Li muestra sonriente sus nueces, de cáscara simétrica, que espera vender por una fortuna en China, donde este fruto puede llegar a valer más que el oro.
“¡Los precios se han disparado!”, exclama Li Zhanhua, a la sombra de sus verdes nogales que lo han hecho rico. “Hace años nunca lo habríamos imaginado”.
Los chinos disfrutan haciendo girar en la palma de la mano un par de nueces de color ámbar en cualquier momento del día.
Según la medicina tradicional china, esta práctica secular mejora la circulación sanguínea. “Es bueno para el cuerpo”, asegura Li.
Las cáscaras ya se utilizaban para jugar en las cortes imperiales desde el año 220 después de Cristo, pero bajo los Qing (1644-1912) las nueces más excepcionales se convirtieron en un objeto de deseo entre la élite.
Después de tres década de crecimiento económico fulgurante, las nueces causan ahora furor entre los nuevos ricos chinos. Pero también entre los truhanes, según los vendedores especializados.
Una fascinación irresistible
Los compradores más experimentados no se interesan por el sabor de la carne de la nuez, sino por el aspecto de la cáscara.
Tras la cosecha, los cultivadores criban los cargamentos de nueces en busca de las cáscaras con los surcos más simétricos, que será lo que determinará el precio. También cuenta el color, siendo las marrones oscuras las más codiciadas.
La demanda y la subida de los precios han cambiado la vida de los agricultores del distrito montañoso de Laishui, a unas horas de coche de la capital.
Hace una década, Li y sus vecinos malvivían cultivando trigo y maíz, pero hoy pueden permitirse ir de vacaciones, conducir coches importados y ser propietarios de apartamentos en la ciudad vecina.
“Incluso un par de nueces relativamente ordinarias puede venderse más caro que el oro si se toma el cuenta el precio por gramo”, sostiene Li Zhanhua, que asegura haber vendido un par por 160.000 yuanes (15 millones de pesos).
Las cosechas de nueces de Li pueden proporcionarle hasta dos millones de yuanes (188,5 millones de pesos) por año.
Se especula con las cáscaras
“Jugar mucho con las nueces altera el color con el tiempo y se vuelve rojizo”, explica Zhang Guifu, el vecino de Li. “Cada una es única. Tienen valor como objeto de colección… y para estimular el espíritu”, añade.
Y cada variedad recibe un nombre en función de su forma: “sombreros de mandarines”, “corazones de pollo” o “linternas”.
Las nueces se han convertido en un producto de inversión alternativo para algunos chinos, ante los tipos de interés muy bajos de los depósitos bancarios en el país.
Especular con ellas cuando todavía están en el interior de cápsula verde que las envuelve se ha convertido incluso en un juego de azar muy popular.
En Shilihe, un mercado pequinés donde se venden nueces desde hace varias generaciones, decenas de hombres examinan, de cuclillas, el contenido de los puestos.
Tras haber medido una serie de frutos todavía en sus cápsulas verdes, el pekinés Miao Yaoge desembolsa 2.000 yuanes (188 mil pesos). A primera vista las evalúa en 2.500 yuanes, un beneficio nada despreciable.