aumentó la deuda en más de 100.000 millones de dólares.

Para el influyente dirigente sindical Hugo Yasky, la situación es grave. “¿Tenemos que festejar una deuda récord?”, se preguntó.