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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Stéphane Breitwieser, un ladrón francés, robó 250 obras de arte de pequeños museos en Europa durante siete años. Utilizaba un método simple, pero efectivo, escondiendo las piezas en bolsillos y mangas. Su motivación era recuperar un lazo con su padre a través del arte. Fue detenido en 2001, junto a su novia y madre, quienes también participaron en los robos. A pesar de su liberación en 2006, continuó robando y fue arrestado nuevamente en 2023, por intentar vender una obra en eBay.

No hay duda de que en el imaginario, el robo a museos, es uno de los hechos que más genera consternación, ya que muchas veces, pensamos que las obras permanecen resguardados en recintos inexpugnables.

Aunque suele ocurrir que, en contadas ocasiones, un ladrón suele consumar su delito, tal como ocurrió con Stéphane Breitwieser. Este francés protagonizó una insólita historia a lo largo de siete años, en que realizó un tour delictual por pequeños museos de Francia, Suiza, Austria, Bélgica, los Países Bajos y Dinamarca, al robar 250 obras de arte.

Su método, era bastante rudimentario pero efectivo, ya que usualmente trabajaba como mesero en las localidades en que estaba interesado, para robar los cuadros o artefactos históricos que le despertaban una pasión.

A través de bolsillos, bolsos y mangas, el francés escondía los objetos, de artistas menos conocidos, pero igualmente de un valor incalculable.

Este sentimiento hizo que el hombre, cayera detenido en 2001, cuando el joven francés, intentó robar un corno en el Museo Richard Wagner de Bayreuth, en Alemania.

El “amor al arte” de Stéphane Breitwieser

Al contrario de lo que uno podría pensar, la vida de Breitwieser no tuvo ninguna carencia material, ya que vivió cómodamente en la región francesa de Alsacia.

Más aún, en su niñez, Stéphane vivió en medio de obras de arte y antigüedades heredadas de una antiquísima tradición familiar.

Sin embargo, esta seguridad, pronto se derrumbó, al terminar el matrimonio de sus padres. Así pues, esta conexión artística, en que se basaba la relación entre un joven Stéphane y su padre, provocó que en su adultez intentara, con las piezas de arte, recuperar ese lazo perdido con su progenitor.

Pastor durmiente, de François Boucher, c. 1750, robado por Breiwieser | Art News

Entre 1994 y 2001, el muchacho comenzó una carrera delictual, que involucró a su madre, Mireille Stengel, y su entonces novia, Anne-Catherine Kleinklaus, quien era la supuesta cómplice. Pronto la pareja comenzó a robar en museos, galerías e iglesias por Francia y Europa Central en 1995, cuando Breitwieser tenía poco más de 20 años, según reveló la Radio CBC.

En el viaje, visitaron un icónico castillo medieval en la ciudad de Gruyères. Este edificio, del siglo XIII, mantenía intacto un pequeño retrato de una mujer del pintor alemán Christian Wilhelm Dietrich.

Fue tan impactante la belleza de la pintura, que en ese instante, Stéphane Breitwieser decidió robarlo. “Me fascinó su belleza, las cualidades de la mujer del cuadro y sus ojos”, dijo Breitwieser durante el juicio, que finalmente lo condenó a seis años de cárcel.

Según expuso el ladrón, cortó el lienzo del marco con una navaja suiza, lo enrolló y ocultó debajo de la chaqueta para llevárselo a la casa de su madre, recogió BBC Mundo, para posteriormente esconderlo.

El modus operandi del ladrón de arte

Durante su vida como ladrón, Stéphane, resolvió que viajaría por Europa, trabajando como mesero, con el propósito de descubrir las fallas de seguridad de los museos.

Así encontró en su entonces novia Anne-Catherine Kleinklaus, una compañera del crimen, que actuaba como espía y le ayudaba a contrabandear las obras de arte.

Muchas veces, para pasar desapercibidos, actuaban como turistas adinerados y usualmente robaban al mediodía, cuando el personal rotaba para almorzar. También como una regla general, evitaban el tráfico peatonal y permanecían en silencio, usando señales con las manos o alguna tos como advertencia.

Stéphane Breitwieser en la Feria del Libro de Colmar | Jef-Infojef

En una entrevista realizada para la revista GQ, Breitwieser, enfatizó que cada que vez robaba, se convertía en un mejor ladrón. En ese sentido, contó que aprendió los límites de la visión de una cámara de seguridad. Además, perfeccionó su lenguaje kinésico para no levantar sospechas. “Tienes que controlar tus gestos, tus palabras, tus reflejos”, afirmó. “Se necesita instinto de depredador” y un implacable “deseo de poseer”.

Por otra parte, según contó en el libro “El ladrón de arte: Una historia real de amor, crimen y una peligrosa obsesión” de Michael Finkel, en un desván en la casa de su madre, ubicada en Mulhouse, una ciudad francesa que tiene un pasado cultural basado en la industria manufacturera y textil, ocultó parte de su botín, pues señalaba que quería que su hogar fuera lo más parecido a un cofre del tesoro.

De hecho, después de un día de servir mesas, Stéphane regresaba a la casa de su madre, donde guardaba pinturas como la Sibila de Cléveris del pintor renacentista Lucas Cranach el Joven, Una pintura de un murciélago de Alberto Durero, y algunas monedas romanas, además de una representación en marfil de Adán y Eva del tallador alemán Georg Petel, informó Radio CBC.

La caída de Stéphane

Si bien por seis años, Stéphane Breitwieser, pudo evadir a la policía, el francés fue rápidamente atrapado por protagonizar varios robos en Alemania.

Tanto su novia y su madre, también cumplieron penas de cárcel, pero por un tiempo mucho menor, puesto que no hubo pruebas contundentes que demostraran su complicidad. Aunque la madre de Stéphane, Mireille, debió pasar 18 meses en prisión por arrojar a un canal varias de las pinturas de los siglos XVI y XVII.

En cuanto a Stéphane, en reiteradas entrevistas, expresó que quería liberar los objetos valiosos de las limitaciones de los museos, por lo que había decidido no venderlos en el mercado negro.

Fue acusado de ser cleptómano, pues después de salir en libertad en 2006, siguió reincidiendo. En 2011, la policía encontró otras 30 obras robadas en su casa, por lo que volvió a caer preso. La última condena de Stéphane Breitwieser, se produjo en 2023, tras llamar la atención de la policía por tratar de vender un pisapapeles del siglo XIX en eBay.

Finalmente, Breitwieser fue condenado a arresto domiciliario hasta 2031.