Los cuestionamientos, desde dentro y fuera de la policía, se resumen en uno: "Lo describí como un cubo de basura con ruedas, pero parece que las ruedas ni siquiera funcionan en este momento".

En septiembre, el Departamento de Policía de Nueva York introdujo en la bulliciosa estación de metro de la calle 42, en Times Square, a K5, un “Robocop” de 180 kilos y 1,65 metros.

Además de “Robocop”, también fue apodado “Dalek”, en referencia a los villanos de Doctor Who. El parecido salta a la vista.

Fabricado por la empresa Knightscope, con sede en Silicon Valley, el autómata atrajo rápidamente la atención por todas las razones equivocadas, ya que los escépticos neoyorquinos no tardaron en cuestionar su capacidad para llevar a cabo tareas policiales esenciales.

Contrariamente a lo esperado, reporta el New York Times, el K5 no impresionó, requirió la supervisión constante de varios agentes e incluso quedó reducido a la impotencia ante cualquier escalera, una limitación crítica que lo convirtió más en un estorbo que en una ventaja.

El New York Times informa ahora de que, tras aproximadamente cuatro meses de rendimiento mediocre, el K5 ha sido retirado oficialmente.

Lejos de alcanzar el estatus de lo último y lo mejor de las fuerzas del orden y seguridad, como había previsto el alcalde Eric Adams, K5 se convirtió en objeto de burlas y bromas, poniendo de relieve los escollos de las fuerzas del orden que invierten fondos públicos en tecnologías no probadas, una tendencia ejemplificada por el malogrado perro robot de la policía de Nueva York pocos años antes.

La retirada del K5 ha sido recibida con alivio colectivo, y un agente de la policía de Nueva York ha expresado con franqueza su falta de entusiasmo por supervisar sus operaciones. Albert Fox Cahn, director ejecutivo del Surveillance Technology Oversight Project, comparó con humor a K5 con un “cubo de basura con ruedas”, haciendo hincapié en su aparente disfunción.

En un principio, la policía de Nueva York promocionó el K5 como elemento disuasorio de la delincuencia, considerando su mera presencia y sus capacidades de comunicación como herramientas para mejorar la seguridad pública.

El alcalde Adams incluso lo alabó como una inversión rentable, declarando: “Está por debajo del salario mínimo. No hay pausas para ir al baño. No hay pausas para comer. Es una buena inversión”. Sin embargo, la realidad demostró lo contrario, ya que el robot causó más problemas que asistencia.

“Lo describí como un cubo de basura con ruedas, pero parece que las ruedas ni siquiera funcionan en este momento”, declaró el director ejecutivo del Proyecto de Supervisión de la Tecnología de Vigilancia, Albert Fox Cahn.

Incluso, un trabajador de la construcción, al observar a dos agentes que acompañaban al robot, se preguntó irónicamente: “¿Quién se preocupaba por quién? ¿El robot por la policía, o la policía por el robot?”.