Las relaciones de pareja son tan complejas, que desafían en muchas ocasiones la lógica. Una de las más absurdas, y digámoslo, a quién no le ha pasado, pasa al intentar conquistar a una persona que mientras más nos rechaza, más nos gusta.

¿No es eso acaso una estupidez? Claro, pero el amor o como quieran llamarle, nos genera eso y ahí estamos, idealizando y soñando con esa persona que nos tiene embobados.

¿Será que nos gustan los desafíos?, porque claramente ganar algo con esfuerzo es mucho mejor que un camino fácil, o definitivamente, ¿nos gusta sufrir?

Jill P. Webern, doctora en psicología, escribió en Psichology Today las razones de esta incomprendida atracción, dando así respuesta -desde la psicología- a la eterna duda que nos viene cuando sentamos cabeza: ¿por qué lo hacíamos?

1 – Misterio

Generalmente estas personas nos resultan, claramente, atractivas. Para nosotros, viste bien, tiene lo que buscamos y además, nos genera cierto misterio el saber qué piensan. Nos resulta único y con una energía que el resto no tiene. De esta forma, generamos en esa persona un factor de “distanciamiento”, en la que sin notarlo nos sentimos deseosos y curiosos de ese personaje.

2 – Reforzamiento intermitente

En la psicología del comportamiento, un “refuerzo” es cualquier cosa que aumenta la probabilidad de que un comportamiento vuelva a ocurrir. Por ejemplo, si nos dan 10 mil pesos por actuar correctamente, seguramente nos comportaríamos correctamente todo el tiempo, pero si ese mismo dinero se da cuando se le da la gana a la persona a cargo de entregárnoslo, lo más seguro es que día a día intentemos agradarle, perfeccionemos ciertas cosas, con tal de estar bien con esa persona y conseguir el objetivo. Esto último es justamente el reforzamiento intermitente.

En relaciones amorosas ocurre algo parecido, y más cuando ocurre con esas personas misteriosas con factor de “distanciamiento”. Ello pues, incluso estas personas, pueden dar signos de amabilidad, o guiños, los que son extremadamente advertidos por nosotros. Eso nos hace sentir realizados, como si todo el trabajo realizado por conseguir algo de esa persona que nos rechaza, ha surtido fruto, lo que en definitiva nos insta a seguir intentándolo, aun cuando la otra persona puede estar completamente desinteresada.

3 – Nos hacen fantasear

Sumemos: la persona que nos rechaza es para nosotros, muy atractiva, y además, algo misteriosa. El resultado de ello es un personaje que automáticamente se convierte en el ideal para fantasear. Y es que si se tratara de una persona que ya conocemos, nos vendrá cierto remordimiento o problemas para dar el paso, mientras que una persona desconocida nos da cierta libertad de soñar en lo que pudiera pasar -que de seguro sería todo amor y felicidad-, con el reforzamiento de su intriga.

4 – Son reflejo de su baja autoestima

En las mujeres, un hombre con las características que mencionamos, confirma el poco amor que por ellas se sienten. Básicamente -dice la especialista-, dar con este tipo de hombres es una falta de respeto hacia ellas, y grafica la imagen negativa que se tienen a sí mismas. Pero hombres, no celebren, que eso también puede aplicarse a nosotros.

5 – Son una distracción

Las personas que nos rechazan pueden significar además, un pasatiempo ideal para sacarnos de la rutina. El interés será tal, que nos provocará una pasión, y consigo una actividad a realizar siempre y con gusto. Lamentablemente, puede que seguramente consigamos el objetivo, y con ello nos desencantemos al develar su misterio, perdiendo todo el interés. O quizás efectivamente confirmemos lo que se fantaseaba y se convierta en quien querías fuera.