Desde el descubrimiento de los primeros restos del Homo neanderthalensis, el “Hombre de Neandertal”, en 1829, se inició una discusión sobre las capacidades intelectuales de esta especie, cercanamente emparentada con nosotros, y desde entonces popularmente se la calificó como un “embrutecido hombre de las cavernas”. Esa imagen hacía impensable que los Neanderthal hubiesen podido ser sofisticados, o incluso, tener capacidad de simbolizar. Gracias a recientes hallazgos, esas ideas han quedado completamente descartadas.

En febrero de 1990, gracias a un niño de 15 años llamado Bruno Kowalsczewski, pasos humanos volvieron a resonar por las cámaras más profundas de la Cueva Bruniquel, por primera vez en decenas de miles de años.

La cueva se encuentra en el pintoresco valle de Aveyron, ubicado en el departamento de Tarn y Garona, en Francia, pero su entrada había sido sellada hace miles de años por un antiguo deslizamiento de rocas. El padre de Kowalsczewski había detectado débiles soplos de aire que emergían de la caliza, y el niño pasó tres años despejando los escombros. Finalmente excavó un apretado pasaje de treinta metros de largo que los miembros más delgados del club local de espeleología podían atravesar.

Pasillo despejado hacia el interior de la Cueva de Bruniquel. Fotografía de Yannvdb.
Pasillo despejado hacia el interior de la Cueva de Bruniquel | Fotografía de Yannvdb.

Se encontraron en un pasillo amplio y espacioso. Había huesos de animales y signos de actividad de los osos, pero nada reciente. El suelo estaba cubierto de charcos de agua. Las paredes estaban marcadas por estalactitas (las que cuelgan) y estalagmitas (las que crecen desde el piso).
Más al fondo aún, a unos 336 metros de la entrada de la cueva, el joven espeólogo tropezó con algo extraordinario: una vasta cámara donde varias estalagmitas habían sido deliberadamente rotas.

La mayor parte de las 400 piezas se habían organizado en dos anillos: uno grande, de entre 4 y 7 metros de diámetro, y uno más pequeño de sólo 2 metros de ancho. Otras piezas se habían apoyado contra estos pilares y otras habían sido agrupadas en cuatro pilas. Había rastros de fuego por todas partes, y una gran masa de huesos quemados.

Estas no eran formaciones naturales, y no eran obra de osos. Fueron construidas por personas.

Reconociendo el valor del sitio, el joven llevó a la cueva al arqueólogo Francois Rouzaud.  Usando datación por radiocarbono, Rouzaud estimó que un hueso quemado de oso encontrado dentro de la cámara, era 47.600 años, lo que implicaba que los anillos de estalagmitas eran más viejos que cualquier pintura de rupestre conocida. También significaba que no podían haber sido obra del Homo sapiens. Sus constructores debían haber sido los únicos seres humanos primitivos que vivían en el sur de Francia en ese momento: los Neandertales.

En la cueva Bruniquel, los neandertales podrían haber construido las estructuras en forma de anillo. Un especialista toma medidas para el levantamiento arqueo-magnético de la Cueva | Fotografía: Etienne Fabre | Instituto Real Belga de Ciencias Naturales
En la cueva Bruniquel, los neandertales podrían haber construido las estructuras en forma de anillo. Un especialista toma medidas para el levantamiento arqueo-magnético de la Cueva | Fotografía: Etienne Fabre | Instituto Real Belga de Ciencias Naturales

El descubrimiento implicaba que los Neandertales eran mucho más sofisticados de lo que nadie había pensado. Manejaban el fuego, se aventuraban bajo tierra y ordenaban las rocas subterráneas en construcciones complejas. Tal vez incluso llevaron a cabo rituales. Eso, porque no se encontraron evidencias de que alguien haya vivido en la cueva, así que ¿para qué eran los anillos y los montículos?

El arqueólogo Francois Rouzaud nunca llegó a saberlo. En abril de 1999, mientras dirigía a sus colegas a través de una cueva diferente, sufrió un ataque cardíaco fatal. Con su muerte, el trabajo en la cueva de Bruniquel cesó, y su increíble contenido increíble fue olvidado.

Sólo volvieron a estar en el centro de atención, porque la geóloga Sophie Verheyden fue allí de vacaciones.

Verheyden trabaja en el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, donde se especializa en estalagmitas. Las trata como cápsulas de tiempo, usando los elementos químicos almacenados dentro de ellas para reconstruir el clima de los últimos milenios. Así que cuando se enteró de la Cueva de Bruniquel, mientras visitaba la región de vacaciones viendo una exposición en un castillo cercano, sólo tuvo un pensamiento: ¿Por qué nadie había datado las estalagmitas quebradas?

Ella sabía que la datación de 47.600 años obtenida por Rouzaud, era muy impresionante, pero altamente sospechosa.

La datación por carbono es sólo precisa para muestras menores de 50.000 años, por lo que el material de Bruniquel se encontraba al límite de lo que permite esa técnica. Los huesos podían haber sido mucho más viejos.
Para obtener una mejor estimación, Verheyden reunió un equipo que incluía al arqueólogo Jacques Jaubert y al experto en estalagmitas Dominique Genty.

En 2013, obtuvieron permiso para estudiar el sitio y se arrastraron por el estrecho pasillo de acceso. “No soy muy grande, y tuve que poner un brazo delante de mí y uno detrás para pasar“, señaló Verheyden. “Es algo mágico, incluso sin las estructuras“.

Toma de muestras del piso de la cueva de Bruniquel para realizar dataciones. Fotografía de Michel SOULIER / SNCC
Toma de muestras del piso de la cueva de Bruniquel para realizar dataciones | Fotografía: Michel Soulier | SNCC

Ese mismo año, la geóloga Sophie Verheyden del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales (RBINS), Jacques Jaubert de la Universidad de Bordeaux, Dominique Genty del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, CNRS, y el espeleólogo Michel Soulier de la Sociedad Espeológica de Caussade, investigaron las estructuras en detalle. Describieron todos los fragmentos de las estalagmita en detalle, crearon un modelo 3D, mapearon las diferentes ubicaciones de las estructuras y, lo más importante, tomaron muestras para nuevos análisis cronológicos.

La datación de la estructura se basa en la datación por secuencias de uranio en los anillos de re-crecimiento, combinada con la datación de las puntas de las estalagmitas. Este método arrojó una datación consistente de 176.500 años, con un intervalo de confianza de unos 2.000 años. Esta data corresponde a una época en la que la única especie de Homo en toda Europa, eran los Neanderthales tempranos.

Después de perforar las estalagmitas y sacar cilindros de roca, el equipo pudo ver una transición obvia entre dos capas. Por un lado estaban viejos minerales que formaban parte de las estalagmitas originales; En el otro eran las capas más nuevas que habían sido establecidas después de que los fragmentos fueran rotos por los usuarios anteriores de la cueva.

Mediante la medición de los niveles de uranio a ambos lados de la división, el equipo pudo saber con precisión cuándo se había cortado la estalagmita para su construcción.

¿Su datación? Hace 176.500 años, milenios más o menos.

Cuando le señalé la antigüedad a Jacques, él me pidió que se lo repitiese, porque era increíble“, afirmó Verheyden. Fuera de la cueva de Bruniquel, las construcciones humanas más tempranas datadas sin ambigüedades, tienen sólo 20.000 años de antigüedad. La mayoría de ellas son ruinas colapsadas de huesos de mamut y astas de venado, muchas encontradas en Siberia. En comparación, los anillos de estalagmitas de Bruniquel están muy bien conservados, y son muchísimo más antiguos.

Si el trabajo de Rouzaud había demostrado que era improbable que los humanos modernos construyeran los anillos, el estudio de Verheyden simplemente descartaba esa posibilidad por completo. Únicamente los Neanderthales podían haber sido responsables de la construcción de los anillos, porque simplemente no había ningún otro homínido viviendo en esa región de Europa en ese momento.

Reconstrucción 3D de la estructura en forma de anillo hecho de estalagmitas por Neandertales tempranos | Imagen de Xavier Muth, realizada in situ
Reconstrucción 3D de la estructura en forma de anillo hecho de estalagmitas por Neandertales tempranos | Imagen de Xavier Muth, realizada in situ

¿Por qué construyeron esos anillos y montículos?

Las estructuras no eran cimientos para chozas. La cámara no contiene herramientas de piedra, huesos humanos ni ningún otro signo de ocupación permanente, y además, ¿para qué construir un refugio dentro de una cueva?

Una explicación plausible es que este era un lugar de encuentro para algún tipo de comportamiento social ritual“, sostiene Paola Villa, del Museo de la Universidad de Colorado.

Cuando ves una estructura tan grande en la cueva, piensas en algo cultural o religioso, pero eso aún no está probado“, añade Verheyden. De hecho, a pesar de algunas especulaciones fantásticas sobre los cultos de los osos de las cavernas, nadie lo sabe realmente.

Tampoco está claro cómo los Neandertales hicieron las estructuras.
Verheyden dice que no pudo haber sido un solo artesano, trabajando en la oscuridad. Lo más probable es que hubiera un equipo, técnicamente expertos en eso. Rompían rocas deliberadamente y las arreglaban con precisión. También usaron fuego. Más de 120 fragmentos tienen rayas rojas y negras que no se encuentran en otra parte de la cámara o más al interior de la cueva. Esas rayas fueron el resultado de calor aplicado deliberadamente, a intensidades lo suficientemente altas como para romper ocasionalmente la roca.

La atribución de las construcciones de Bruniquel a los neandertales tempranos no tiene precedentes, al menos de dos maneras: en primer lugar, revela la apropiación de un espacio kárstico profundo (incluyendo su iluminación), por una especie humana pre-moderna. En segundo lugar, se trata de construcciones elaboradas que nunca se han reportado antes, hechas con cientos de estalagmitas rotas y parcialmente equilibradas, que fueron deliberadamente movidas y colocadas en sus ubicaciones actuales, junto con la presencia de varias zonas intencionadamente calentadas (…).

El grupo de Neanderthal responsable de estas construcciones tenía un nivel de organización social que era mucho más complejo de lo que se pensaba”, indicó el equipo”.

Este descubrimiento es parte de la actual rehabilitación de los Neandertales. Desde su descubrimiento, los científicos han tratado de entender por qué se extinguieron y lo hicieron a partir de la suposición implícita de que eran inferiores al Homo sapiens de alguna manera relevante. De hecho, hoy describir a alguien como un Neanderthal es acusarlo de brutalidad no sofisticada. No obstante, actualmente es un hecho bien conocido que muchos humanos modernos llevan en su código genético hasta un 4% del ADN de los neandertales.

Ahora, gracias a estos nuevos descubrimientos, sabemos además que los neandertales fabricaban herramientas, utilizaban fuego, hacían arte, enterraban a sus muertos y tal vez incluso tenían lenguaje.

Los nuevos hallazgos han dado paso a una transformación del Neanderthal desde un salvaje que arrastraba los manos, derrotado en la contienda evolutiva, a un primo lejano de nuestra especie, que contiene grandes pistas sobre nuestra identidad“, sostuvo Lydia Pyne en la revista Nautilus.

Y ahora, tenemos la Cueva de Bruniquel con sus estructuras que no tienen precedentes en su complejidad, antigüedad y gran profundidad dentro de la oscura caverna.

Sabemos que hace 400.000 años, algunos homínidos antiguos arrojaron a sus muertos en la cueva de la “Sima de los Huesos”, en Atapuerca, España, pero no hay ninguna evidencia anterior o similar a las cuidadosas construcciones de la cueva Bruniquel. Hay evidencias de pintura y esculturas dentro de las cuevas, pero ninguna de más de 42.000 años.

Reconstrucción moderna del rostro de un Neanderthal |  Imagen: S. Entressanglee |  Daynesscience, photo Library
Reconstrucción moderna del rostro de un Neanderthal | Imagen: S. Entressanglee | Daynesscience, photo Library

Las seis construcciones muestran rastros de fuego: material orgánico quemado y calcita enrojecida y ennegrecida, el mineral en estalagmitas. La datación de estos fragmentos demuestra que son tan viejos como las construcciones mismas. Las mediciones magnéticas revelan que las zonas coloreadas fueron calentadas a propósito, y el análisis espectroscópico del material orgánico confirma su calcinación.

Jaubert señala: “El estudio demuestra que este grupo de neanderthales estaba familiarizados con el uso del fuego: habría sido imposible ocupar la cueva a una profundidad a la que no llega la luz del día“. Un estudio paralelo realizado en 2011 concluyó que los neandertales fueron la primera especie humana en dominar el uso del fuego, hace unos 300.000 años, cuando comenzaron a cocinar.

Los científicos no creen que los neandertales o las especies humanas modernas hayan ocupado la cueva durante mucho tiempo, ellos vivieron en la entrada. Entonces, ¿cuál era la función de estas estructuras tan lejos de la entrada de la cueva? ¿Tenían un significado ritual o simbólico? ¿Servían como reservas de agua o simplemente como refugio? Los investigadores esperan abordar estas preguntas en el futuro.

Había indicios de que los neandertales usaban habitualmente cuevas, pero nada que sugiriera que frecuentemente se aventuraban mucho más profundamente que donde llegaba la luz del sol.

Creo que tenemos varias líneas de evidencia que demuestran que las habilidades cognitivas y los comportamientos de los Neanderthales eran complejos”, afirma Marie Soressi de la Universidad de Leiden. “Pero no teníamos evidencia directa de su capacidad para construir. Eso cambia la imagen para mí. Es desconcertante encontrar estructuras tan profundas dentro de la cueva”.

Para resolver este rompecabezas, Verheyden quiere empezar a excavar en el suelo de la cueva. Se encuentra cubierto por capas de calcita, que pueden ocultar especímenes que podrían indicar el propósito de la cámara.

Verheyden también señala que la entrada que han estado utilizando hasta ahora no puede haber sido la única: “Estamos arrastrándose a través de este pequeño pasillo y hay huesos de oso en la cueva. ¡No creo que los osos fueran de esa manera! Debe haber habido otro pasaje que se derrumbó”, sostuvo.

Ella quiere ahora encontrar esa entrada perdida.