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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

La exposición "Paisaje Fragmentado" de Sebastián Márquez Mora, en la sala de Exposiciones de APECH en Santiago, explora la fragmentación temporal y espacial en la fotografía, fusionando lo análogo con lo digital y abordando el paisaje como ruina contemporánea. La muestra incorpora sonido e instalación en el discurso fotográfico, destacando la convergencia de memorias y devenir histórico en instantes ampliados y reducidos temporalmente. Márquez Mora se suma a una tradición de fotógrafos que exploran la multiplicidad temporal y la ruina como reflexión crítica y transformación social, mientras también aborda la invisibilidad técnica y la relación entre paisaje visual y sonoro.

La exposición Paisaje Fragmentado de Sebastián Márquez Mora (en la sala de Exposiciones de APECH, Santiago), sitúa su práctica en un campo explorado por la fotografía experimental y la teoría del arte.

Por Samuel Toro Contreras

Aquí, se pueden identificar diversas corrientes que abordan la fragmentación temporal y espacial en la imagen fotográfica, la convergencia de lo análogo con lo digital, el paisaje como “ruina” contemporánea, así como la incorporación de sonido e instalación en el discurso fotográfico.

Recuerdo haber escrito en mi blog, hace años, que Benjamin se refiere a la fantasmagoría de una posible época, sin considerar la experiencia sonora de ella (la Ezquizofonía en el paisaje schaferiano). Hoy, esa fantasmagoría se puede manifestar en superposiciones de tiempos en la fotografía, percibiéndose capas de memoria y devenir histórico.

Fragmentación temporal y múltiples estratos de tiempo

Si hacemos una referencia muy general a las superposiciones generadoras de fantasmagorías duales en la fotografía (sin mencionar el cine), puedo recordar a Jingshan, Soler-Roig, Kashani y Durrer-Gasse en la exposición Layers, Jorge Lidiano, aunque este último “reflexionaba” entre el pixel y lo análogo. En estos breves ejemplos, se puede ver que la fotografía hace décadas ejercita la multiplicidad temporal, como antiguas secuencias hasta collages fotográficos como los de Moholy-Nagy.

Los “médiums” fotógrafos (con y sin tiempo; con o sin visibilidad) han conjugado pasado y presente. Márquez Mora hereda, de alguna forma, esa tradición, donde su Paisaje Fragmentado explora espacios donde convergen memorias (ruinas, testigos) con el instante fotográfico ampliado y reducido temporalmente.

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El paisaje como ruina y fragmento contemporáneo

Otro hilo clave es el paisaje “devastado o en ruinas” (la lucha del patrimonio afectación). Críticas como Rosa Olivares, menciona que la ruina emerge en nuestros imaginarios estéticos como un referente a la historia y como una premonición catastrófica de lo inevitable, donde muchos de los procesos que llevan a la búsqueda del arreglo de lo destructivo se re-afirman en la belleza como superación de la ruina, siendo que esta última la configura.

Paisaje Fragmentado de Sebastián Márquez Mora, Samuel Toro

En Chile, la precariedad urbana y ambiental funciona como un paisaje fragmentado, donde el caos social o ecológico deja huellas visibles (demoliciones, incendios, residuos, etc.). Así, Paisaje Fragmentado se inscribe en esta tradición, incorporada (consciente o no) de mostrar el paisaje (“natural” o urbano) como registro de colapso parcial, de memorias que el ojo debe recomponer. La confluencia (en este caso en todo el mundo) en ver la ruina no sólo como destrucción, sino como principio de transformación. Fotografiar una fábrica quemada, un edificio abandonado o un bosque desolado opera como crítica social y reflexión histórica. Márquez Mora -bajo mi hipótesis de un paisaje-tecnológico-ruinoso- podría situar sus imágenes en esa dialéctica.

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Lo invisible en la fotografía como tecnología oculta

Otro aspecto central es la invisibilidad técnica detrás de la imagen fotográfica. En la era digital (o post), gran parte de las operaciones visuales ocurren en los circuitos y algoritmos que el ojo no ve. El teórico-artista Paglen menciona que la cultura visual actual “se está distanciando del ojo humano y tornando invisible”.

En este sentido, lo no visible en fotografía incluye desde datos EXIF invisibles hasta manipulación algorítmica imperceptible (como ocurre con la IA de corrección de imagen en smartphones). También se piensa en términos de “visión maquínica”, donde cámaras de seguridad, satélites, drones, ven espectros que escapan a nosotros. La crónica contemporánea de la imagen se preocupa cada vez más por este “vacío sensorial”. Entonces, ¿qué queda fuera de la luz? Algunos artistas investigan “lo que la cámara no ve”, como filtros IR. Otros confrontan los algoritmos, mostrando “la trama oculta”, como códigos QR o datos empotrados.

Para analizar Paisaje Fragmentado -luego de una no tan corta intro- podríamos preguntarnos sobre esta invisibilidad que “se esfuerza” por ser visible. Según Paglen, nuestras fotos ya no nos “miran” a nosotros, sino que apuntan hacia agencias de reconocimiento, IAs, o vigilancia comercial, todo en lugares invisibles en la fotografía misma. Frente a esto, el trabajo de Márquez Mora podría incorporar la idea de “imágenes invisibles” -por ejemplo, mediaciones tecnológicas, ruidos electrónicos, memorias técnicas de los paisajes- como parte del significado de las obras desde maneras de ejercicios iniciales de reconocimiento, para luego superponerlos, fragmentarlos hasta la invisibilidad “virtual”, no sé si nostálgicamente o con pretensiones de lucha romántica con corceles de titanio. De cualquier forma, mostrar eso -la cámara como “dispositivo fantasma”- sería coherente con una hipótesis de “paisaje fragmentado” tecnológicamente.

Instalación, imagen y paisaje sonoro

En Paisaje Fragmentado, la inclusión de sonido implica que un paisaje fotográfico es, a la vez, sonoro. Al crear instalaciones se busca un “paisaje sonoro” que “exista” (localizada o no) en la imagen visual. Ya he mencionado, en otras ocasiones, que el surgimiento del “paisaje sonoro técnico” (grabaciones) marca otra dimensión de ruptura en la percepción, paralela a la fragmentación visual. El caso de Sebastián Márquez Mora, con su anclaje en lo sonoro, se conecta con lo mencionado antes, donde la sala misma es un dispositivo que la luz, la imagen proyectada y el sonido convergen para fragmentar la experiencia del paisaje.

En anteriores textos, también he vinculado la fragmentación visual con la escucha y la “naturaleza” aural del paisaje, donde la tecnología no solo fragmenta la imagen, sino que crea nuevos “paisajes de atención” auditivos y visuales simultáneos. Esta perspectiva me ayuda a mantener una mínima lectura crítica para Paisaje Fragmentado como un paisaje visto como archivo de tiempos superpuestos, objeto tecnológico y ruina actual a la vez.

Construir una “columna crítica”, en este marco, exige hacer “dialogar” a Márquez Mora con los antecedentes antes expuestos, de modo que su obra se vincule con la tradición fotográfica de la fragmentación temporal (que él inicia en sus investigaciones), con el debate sobre el interés por la ruina, y con la crítica que considera el paisaje como fenómeno fragmentario y mediado tecnológicamente.

Paisaje Fragmentado de Sebastián Márquez Mora, Samuel Toro

Paisaje Fragmentado

Sebatián Márquez Mora
Sala APECH

Salvador Donoso 21, Barrio Bellavista, Providencia, Santiago, Chile.
Horarios: martes, miércoles y jueves de 15:00 a 18:00 horas. Viernes de 10:00 a 13:00 horas.
Visita Guiada: 26 de agosto a las 15:30 horas.