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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Gabriela Urbina, una joven chilena de 22 años, cambió radicalmente su vida al llegar a Seúl, capital de Corea del Sur, para estudiar ingeniería aeroespacial y mecánica en la Universidad de Konkuk. Su sueño inicial de ir a Japón se vio cambiado por la pandemia, lo que la llevó a explorar Corea. A pesar de los desafíos del idioma y la adaptación, Gabriela se ha integrado a la sociedad coreana, destacando la eficacia en trámites y la importancia del esfuerzo académico. Además, reflexiona sobre el envejecimiento de la población, la presión educativa y la tensa relación fronteriza con Corea del Norte.

En febrero de 2022, la vida de Gabriela Urbina (22) cambió radicalmente. En ese año, después de tramitar la visa en el consulado de Corea del Sur en Santiago, la antofagastina llegaba a Seúl, la capital del país asiático.

Después de terminar la enseñanza media en el Colegio San Agustín, de la Región de Antofagasta, la joven cumplía su sueño, uno que pudo tener otro destino.

Si bien su primera opción era Japón, la pandemia de COVID-19 le cambió sus planes para siempre. “Mi plan era irme de Working Holiday a Japón, pero justo cuando yo estaba en cuarto medio empezó la pandemia y fue que nos tiraron todo online, que no se podía hacer nada, no se podía salir y mi plan murió. Me tomé un año y empecé a buscar qué hacer”.

“Primero llegué a la Universidad Nacional de Seúl y yo ahí entré a estudiar coreano. Uno postula desde Chile y te piden una serie de papeles como las notas del colegio, el certificado de haber terminado el cuarto medio, algunos logros académicos, currículum y responder el cómo te vas a mantener mientras estudias”, explica. Hoy Urbina estudia en la Universidad de Konkuk, la carrera de ingeniería aeroespacial y mecánica, después de aprender coreano.

Así explica Gabriela a BioBioChile el proceso que la llevó a postular a una universidad coreana. “En ese tiempo incluso yo hacía Twitch, hacía streams de videojuegos, todo eso y encontré Corea y dije: ‘voy a ir a probar un año’. Le hablé a mis papás porque dije: ‘puedo entrenar taekwondo y quizás especializarme un poco más y entrenar y ver qué tal el tema de la universidad allá’. Y cuando llegué me enamoré del país. Me encantó mucho”.

“Es un sistema que ofrece la oportunidad para nivelarse y después estudiar a fondo tu carrera de preferencia. Me ha sorprendido lo mucho que premian el esfuerzo de sacarse buenas notas. Y en el deporte, o también si uno ayuda en la universidad, todo eso te puede dar algunas ayudas económicas dentro de la universidad”.

Una vez que llegó al país, Gabriela cuenta que vivió al interior de la universidad que dispone de habitaciones para los estudiantes. Sin embargo, actualmente vive en un “one room” (una habitación individual). “Es un espacio chiquito, pero que tiene cocina y baño”, sostiene Urbina a BBCL.

Al interior de la sociedad surcoreana

Actualmente, con más de tres años en el país asiático, la chilena relata en primera persona cómo es vivir en la mitad sur de la península de Corea, un territorio que tiene la superficie de 99.687 km² y que es menor a la extensión de Antofagasta (la región chilena tiene una superficie de 126,049 km²)

“Hay muchas tiendas que funcionan toda la noche y era como, ‘uy, puedo salir sin preocuparme de que pase nada’, está todo abierto, eso fue lo primero”, comenta la oriunda de Antofagasta.

En ese sentido, Urbina destaca la inmediatez de los trámites. “De hecho, el primer trámite que hice fue ir al banco a sacar mi tarjeta, me demoré 30 minutos en hacer todo, en esperar que me atendieran, que me dieran todo y yo con eso quedé en shock, porque antes de venir tenía que ir a hacer unos trámites al banco, tuvimos que llegar a las 7 de la mañana, estar toda la mañana, que anda para acá, que falta un papel, que esto, que corre allá. Y eso fue así como, ¡oh!, qué eficaz y qué rápidos son”.

No obstante, según Gabriela, los coreanos se caracterizan por estar siempre “apurados”. “Entre más rápido pueda hacer las cosas, mejor para ellos”, comenta a la presente redacción.

También explica que los coreanos mantienen un irrestricto uso de su tiempo. Si ven que se atrasan, lo observan como un “error” o una “vulnerabilidad” de su impecable sistema. Al respecto, Gabriela Urbina revela que cuando ocurren cosas en la calle, los coreanos prefieren ignorar la situación. Es más, cuando una persona estornuda, no dicen salud, subraya la compatriota.

Una antofagastina en Corea del Sur

Para describir su adaptación, Gabriela Urbina se toma con humor que llegó “sin saber nada de coreano”.

Pensando que con el idioma inglés podría comunicarse bien, Gabriela pensó que bastaba para “sobrevivir” en el país asiático. “No todos hablan inglés o los que hablan son vergonzosos de hablarlo”, indica.

“Al principio, el idioma fue una barrera muy grande. Por ejemplo, cuando estaba en clases, la profe ya asumía que, aunque era nivel uno, asumió que todos hablaban coreano y empezó a hablarlo. Y entonces, le dije: ‘profe, espérese, yo no sé coreano, ¿cómo lo hago?’ Y me dice: ‘te vas a tener que acostumbrar nomás’. Y al principio yo a veces hasta llamaba a mi mamá y le decía no entiendo nada, ¿por qué vine? ¿Qué es esto? ¿Qué es este idioma?”.

“Pero claro, después empecé a hacer taekwondo y mis amigos me empezaron a obligar. Cuando nos íbamos a un café era, ‘Ya, Gabi, pide tú, práctica’. Como me empezaron a obligar un poco a que me acostumbrara al idioma y de un día a otro empecé a hablar coreano. Pero el primer año sufrí”, expresa Urbina a BBCL.

El primer año y medio, Gabriela estudió solamente el idioma, ya que existe esa oportunidad para entrar a una segunda carrera. Después de terminar ese nivel académico, recién puede optar a otra carrera de su elección, en su caso, fue ingeniería aeroespacial y mecánica.

Así las cosas, el cambio de aprender a saludar y pedir un café, derivó en conocer los principios elementales de la aeronáutica. “Siento que saber coreano te abre muchas puertas”, afirma.

Por otra parte, la antofagastina relata que estar lejos de su casa, fue muy difícil durante su periodo de adaptación. “Yo el primer año estaba más triste, igual extrañaba mucho a mi familia y estaba en ese proceso de adaptación. O sea, me pasaba que yo lloraba y mis amigos coreanos no sabían cómo consolarme. Me tocaban el hombrito como ‘ya está’, en cambio, en Chile me hubieran abrazado. Les falta ese cariño más familiar, aunque ahora he visto que las generaciones están cambiando harto, los que llegan a tener hijos, han cambiado bastante la percepción de cómo cuidar a los hijos”.

Es más, sobre este último punto, los coreanos expresan de una singular manera su preocupación. “Una de las frases que usan mucho en Corea, antes de decir ‘¿cómo estás?’ Es decir: ‘¿ya comiste? O cuando uno se junta a comer, la persona mayor siempre invita a la persona de menor edad”.

“Muestran el cariño con la comida, por el predecente que significó la guerra de Corea”, reflexiona Gabriela.

Los dilemas de Corea del Sur

Desde su mirada, también Gabriela anticipa que el país actualmente enfrenta una crisis demográfica de proporciones. Es por ello, que la chilena ha observado que “las personas mayores son las que se encargan de juntar el cartón, es algo que no se habla mucho, pero que se ve harto. No es la mayoría de la gente, pero la verdad se ve mucho”.

Según datos del Ministerio del Interior de Corea del Sur el 20 por ciento de la población del país -es decir, 10,24 millones de personas- tiene 65 años o más, lo que convierte a la cuarta economía de Asia en una sociedad “superenvejecida”, afirma nuestro medio asociado DW.

Afectado por una crisis demográfica motivada por una tasa de natalidad de 0,7 -muy por debajo del 2,1 necesario para el crecimientos poblacional-, Corea del Sur ha duplicado el total de personas mayores de 65 años desde 2008, cuando este segmento componía el 10 por ciento del total de habitantes del país, que en 2025, llega a 51,22 millones de personas.

Mientras, también hay una creciente desigualdad de ingresos, porque casi el 40% de las personas mayores de 65 años vive bajo la línea de la pobreza en Corea del Sur, sostiene un informe del Ministerio de Salud y Bienestar de Corea del Sur, recogió El Corea Herald.

Adultos mayores en Corea del Sur | Unsplash | Hunter Leonard

Otro tanto ocurre con la salud mental, describe la chilena, puesto que el Suneung, que es el examen de acceso a la universidad, es motivo de un fuerte estrés en los estudiantes. “El plan de todo coreano es estudiar bien en el colegio y poder dar una buena Suneung. [Hoy] los padres buscan que sus hijos entren a una buena universidad, trabajen y tengan hijos. Cuando lo logran, los padres recién sienten que hicieron su trabajo. Es superchocante escuchar que los padres no desean la felicidad de sus hijos, sino que primero tienen que sacar sus carreras”.

Cabe mencionar que el suicidio es la principal causa de muerte entre los surcoreanos de 10 a 39 años de edad.

Este camino prestablecido impulsado por el mandato social, provoca altos niveles de estrés, detalla Gabriela Urbina. “Cuando un coreano fracasa en algo, se le da mucha importancia la opinión del resto”, complementa.

Finalmente, la compatriota responde a la pregunta de cómo se vive la constante tensión en la frontera con Corea del Norte, conocida como la zona desmilitarizada (DMZ). “En Corea del Sur hay un sistema de alertas en el teléfono que avisa cuando se pierde una persona o cuando hay un retraso en las líneas de metro, dan como los avisos de la ciudad o del lugar que uno está y pasó que una vez llegó uno de un misil como advirtiendo que estaban llegando misiles de Norcorea y yo me asusté mucho porque fue ¿Qué estaba pasando? Y cuando le comenté a mis amigos coreanos me dijeron ‘Tranqui, siempre pasa’. Y claro, en efecto, constantemente llegan alertas porque en Corea del Norte están probando misiles y llegan a Corea del Sur, pero nunca llegan a las ciudades, ya los coreanos del sur lo tienen normalizado”, explica Gabriela a BBCL.

“También hay bunkers, dentro de los metros, está todo preparado en caso de que llegue a pasar algo”, destaca.

El esfuerzo y la recompensa de un viaje

El tema de la rutina, que todo funcione rápido, para algunas personas igual los cansa, señala Gabriela Urbina. “Entonces, tengo amigos que se acostumbran y se quedan, pero también está el otro lado de personas que no se acomodan al estilo de vida. En mi caso, ya me acostumbré”, devela.

Pese a lo exigente de la vida universitaria, Gabriela cree que el esfuerzo vale la pena, puesto que a las universidades suelen ir bandas de K-Pop. “Hay que esforzarse mucho, pero de repente, Corea del Sur te regala estos momentos”, afirma en un tono alegre.

Es que Gabriela, cree que ha podido adaptarse al país, gracias a la práctica del taekwondo, el arte marcial que curiosamente tiene su origen en el general coreano, Choi Hong Hi. “Yo empecé a entrenar a los 13 años, porque me apareció un video en YouTube de los coreanos haciendo saltos y dando patadas en alturas inexplicables y yo dije: ‘¿qué es esto?’ Lo quiero intentar, se ve genial. Yo probé antes de eso todos los deportes y cuando llegó el taekwondo a mi vida, me dio mucha disciplina y me enseñó mucho el tema de esforzarse para lograr las cosas. Es algo que me ha servido para la universidad, siento que me ayudó mucho y ahora creo que es una de las partes más importantes de mi vida”.

Cedida

Visa de estudiante

  • Documentos generales
  • Certificado de admisión emitido por la universidad coreana
  • 60 USD (unos 57 mil pesos chilenos)
  • Según la universidad, se pueden solicitar documentos adicionales
  • Más información:Embajada de la República de Corea en Chile