Nuestro país se caracteriza por tener uno de los ratios más altos de permanencia en los lugares de trabajo en un día laboral. En una primera mirada del fenómeno, pareciera que nos encontramos con un país altamente productivo y por supuesto también trabajólico, con personas con un alto nivel de estrés y todas las características propias de una sociedad sobre exigida.

Sin embargo, en una mirada mas detenida, podemos darnos cuenta que los chilenos sufrimos de un “síndrome” que se ha expandido por nuestras organizaciones, invadiendo incluso nuestra vida personal y que denomino “trabajo falso”.

Las investigaciones recientes revelan que en promedio en un país como el nuestro, la mitad del tiempo que pasamos en nuestro trabajo es improductivo. Las razones son múltiples. Desde nuestra natural tendencia a divagar y a dispersarnos en chateos interminables en nuestros dispositivos móviles, o sencillamente navegar por sitios de internet que poco aportan a nuestros desafíos relevantes, hasta revisar correos intrascendentes muchas veces copiados, que nos atrapan casi como en un trance inconsciente y que poco o nada ayudan a que seamos mas efectivos.

El trabajo falso involucra tareas a las cuales a veces le dedicamos tiempo, incluso con un compromiso evidente pero que, a la hora de evaluar el impacto que esas tareas tienen en el logro de nuestros propósitos, debemos reconocer que es nulo, porque nada tienen que ver con nuestros objetivos más relevantes.

Lo más dramático del trabajo falso es que a la vista de todos, observamos impecabilidad a la hora de hacer nuestras actividades pero, yendo un poquito mas profundo, nos damos cuenta que detrás de esa aparente impecabilidad hay actividades sin sentido; horas interminables frente un ordenador o dispositivo móvil, foco puesto en tareas que son claramente delegables, reuniones interminables sobre temas intrascendentes, personas que dejamos que absorban nuestro tiempo, destinado a nuestros propósitos y que nos sacan de foco de lo importante o, sencillamente conversaciones inútiles con otras personas que, con la excusa del “buen ambiente laboral”, nos van alejando de nuestro objetivo relevante.

En el plano personal este “síndrome”, también suele producir estragos pues, dedicamos tiempo a nuestros hijos o a nuestras parejas sin tener la capacidad de “despegarnos” de nuestros teléfonos celulares, desaprovechando de esta forma, momentos valiosos que no volverán y deteriorando las relaciones con las personas que amamos y que finalmente, son lo mas valioso para nuestras vidas.

Una de las formas de abordar este verdadero síndrome de nuestros tiempos, es elaborar rutinas diarias que nos enfoquen, que alineen lo que hacemos, con lo importante para nuestras vidas. Una buena manera de lograr mayor efectividad en nuestras acciones es, definir periódicamente nuestros focos relevantes, es decir, aquellos aspectos en los cuales yo debiera poner atención a la hora de ocupar mi tiempo. Definir diariamente mis metas para el día y chequear que estas estén alineadas con mis focos y finalmente, elaborar un plan de acción con actividades especificas para cada día, las cuales me llevaran finalmente a cumplir con mis propósitos .

No se trata de pasar la mayor cantidad de tiempo posible en mi trabajo para dar y darme la sensación de que estoy siendo productivo. Se trata de hacer lo que hay que hacer y hacerlo bien para poder generar los resultados que se esperan de mi.

No se trata de estar de manera deliberada con mis hijos pensando en que pase luego el tiempo pues tengo cosa importantes que hacer, o estar con ellos mientras navego interminablemente por la red o me enfrasco en un chat interminable con alguien.

Se trata de ser conscientes, alineados con lo importante para nuestras vidas pues sólo de esa manera podremos decir que avanzamos hacia una vida no sólo productiva, sino mas consciente y mas plena.

Oscar Cáceres

Coach y speaker interncional
@ocaceresp
www.oscarcaceres.com