Italia adoptó el jueves de forma definitiva el severo plan de austeridad elaborado por el primer ministro Mario Monti, quien prometió medidas para estimular el crecimiento económico pese a que los datos confirman que la recesión se avecina.
Se trata de un plan “de extrema urgencia que pone a Italia en disposición de afrontar con la cabeza alta la gravísima crisis europea”, aseguró Monti poco antes de la aprobación definitiva en el Senado.
El plan de ajuste, elaborado por un equipo de tecnócratas encabezado por Monti, por un valor de 20.000 millones de euros, fue adoptado en el Senado con una amplia mayoría de 257 votos a favor y 41 en contra.
Las medidas de austeridad, que reforman el sistema de jubilación e introduce nuevos impuestos así como medidas impopulares, habían sido aprobadas el pasado 16 de diciembre primero por la Cámara de Diputados.
Ante los senadores, Monti defendió sus medidas y explicó que el aumento de los impuestos era necesario y afectará sobre todo a los patrimonios que hasta ahora no se habían ajustado al esfuerzo nacional.
Monti, quien asumió el cargo a mediados de noviembre debido a la grave crisis, insistió sobre la necesidad de que Europa enfrente esta fase de tensión económica con medidas para estimular “el crecimiento”.
“No hay crecimiento sin disciplina financiera, no hay estabilidad sin cuentas en orden, pero todo eso no es suficiente”, dijo.
“Los países miembros de la Unión Europea deben tener como objetivo alcanzar un crecimiento duradero”, dijo Monti, quien fue por diez años comisario europeo.
Los representantes de la populista Liga Norte (derecha) y de la formación anticorrupción Italia de los Valores (IdV) votaron en contra del plan de ajuste, al que tildaron de injusto y desequilibrado.
El jefe de gobierno italiano, un tecnócrata, calificó de “crítico” el actual contexto y admitió que las medidas representan una “acción valiente” para evitar que el país naufrague.
“Tenemos que confiar en nosotros”, instó tras invitar a los italianos a adquirir títulos del Estado.
El severo plan con medidas para ahorrar 20.000 millones de euros y que incluyen una dura reforma de las jubilaciones y pensiones, pero también 10.000 millones de euros en inversiones para impulsar el crecimiento, se suma a otros dos programas de austeridad aprobados por el gobierno de Silvio Berlusconi este año después de que se agravara la crisis de la deuda en la eurozona.
El ajuste ideado por un ejecutivo de tecnócratas ha sido criticado por los sindicatos y la conferencia episcopal italiana por ser injusto socialmente y por haber evitado tocar a las grandes fortunas.
Pese a ello, Monti anunció que el gobierno entiende reformar en una segunda fase “el mercado laboral” para lo cual quiere “dialogar” con las fuerzas sociales, en particular con los sindicatos, tajantemente contrarios a eliminar el artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores, que impide la pérdida del empleo sin una causa justa.
El retraso de la edad de jubilación (a 62 y 66 años en 2012 para mujeres y hombres), el impuesto a bienes inmuebles, inclusive de la primera vivienda y la extensión a la segunda y tercera y el congelamiento de las pensiones a partir de los 1.400 euros mensuales figuran entre las medidas impopulares.
La introducción de una tasa del 0,4 % para los capitales evadidos que pudieron ser regularizados durante el mandato de Berlusconi gracias a una amnistía fiscal, también genera dudas sobre su aplicación.
Con el paquete de medidas Italia espera conquistar la confianza de Europa y reducir la colosal deuda pública (120% del PIB).