Un panorama incierto es el que vivirá nuestro país ante los primeros indicios de la escasez de agua, un recurso que dentro de poco ya será considerado dentro del marco de la anormalidad.

La falta de ésta fue evidenciada por el informe emanado del Centro Económico de Despacho de Carga del Sistema Interconectado Central. En una primera instancia, el déficit incidirá en la producción energética que deberá subsanarse con las criticadas centrales termoeléctricas.

Sin embargo, la variable de la energía no es precisamente el punto fundamental. La desertificación de los suelos apunta como gran responsable a la sustitución del bosque nativo por pinos y eucaliptos, destruyendo los ecosistemas que ayudan a la retención del agua.

En vista que nuestra especie depende y necesita del agua para la supervivencia, analizar su falta desde el punto de vista del negocio energético solo puede interpretarse como un gesto mezquino.

Revisa el comentario de Nibaldo Mosciatti.