Han transcurrido 120 años desde que la aspirina se transformó en uno de los fármacos más consumidos y más común entre las personas para aliviar dolores, fiebre e incluso prevención en infartos.

Hace décadas que la Organización Mundial de Salud (OMS) incluyó la aspirina en el listado de los medicamentos indispensables que todo sistema de salud debería tener.

Sin embargo, entorno al ácido acetilsalicílico existe una serie de creencias. Liliana Peredo, académica de la Escuela de Química y Farmacia de la U. Andrés Bello, aclara algunas creencias que por años se han mantenido en el colectivo.

– Alivia el dolor de muela si se aplica sobre el diente. MITO:

No ha sido comprobada su efectividad en aplicación tópica en el tejido lesionado, como es en el caso de un dolor de muela.

La aspirina es un buen analgésico para dolores leves a moderados, y se utiliza para aliviar dolores de cabeza, musculares, de espalda y de muelas, pero no es mejor que otro analgésico antiinflamatorio.

– La aspirina fue condenada al olvido por medicamentos como ibuprofeno o paracetamol. MITO:

La aspirina sigue tan vigente como siempre, sólo que sus usos están más acotados. Respecto al alivio del dolor, se han preferido fármacos como paracetamol o ibuprofeno, ya que producen menos molestas gastrointestinales y presentan mayor efectividad.

Actualmente, aspirina se utiliza principalmente como tratamiento antiagregante plaquetario en distintas patologías cardiovasculares. Pese a lo anterior, la aspirina sigue siendo un fármaco eficaz en el alivio de dolores de cabeza y dolores musculares.

– Causa severos sangrados en el tubo digestivo. VERDAD:

En el caso de que no se padezca de una enfermedad cardíaca, el consumo crónico y excesivo de aspirina no solamente puede causar hemorragias gastrointestinales, si no también puede aumentar de forma considerable el riesgo de desarrollar hemorragias cerebrales, especialmente en adultos mayores.

Actualmente, muchos médicos son reacios a recomendar el uso diario de aspirina de forma preventiva en pacientes que no han padecido de sintomatología cardiovascular debido al riesgo de hemorragia interna que puede producir este fármaco, efecto que es poco frecuente, pero puede llegar a ser mortal. El riesgo se debe al efecto antiagregante plaquetario a bajas dosis que posee la aspirina (entre 80 mg hasta 325 mg para este propósito).

– Puede prevenir un infarto cardíaco en todas las personas. MITO:

La aspirina a dosis bajas ha demostrado que es capaz de prevenir la recurrencia de infartos cardíacos o derrames cerebrales en personas que han sufrido de esto previamente. Sin embargo, indicar que esto es posible en todas las personas no es correcto, además que puede generar efectos adversos graves.

Las personas que podrían beneficiarse del uso de aspirina en dosis bajas de manera preventiva, son pacientes que han sufrido anteriormente un infarto de miocardio, un derrame cerebral, o que padecen una enfermedad cardiovascular.

Esto se conoce como “prevención secundaria”. Sin embargo, la FDA ha concluido en base a múltiples estudios, que estos no sustentan el uso de la aspirina como un medicamento preventivo para quienes no han sufrido un ataque cardiaco, un derrame cerebral o problemas cardiovasculares, un uso que se califica como de “prevención primaria”. Las ventajas para tales personas no se han establecido, pero los riesgos, como un sangrado peligroso en el cerebro o el estómago, no dejan de estar presentes.

– El uso de la aspirina debe ser siempre vigilado por un médico. VERDAD:

Como todo medicamento, la aspirina no está exento de efectos adversos, es por ello que su uso debe ser recomendado por un profesional de la salud, que debe indicar qué dosis y qué frecuencia serán las más indicadas en cada caso, con el mínimo riesgo de efectos adversos.

Si el profesional de la salud recomienda tomar aspirina diariamente para reducir el riesgo de sufrir infartos y derrames a causa de coágulos, hay que procurar de adquirir el medicamento correcto y seguir al pie de la letra las indicaciones del profesional.