Era el martes 13 de diciembre y en el centro de eventos Casa Piedra, en Santiago, se realizaba la junta anual de la Asociación de Exportadores de Manufactura (Asexma).

La cita culminaba con una ceremonia de entrega de premios, y si bien se realiza cada año, ésta vez dio la vuelta al mundo por un particular obsequio: el ministro de Economía y Fomento, Luis Felipe Céspedes, recibió una muñeca inflable para “estimular la economía”.

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El hecho generó un repudio transversal en el país, e incluso el bochornoso episodio traspasó las fronteras y repercutió a nivel internacional.

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A días del evento, la periodista y escritora española Berna González Harbour, publicó una columna de opinión en el diario de renombre, El País, titulada “La muñeca hinchable solo apunta a su dueño”.

En el texto la autora lapida este hecho, deslizando que hay detrás un problema de civilización y además que urge un tratamiento de choque contra el machismo y la mala educación.

A continuación, la columna de opinión de la escritora española:

“¿Se imaginan a los empresarios alemanes regalando un potente vibrador a Angela Merkel o, por acercarnos más al problema que nos ocupa, a los empresarios chilenos entregando un muñeco hinchable a su presidenta, Michelle Bachelet? Hay cuestiones que no son problema de igualdad, o no solo, sino de civilización”, comienza el escrito.

Asexma, una importante organización de empresarios chilenos, regaló esta semana a su ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, una muñeca hinchable con la boca tapada (obviaremos ahondar en la redundancia de acallar a quien ya está callada) con el rótulo “para estimular la economía”. En el acto se encontraban siete autoridades chilenas, entre ellas dos candidatos a la presidencia, y la risa fue generalizada. No sabemos si es la economía la que necesita estimularse de forma tan procaz o son estos empresarios —de nombre tan asexuado, por cierto— los que lo precisan, pero lo que les urge sin duda es un tratamiento de choque contra el machismo y la mala educación“, señala.

La columna continúa señalando que “Luis García Berlanga llevó al cine una muñeca hinchable en tamaño natural, una película poética sobre la soledad interior de un dentista parisiense que abandona todo para entregarse al amor a un maniquí. Con guión de Azcona, el maestro de Bienvenido Míster Marshall o El verdugo retrataba en 1973 el absurdo y la perversión vital que se esconden tras la relación con un producto manufacturado que no llora, ni grita, ni se queja, ni enferma. El protagonista domina la relación sin que le chisten. El cine ha tenido otros ejemplos de relaciones con muñeca hinchable o, de forma más evolucionada, con productos robóticos, pero es siempre la turbiedad de la mente de quien la posee la que queda en evidencia. Berlanga nos enseña que la muñeca hinchable (aunque le tapen la boca) solo apunta hacia la oscuridad de su dueño“.

“Es paradójico además que el incidente se haya producido en Chile, donde la presidenta (que condenó inmediatamente lo ocurrido) fue la primera líder al frente de ONU Mujeres, la organización creada por Naciones Unidas para abordar las cuestiones de igualdad. Chile es un país que aún prohíbe el aborto y ni siquiera las promesas de Bachelet han permitido abrir la vía a una modernización legislativa del país”, consigna.

El ministro de Economía y el propio presidente de Asexma se han disculpado. “Pedimos perdón: tengo esposa, hijas y nietas y jamás la intención fue generar violencia contra la mujer”, aseguró Roberto Fantuzzi, líder de Asexma. “Pido disculpas. Lo ocurrido no se condice con el respeto por la dignidad de las mujeres”, dijo el ministro. También los candidatos presentes, el ex secretario general de la OEA José Miguel Insulza y el senador Alejandro Guillier, se disculparon. Pero la imagen no se va a borrar fácilmente”.

González Harbour finaliza su crítica enfatizando que “Volvemos al principio: no aspiramos a un mundo en el que los empresarios regalen maniquíes o vibradores a Merkel o Bachelet para conseguir la igualdad con lo ocurrido en Chile, sino a uno de mejor educación donde la mujer (y el hombre) sean respetados sin cosificar”.