Si ayer fue Lo que el viento se llevó la obra artística que no pudo aprobar satisfactoriamente la revisión de sus contenidos en el marco de las repercusiones por el asesinato de George Floyd, hoy fue el turno de una de las sagas literarias más populares del último tiempo.

Esta vez, el blanco de análisis fue El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien, tema central de un debate agitado en Twitter por la articulista del diario El Tiempo María A. García de la Torre, quien se dio la tarea de volver a ver la adaptación cinematográfica de Peter Jackson.

El resultado, no fue para nada favorable para la historia: “Me dio por volver a ver las pelis del Señor de los Anillos y no pude con la sobredosis de testosterona”, se lee al inicio de un “hilo” que se convirtió en viral en Twitter.

“El 90% de los personajes son hombres blancos y las mujeres sólo aparecen cuando el héroe está en peligro para susurrarle en el oído: ¡tú puedes!”, agregó.

“El porcentaje de diálogos y de tiempo en escena que tienen hombres y mujeres evidencia la vergonzosa disparidad. Por no entrar siquiera en el tema racial, que es muchísimo peor. Ni un solo afroamericano ni mestizo ni nada en un planeta multiétnico”, abordó en otro tweet.

En redes sociales, el debate se desató: mientras algunos respaldaron a la columnista, otros recordaron el contexto histórico en que la saga fue escrita, además de la biografía de su autor (marcadamente conservador).

Al respecto, en un artículo sobre la controversia, el diario español ABC destacó el rol de personajes femeninos como Arwen o Galadriel, primordiales en la trama. Y a modo de defensa, recogieron la respuesta de Tolkien a una editorial alemana que le pidió catalogarse como ario, en plena Segunda Guerra, para publicar el libro en su país.

“Lo siento, pero no me queda claro lo que ustedes quieren decir con ario. No soy de ascendencia aria: significa indo-iraní; y hasta lo que yo sé, ninguno de mis antepasados habló hindustani, persa, cíngaro ni ningún dialecto relacionado”, se lee en el texto.

“Pero si debo entender que lo que ustedes quieren saber es si soy de origen judío, sólo puedo responder que desgraciadamente no parece que tenga antepasados de ese talentoso pueblo“, añadió.

La carta continúa: “Mi tatarabuelo vino de Alemania a Inglaterra en el siglo XVIII. Por lo tanto, la mayor parte de mi ascendencia es puramente inglesa, y soy un súbdito inglés, lo cual debería bastar. Me he acostumbrado, sin embargo, a considerar mi apellido alemán con orgullo, y lo continué haciendo durante el período de esa guerra lamentable (la Primera Guerra Mundial), en la que serví en el Ejército inglés”.

“Sin embargo, no puedo abstenerme de comentar que si solicitudes irrelevantes e impertinentes de este tipo van a convertirse en la norma en cuestiones de literatura, entonces no está lejos el tiempo en el que un apellido alemán ya no sea fuente de orgullo”, señaló.