Una dura editorial dedicó el diario conservador El Mercurio a las últimas rutinas de humor que han pasado por el escenario de la Quinta Vergara.

Y es que los humoristas han hecho un verdadero festín con los políticos y los casos de corrupción que han sacudido a la alicaída clase dirigencial chilena, en especial con el Caso Caval que involucra al hijo de la presidenta Michelle Bachelet, Sebastián Dávalos.

Sin escatimar en creatividad, los chistes en el mediático festival han abarcado desde el financiamiento irregular de los partidos políticos al viaje del senador DC Jorge Pizarro en medio de la emergencia de su región producto del terremoto de septiembre pasado.

Por lo anterior, a juicio del matutino, hizo una clara advertencia ante el escarnio público al que se ven expuestas nuestra autoridades, asegurando que las rutinas “se han encarnizado contra virtualmente todas las formas institucionales públicas y privadas de nuestro país”, lo que a su juicio “no puede ser ignorado”.

En ese sentido, El Mercurio añadió que si bien hay libertad de opinión y expresión, “cabe presumir y esperar que los organizadores de dicho festival y los humoristas respectivos atenderán a no exceder sus límites ni lesionar los derechos de quienes son su blanco”.

Asimismo, apunta a que si bien el público que se “exulta al ver arrastrar a tantos a un pantano de descrédito, y aun azuza” esta situación, está en su derecho. “No se le puede pedir a una masa que demande refinamientos ni rechace procacidades”, argumenta el artículo.

“Pero si ese mismo público siente que con eso está aprobando una forma de reproche moral, y si se admite que él es representativo de un sentir nacional mayoritario, cabría preguntarse por la incongruencia de que sea indiferente ante otros actos reprochables en que tantos incurren, como, por ejemplo, la creciente elusión maliciosa del pago en el transporte público y muchas otras formas habituales de incumplimiento de obligaciones legales o deberes éticos”, añade.

A juicio del matutino, esta crítica “contrasta” con “el alto grado de satisfacción con las propias vidas personales en todos los segmentos que muestran regularmente las encuestas”.

“Ni derechas ni izquierdas pueden alegrarse, ni autoengañarse con la ilusión de que esa percepción daña más al adversario que a los propios: es todo el sistema institucional el que aparece enjuiciado y descalificado en grado que puede tornarse demoledor”, sostiene.

Por último, El Mercurio realiza una dura advertencia afirmando que “el humor puede ser una advertencia sanadora, pero también desatar fuerzas que luego escapan del control de todos”.