Las mujeres están subrepresentadas en la investigación médica, desde estudios sobre el cáncer hasta la diabetes. Científicas llaman "neurosexismo" al sesgo de género en los estudios neurológicos.

Si solo lees los titulares de la neurociencia sobre el sexo del cerebro, saldrás pensando que el cerebro es masculino o femenino. Pero algunos neurocientíficos sostienen que muchas de las investigaciones neurológicas que han abordado la cuestión del sexo biológico del cerebro en los últimos 30 años no han sido bien realizadas. Aquí examinaremos algunas de ellos.

En primer lugar, todos los neurocientíficos coinciden en que el cerebro masculino es más grande que el femenino. Los científicos dicen que esto se debe a que los cuerpos masculinos son en promedio más grandes que los femeninos.

Pero eso no siempre se ha tomado en cuenta en los estudios que analizan las diferencias entre ambos. Por ejemplo, muchos estudios suelen indicar que la amígdala masculina -que participa en el procesamiento de las emociones asociadas al miedo- es más grande que la femenina.

Pero la investigadora Lise Eliot y su equipo descubrieron que cuando tomaban en cuenta el hecho de que el cerebro femenino era más pequeño que el masculino, casi no había diferencia entre el tamaño de la amígdala femenina y la masculina.

La importancia de considerar el tamaño del cerebro se demostró en un gran estudio de 2018 en el que los investigadores de la Universidad de Edimburgo encontraron que el 85% de las diferencias en los cerebros de hombres y mujeres se volvieron irrelevantes cuando tomaron en cuenta el hecho de que los cerebros masculinos eran más grandes que los femeninos.

La edad del cerebro complica el análisis

Gina Rippon dice que otro factor, respecto al tamaño relativo al cerebro, podría deberse a la edad. Rippon es una neurobióloga de la Universidad de Aston, Reino Unido, que ha centrado gran parte de su carrera en la lucha contra lo que ella llama “neurosexismo”. Es decir, el sesgo de género en los estudios neurológicos.

En el estudio de 2018 mencionado se utilizaron datos del Biobanco, que contiene información genética y de salud de unas 500.000 personas de Gran Bretaña. Sin embargo, solo recoge información de personas mayores de 40 años, es decir, “personas que ya han sido socializadas a un género específico”, afirma Rippon.

En cambio, muchos científicos consideran que el género es distinto del sexo biológico de una persona: se nace con el sexo biológico, pero el género es una construcción social.

Por lo tanto, el Biobanco solo ofrece una mirada de las personas en un momento determinado de su vida. Pero el cerebro es plástico y maleable, cambia a medida que experimentamos cosas nuevas, independiente del sexo biológico.

Pruebas en bebés y monos

Para intentar conciliar el problema de la edad y la influencia cultural, algunos científicos realizaron investigaciones con bebés y simios: los bebés, porque aún no han crecido en un mundo con género, y los simios, porque son neurológicamente similares a los humanos, pero no se han criado en el mismo mundo sociocultural que ellos.

En el 2000, un equipo dirigido por Simon Baron-Cohen, de la Universidad de Cambridge, realizó un experimento con bebés en sus primeras 24 horas de vida. Pudieron comprobar que un mayor número de niños prestaba más atención al celular, mientras que un mayor número de niñas prestaba más atención a la persona y a su cara.

En los resultados de su investigación concluyeron que, “esto demuestran claramente que las diferencias de sexo son en parte de origen biológico”.

Varios científicos aseguran que el estudio era defectuoso, principalmente, por la manera en que se llevó a cabo. “Me imagino que es bastante difícil sostener un móvil y mirar a un recién nacido exactamente de la misma manera 102 veces”, escribió Cordelia Fine de la Universidad de Melbourne Fine en su libro Delusions of Gender.

Robin Dunbar, de la Universidad de Oxford, lideró otro estudio en el que asegura que existe el género biológico en simioshembras y machos. Según Dunbar, las hembras jóvenes llevan palos y troncos, mientras que los machos jóvenes son más propensos a participar en juegos bruscos. Para el investigador, lo anterior proporciona pruebas de que el cerebro está condicionado por el género.

Pero Rippon argumenta que el estudio opera sobre premisas falsas. “Las hembras de los simios son socializadas poderosamente por sus madres para ser madres, con roles muy específicos”, dice.

Entonces, ¿es la neurociencia sexista? Todavía no se ha publicado ningún estudio que explique si los hombres y las mujeres nacen diferentes o simplemente están condicionados para encajar en determinados roles de género.