La Unesco eligió el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, por ser una fecha muy significativa para los amantes de las letras, ya que corresponde con la fecha de muerte de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y otros reconocidos autores.
Mientras nadie se opone a celebrar el fomento a la lectura y el acceso a la literatura, proliferan quienes se muestran contrarios a conmemorar con cariño a la propiedad intelectual, negándose, según la versión de la Unesco, “a respetar la insustituible contribución de los autores al progreso social y cultural”.
Debe recordarse que, a grandes rasgos, con los derechos de autor los creadores de obras artísticas o intelectuales adquieren los beneficios patrimoniales respecto de la reproducción, explotación, aplicación, difusión y licencias de sus trabajos, que se traducen en ganancias económicas para ellos y prohibiciones para terceros. Se identifica a un producto bajo las restricciones de derechos de autor, por el símbolo © que los acompaña.
De seguro, algo que irrita a muchos usuarios globalizados de hoy no es el justo beneficio que pueda obtener un autor por su trabajo, sino que la rigidez algo arcaica de licencias legales que suelen llegar al absurdo cuando se analizan en contextos actuales.
A continuación, te dejamos con algunos ejemplos que impactaron a la opinión pública.
Demanda contra LimeWire
La industria de la música estadounidense demandó en 2012 a la compañía de internet LimeWire por infracción masiva de derechos de autor, debido a las miles de descargas en la web de temas musicales protegidos con copyright.
La demanda pretendía miles de millones de dólares por conceptos indemnizatorios. Tan fuera de época resultó el litigio, que el mismo juez a cargo no dudó en tildar el proceso de absurdo. “Las demandas de las discográficas supondrían más dinero que todo lo que ha hecho la industria desde la invención del fonógrafo de Edison”, ironizó según lo consignado por Alt1040.
El hit promocional de Megaupload
Como informó FayerWayer, el golpeado sistema de descargas Megaupload tuvo un hit musical que lo promocionaba en 2011. En éste participaban varios cantantes conocidos como Snoop Dog y Kanye West.
Una vez que se publicó en la web, Universal Music Group obligó a YouTube a prohibir la difusión del material y Megaupload lo demandó por considerar ilegal la acción. “Permítannos ser claros: Nada en nuestra canción o el video pertenece a UMG. Firmamos acuerdos con todos los artistas apoyando a Megaupload”, dijo el dueño de la compañía.
Esta vez, el video nunca fue repuesto.
El bebé bailando
Este polémico caso fue un ejemplo perfecto de exageración. Otra vez Universal obligó a bajar un video de YouTube por considerar que violaba los derechos de autor, afirmó FayerWayer.
Se trataba de una lúdica grabación subida en 2007, en la cual un bebé bailaba ingenuamente y que fue un éxito en las redes sociales… ¿El problema? que el pequeño lo hacía con un tema de Prince de fondo, protegido por los Copyright. El resultado fue nuevamente una exagerada prohibición temporal en la difusión de un material cuyo principal aporte no era precisamente la obra protegida. Finalmente, el video fue repuesto.
El caso del reciente y exitoso Vine
A poco del lanzamiento de Vine, aplicación que permite grabar pequeños videos de 6 segundos y compartirlos por redes sociales, ésta ya tiene su primera demanda.
La casa disquera NPG, del artista pop Prince, le mandó una solicitud a Twitter para bajar un par de videos de Vine que tenían música del cantante, según informó Enter.
Esta denuncia reafirma la dura posición del cantante respecto a sus canciones. Twitter no se manifestó formalmente sobre esta solicitud, pero los materiales en cuestión ya no se encuentran disponibles.
El caso chileno, “Vamos a decir que No”
Los videos de la franja del “No”, que antecedieron al plebiscito de 1988, son parte del acervo chileno y se pueden encontrar en Internet como material disponible libremente. Pero Sony Pictures sorprendió a fines de enero de este año, cuando se encargó de que este material fuera prohibido por YouTube, ya que a su juicio violaban sus derechos de propiedad intelectual.
Al parecer, la compañía creyó que se trataba de fragmentos de la película “No” y, como es común en su política, envió la solicitud a la compañía de videos aparentemente sin revisar a fondo el problema.