El problema de los perros abandonados en el país no es nuevo, incluso hay una ley en trámite que aboga por la tenencia responsable de mascotas.

De día uno los ve tranquilos, se puede pasar a centímetros de distancia, un niño los puede molestar, un adulto los puede retar, y ellos, simplemente responden moviendo la cola o alejándose del lugar. Pero en la noche se transforman, se convierten en animales agresivos y dejan de manifiesto su instinto territorial.

Son exactamente los mismos perros, pero que bajo ciertas contextos, reclaman espacios que, mientras hubo sol, fueron públicos y de libre tránsito.

Y claramente no es la luna la que provoca los cambios, sino quienes los acompañan, fielmente, por las noches. Es la denuncia de la directora de Extensión Artística y Cultural de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Gloria Varela.

En el Aula Magna, en la Sala de Exposiciones y en el Museo de Arte Religioso -todos ubicados a un costado de la Catedral de Concepción- se realizan a diario actividades académicas, lecturas y encuentros, muchos de los cuales se ven mermados por las agresiones de perros y mendigos.

Por más llamados a Carabineros y la fuerza pública, pocas soluciones encuentran, expuso Varela.

El camino no es llevar detenidos a los mendigos que se refugian del frío otoñal de la ciudad, tampoco eliminar a los perros abandonados, pero a los ojos de Gloria Varela, faltan políticas públicas eficientes y concretas para avanzar en terminar con esta problemática.

Varela enfatizó en que “un espacio para la cultura debe ser bien considerado”, pero se trata de un problema que va más allá y que amerita la reacción urgente por parte de las autoridades competentes.

Esto, porque son una realidad y forman parte viva del día a día del penquista que transita por los principales paseos de la ciudad.